El papa en Cerdeña a los trabajadores: un sistema que puso al centro el ídolo del dinero y no a la persona

Francisco improvisa un discurso en Cagliari: ‘no quiero ser un funcionario que dice coraje’. Recuerda el problema en su familia y su país, les invita a luchar, a no dejarse robar la esperanza y a ser solidarios. E improvisa una oración pidiendo trabajo

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El papa en su visita apostólica en la ciudad italiana de Cagliari tuvo el primer encuentro a las nueve de la mañana con el mundo del trabajo, o sea trabajadores, autoridades, familias, teniendo como fondo de cuadro las dificultades causadas por la desocupación, el paro, agravado por la crisis económica que está pasando Europa.

Le dirigió sus palabras un señor jóven que desde hace cuatro años está desempleado y que recordó a dos de sus colegas que murieron en este período. ‘Estamos aquí para rendirle homenaje y agradecerle por este coraje que nos trae’. Porque una sociedad que no da trabajo no es justa’. Y le pidió que como Moisés ‘interceda para ayudar el grito de los desesperados’.

A continuación una empresaria joven indicó el itinerario de cooperativa social en la que trabajan más de cien empleados, con un sistema de democracia interna que valoriza las potencialidades de todos. 

Se escuchaba que muchos coreaban ‘trabajo, trabajo, trabajo’ (lavoro, lavoro, lavoro).

Un tercer isleño recordó la dificultad que tiene hoy la agricultura, sufriendo además una marginación social.

El papa inició su discurso: “Esta visita inicia aquí con ustedes, que componen el mundo de trabajo”. Y que “con este encuentro quiero sobre todo expresar mi cercanía, especialmente a las situaciones de sufrimiento: a tantos jóvenes desocupados, a las personas con subsidio de desempleo, precarios, empresarios, comerciantes, que tienen dificultad de ir adelante”. Recordó que conoció la problemática “debido a la experiencia que tuve en Argentina, por esto les dijo ¡Coraje!, debemos enfrentar con solidaridad e inteligencia este desafío histórico.

Y recordó: Yo no la conocí, pero mi papá fue a Argentina y sufrió la crisis de los años 30, perdió todo y yo escuché en mi infancia dentro de mi casa hablar de este sufrimiento, dijo.

Les quiero decir coraje pero soy conciente que tengo que hacer todo lo que pueda para que esta palabra no sea una linda palabra de pasaje. No sea solamente una sonrisa de un empleado de la Iglesia que les dice ‘coraje’, no esto no lo quiero, quiero que este coraje venga de adentro, como personas como hombres. Tenemos que enfrentar eso con solidaridad e inteligencia en esta emergencia histórica.

Esta es la segunda ciudad que visito en Italia pero ambas, fueron islas. En Lampedusa vi el sufrimiento de tanta gente que busca –arriesgando la vida– dignidad, pan, salud. El mundo de los refugiados. Y he visto la respuesta de esa ciudad, que a pesar de ser isla no quiso aislarse, acoge y nos da un ejemplo.

Aquí también en esta segunda isla veo sufrimiento, por ver que roban la esperanza, sufrimiento por la falta de trabajo que lleva a sentirse sin dignidad, porque donde no hay trabajo falta la dignidad. Y este no es un problema solamente aquí aunque es fuerte, pero es la consecuencia de una elección a nivel mundial.

Es un sistema económico que tiene al centro un ídolo que se llama dinero. Dios quiso que el centro del mundo no sea un ídolo, sino el hombre y la mujer que lleven adelante con su trabajo. Este sistema sin ética, tiene un ídolo en en centro y se ha vuelto idólatra, manda el dinero, y todo lo que sirve a este ídolo.

Caen los ancianos, porque no dejan lugar en este mundo para ellos, porque existe la eutanasia escondida, porque no los curan y sufren los jóvenes. 

Vuestros gritos ‘lavoro, lavoro, lavoro’, es como una oración, para llevar el pan a casa. Se descarta a los jóvenes y a los ancianos. Nosotros tenemos que decir queremos un sistema justo. En el centro tienen que estar el hombre y las mujeres, y no el dinero.

Yo había escrito algunas cosas para ustedes, pero mirándolos me vinieron otras palabras. Dejaré al obispo lo que había escrito.

Es fácil decir ‘no pierdan la esperanza’ pero a quien tiene trabajo y a quien no, les digo ‘no se dejen robar la esperanza’. Como soplando sobre las brasas para que el fuego vuelva. La esperanza la hacemos todos, tenemos que sostenerla entre todos. La esperanza es una cosa vuestra y nuestra. Por eso repito no se dejen robar la esperanza.

Pero seamos vivos, porque el Señor nos dice que los ídolos son más astutos que nosotros, el Señor nos invita a ser palomas más astutas que la serpiente. En este momento en nuestro sistema, luchemos para que en el centro de nuestra vida esté el hombre y la familia.

Quisiera terminar rezando en silencio con todos ustedes. Diré lo que me viene al corazón, ustedes en silencio recen conmigo.

“Señor Dios, míranos. Mira a esta ciudad y a esta isla, mira a nuestras familias. Señor a ti no ha faltado el trabajo, has hecho el carpintero y eras feliz, Señor nos falta el trabajo. Los ídolos quieren robarnos la dignidad, los sistemas injustos quieren robarnos la esperanza, Señor no nos dejes solos, ayúdanos a ayudarnos entre nosotros y que olvidemos un poco el egoísmo y centremos en el corazón el ‘nosotros’, nosotros el pueblo que quiere ira delante. Señor Jesús que no falte un trabajo, dadnos trabajo y enseñanos a luchar por el trabajo y bendícenos a todos nosotros. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Muchas gracias y recen por mí».

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Sergio Mora

Buenos Aires, Argentina Estudios de periodismo en el Istituto Superiore di Comunicazione de Roma y examen superior de italiano para extranjeros en el Instituto Dante Alighieri de Roma. Periodista profesional de la Associazione Stampa Estera en Italia, y publicista de la Orden de periodistas de Italia. Fue corresponsal adjunto del diario español El País de 2000 a 2004, colaborador de los programas en español de la BBC y de Radio Vaticano. Fue director del mensual Expreso Latino, realizó 41 programas en Sky con Babel TV. Actualmente además de ser redactor de ZENIT colabora con diversos medios latinoamericanos.

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