Francisco: "El catequista es un hombre de la memoria de Dios si tiene una relación constante con Él y con el prójimo"

El santo padre ha celebrado la misa en la Jornada de los Catequistas

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El santo padre ha celebrado la eucaristía del domingo en una repleta plaza de San Pedro, en la Jornada de los Catequistas, en ocasión del Año de la Fe. Unas 100.000 personas han estado presentes en la plaza para la celebración eucarística.

Haciendo referencia a las palabras del profeta Amós, ‘Ay de los que se fían de Sión…’ el santo padre ha advertido sobre «el riego de apoltronarse, de la comodidad, de la mundanidad en la vida y en el corazón, de concentrarnos en nuestro bienestar. Y menciona también al hombre rico del Evangelio de hoy y pregunta «¿Y el pobre que estaba a su puerta y no tenía para comer? No era asunto suyo, no tenía que ver con él». Por eso ha subrayado el santo padre que «si las cosas, el dinero, lo mundano se convierten en el centro de la vida, nos aferran, se apoderan de nosotros, perdemos nuestra propia identidad como hombres: el rico del Evangelio no tiene nombre, es simplemente «un rico». Las cosas, lo que posee, son su rostro, no tiene otro».

Para explicar porqué sucede que a veces las personas ponemos nuestra seguridad en las cosas, ha dicho que «si falta la memoria de Dios, todo queda comprimido en el yo, en mi bienestar. La vida, el mundo, los demás, pierden consistencia, ya no cuentan nada, todo se reduce a una sola dimensión: el tener». Y así ha recordado que «estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, no de las cosas, no de los ídolos».

Un segundo aspecto del que papa ha hablado en su homilía es sobre la labor de los catequistas. De tal modo ha afirmado que el catequista es el «que custodia y alimenta la memoria de Dios; la custodia en sí mismo y sabe despertarla en los demás». Y ha puesto como ejemplo a la Virgen María, que «no se cierra en sí misma» y que tras recibir el anuncio del Ángel lo que hace es ponerse en camino, «su primer gesto es hacer memoria del obrar de Dios», ha dicho el papa.

En el cántico de María – ha proseguido – está también la memoria de su historia personal, la historia de Dios con ella, su propia experiencia de fe. Y así es para cada uno de nosotros, para todo cristiano: la fe contiene precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva, que nos transforma. Así mismo, recuerda el papa que el catequista «es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros».  Por eso ha preguntado el papa a los catequistas: «¿somos memoria de Dios? ¿Somos verdaderamente como centinelas que despiertan en los demás la memoria de Dios, que inflama el corazón?»

Para finalizar Francisco ha hablado del camino a seguir para no ser superficiales, «como los que ponen su confianza en sí mismos y en las cosas». Una clave la da san Pablo en la carta a Timoteo «tender a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad, a la paciencia, a la mansedumbre». Y ha añadido que «el catequista es un hombre de la memoria de Dios si tiene una relación constante y vital con él y con el prójimo».

Al concluir, ha pedido al Señor «que todos seamos hombres y mujeres que custodian y alimentan la memoria de Dios en la propia vida y la saben despertar en el corazón de los demás».

Justo antes de la bendición final, monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, ha dado las gracias al santo padre en nombre de los catequistas allí presentes, junto con sus obispos y sacerdotes. Así mismo ha mencionado especialmente a los catequistas venidos de países como Vietnam, Haití, Nigeria, Siria, Turquía, donde son «signo tangible que el cristianismo está vivo y el Evangelio continua siendo anunciado».

Antes de retirarse, el santo padre se ha detenido un largo rato para saludar a los sacerdotes que habían concelebrado la misa. A las 12.15, Francisco se ha subido al jeep descubierto y ha recorrido los pasillos de la plaza y ha llegado hasta la Vía de la Conciliación para saludar y bendecir a los fieles presentes que mostraban su entusiasmo por encontrarse con el pontífice.

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