Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús han cumplido 75 años de presencia en el Perú y Chile. Y lo hacen reafirmándose a sí mismos como “Sembradores de esperanza”, título que lleva el nuevo libro del historiador de la congregación y misionero ahora en Asia, el padre Romeo Ballan.
El trabajo de los combonianos se ha extendido del norte al sur del Perú y a Chile, donde han llevado la palabra de Dios y la animación misionera desde aquel arribo de los primeros religiosos alemanes, complementado luego con la llegada de nuevos refuerzos desde Italia.
A fin de conocer más aún sobre esta experiencia, ZENIT conversó con el padre Luis Weiss, mccj, quien ha sido superior provincial (1984-1989) y secretario general de la Casa General en Roma entre los años 1992 y 1999.
Hoy trabaja en la parroquia Santo Domingo de Palca de la diócesis andina de Tarma. Fue allí donde, a veinte años de su llegada al Perú, los combonianos asumieron el encargo del papa a través del recordado obispo Antonio Kühner.
Entre lo que han evaluado por estos 75 años… ¿qué consideran como lo más importante y destacado de su presencia en estos dos países?
– Padre Weiss: A los 75 años de presencia en el Perú, vemos con gratitud a Dios que el número de misioneros combonianos ha crecido notablemente. Hoy los que estamos presentes en el país somos 63; y los peruanos y chilenos que forman parte de nuestro Instituto son 35. El pequeño grupo inicial de tres combonianos de habla alemana ha llegado a ser hoy una provincia internacional con miembros de trece nacionalidades, procedentes de cuatro continentes. ¡Una riqueza y un reto!
¿A qué se debe este crecimiento?
– Padre Weiss: Se debe, sin duda, también a un hecho que consideramos ‘carismático’: la reunificación de los dos Institutos combonianos que se habían separados en 1923 y se reunieron en 1979. Un hecho singular, que casi no tiene parangón en la historia de la Iglesia. Un destacado promotor de la reunificación, el padre Andrés Riedl, lo había profetizado: “Si nos reunimos, tendremos abundantes bendiciones del Corazón de Jesús”.
¿Cómo llegan al Perú, quién los invita y qué obras empezaron en los primeros años?
– Padre Weiss: Los tres primeros combonianos llegaron al Perú en 1938, para dar asistencia pastoral a los integrantes de la colonia austro-alemana en Pozuzo, en la selva central, en el departamento de Pasco y diócesis de Huánuco. Los colonos vivieron en gran aislamiento por más de cien años.
Y necesitaban asistencia pastoral…
– Padre Weiss: Al quedarse sin sacerdotes de habla alemana, su solicitud llegó a la entonces congregación de los “Misioneros Hijos del Corazón de Jesús” en Alemania, que asumió este compromiso. Muy pronto el obispo pidió a dos de los primeros padres de hacerse cargo del seminario de la diócesis en Huánuco. Cabe notar que la presencia de los combonianos en el Perú es también la primera del Instituto en el continente americano; solo más tarde, se abrieron comunidades en Estados Unidos, México, Brasil…
¿Qué nombres podría mencionar, como misioneros símbolos de la ‘primera hora’?
– Padre Weiss: Los tres de la primera hora fueron: Luis Ipfelkofer, alemán, presbítero misionero con gran experiencia en África, superior de la comunidad y el primero en fallecer en Pozuzo en 1948; el padre Miguel Wagner, el más joven, también de nacionalidad alemana; y el padre Andrés Riedl, austriaco, rector del seminario de Huanuco durante doce años y primer superior de la provincia peruana (1952-56), cuando empezaron a llegar nuevos misioneros después de la gran guerra. El padre Riedl salió del Perú en 1956 para fundar en España dos seminarios a fin de buscar vocaciones sacerdotales para América latina. El libro “Taita Andrés”, publicado este año por el padre Romeo Ballan, da cuenta de la importancia de este misionero.
¿Dónde están trabajando actualmente?
– Padre Weiss: Trabajamos en ocho diócesis. Estamos repartidos en trece comunidades y en las tres zonas del Perú. Estamos entre los nativos de la selva (Pangoa) y de la sierra (Tarma y Huanuco); en periferias de grandes ciudades (Lima, Arequipa, Trujillo); y con los afroperuanos (provincia de Chincha). Estamos comprometidos en la formación de candidatos a la vida misionera ad gentes. La publicación de nuestras revistas Misión sin Fronteras y Aguiluchos responde a nuestro compromiso de animación misionera de la Iglesia local.
La familia comboniana va más allá de los religiosos. ¿Qué otras instituciones están presentes en el país, que comparten su carisma?
– Padre Weiss: Hay en primer lugar las Misioneras Combonianas. También hay un instituto fundado hace algo más de 25 años por un comboniano, el padre Felipe Fierro: los “Misioneros de la Reconciliación del Señor de los Milagros”. Hay, además, dos grupos de laicos, jóvenes y adultos, que comparten el carisma misionero de san Daniel Comboni.
Este aniversario también incluye a Chile. ¿Cómo está extendida la obra en el país del sur?
– Padre Weiss: La fundación en Chile remonta al año 1984, con la finalidad de la animación misionera y promoción vocacional. También hubo algún intento de trabajo en parroquias, pero no se consolidó por falta de personal, principalmente. Actualmente hay una comunidad de tres misioneros en Santiago de Chile, dedicada a la animación misionera y a la atención pastoral en una capilla.
¿Aún consideran al Perú y a Chile como tierras de misión? ¿Por qué?
– Padre Weiss: Como Misioneros Combonianos trabajamos para promover comunidades autosuficientes, al fin de entregarlas lo más pronto posible al clero diocesano. La apertura reciente de una comunidad en la selva peruana (Pangoa) entre nativos de diferentes etnias y con muchos pueblos sin atención pastoral, responde aún a nuestro carisma misionero; asimismo, las otras prioridades por las que hemos optado como instituto en América Latina son periferias, afroamericanos…
Usted ha sido parte importante de estos años; si le tocara escoger nuevamente ¿eligiría volver al Perú? ¿Por qué?
– Padre Weiss: Mi opción como joven sacerdote se dirigía hacia África, pero mi primer trabajo en un seminario menor por 14 años en España me abrió el camino hacia el Perú. La experiencia tan positiva que hicimos de la reunificación en España me hizo trabajar también para una provincia peruana integrada. A los 75 años de presencia comboniana en Perú hay nuevos retos, los retos de la nueva evangelización, que estamos tratando de asumir. El reciente Congreso Juvenil Comboniano en Lima ha demostrado que un creciente grupo de jóvenes peruanos se identifican con el carisma comboniano.
Para conocer más de los Misioneros Combonianos en el Perú aquí