Apenas unos minutos después de las 9.30 de la mañana, el santo padre ha llegado a la plaza de San Pedro. Durante más de media hora, se ha detenido para besar y bendicir a todos los niños que los guardias de seguridad le acercaban al papamóvil y compartir unas breves palabras con algunos peregrinos que le ofrecían algún regalo. Un gran entusiasmo inundaba la plaza al paso del papa, repleta de la gran multitud que como cada miércoles se reúne para escuchar la catequesis del santo padre.
Y a pesar de estar ya en el mes de noviembre, en pleno otoño europeo, el buen tiempo parece que está dando tregua y permitiendo que los peregrinos venidos de todas las partes del mundo puedan disfrutar sin que la lluvia o el frío les incomode durante este encuentro matutino con el santo padre. Antes de la audiencia, el santo padre ha bendecido la antorcha de la 26 Universiadi invernale, que se inaugurará el 11 de diciembre en Trentino.
Tras el habitual recorrido por la plaza, Francisco ha subido al Sagrado de la plaza al son de trompetas y con una pasillo formado por las banderas que alzaban un grupo de hombres vestidos de época medieval.
Después de escuchar la lectura de los corintios en distintas lenguas, el papa ha dado comienzo a su catequesis. Esta semana, el obispo de Roma ha reflexionado sobre la comunión de los santos.
Al finalizar la audiencia, el papa con gran naturalidad ha contado que esta mañana ha visitado a una niña, Noemí, de un año y medio, enferma. El santo padre ha explicado «ahora me permito pedirles un acto de caridad, estén tranquilos -ha dicho sonriendo- que no se hará una colecta. Antes de venir a la plaza he ido a visitar a una niña de una año y medio, con una enfermedad gravísima, su padre y su madre rezan, piden al Señor por la salud de esta bella niña, se llama Noemí, sonreía pobrecita, hagamos un actor de amor, nosotros no la conocemos, pero es una niña bautizada, es una de nosotros, es una niña cristiana, hagamos un acto de amor por ella, pidamos al Señor en silencio un momento que la ayude y le dé salud y después rezamos el Ave María». Al finalizar la oración mariana, el papa ha agradecido a los presentes «por este acto de caridad». Tal y como han confirmado en la oficina de prensa del Vaticano, la niña acudió acompañada a Santa Marta y se encontró allí con el papa.
El resumen de la catequesis que el papa ha dicho en español ha explicado:
«Queridos hermanos y hermanas: Hoy quisiera hablar de la comunión de los santos, que crece mediante la participación en los bienes espirituales de la Iglesia.
En los sacramentos nos encontramos con Jesús y, por medio de Él, entramos a formar parte del santo Pueblo de Dios. Todo encuentro con el Señor tiene un carácter misionero. Por eso, los sacramentos constituyen una invitación a comunicar a los otros lo que hemos visto y oído, a llevar a los demás la salvación que hemos recibido.
A su vez, los carismas son dones y gracias especiales que el Espíritu Santo reparte para la edificación de la Iglesia, es decir, de su santidad y de su misión en el mundo. Ellos enriquecen la caridad, que está por encima de todo. Sin amor, los carismas son vanos. Con amor, hasta el menos de nuestros actos repercute en el beneficio de todos.
La caridad es la mayor riqueza de la Iglesia. Vivir la comunión en la caridad significa no buscar el propio interés, sino ser capaces de compartir las alegrías y los sufrimientos de los hermanos, ser capaces de llevar los unos las cargas de los otros.
No lo olvidemos; los bienes espirituales que compartimos en la Iglesia están al servicio de la comunión y de la misión, y mediante la comunión de los santos cada uno de nosotros somos signo y «sacramento» del amor de Dios para los demás y para el mundo entero».
Al finalizar estas palabras, ha saludado «cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Panamá, Argentina y los demás países latinoamericano. Que María Santísima haga de todos nosotros discípulos misioneros, que dan gratis las gracias recibidas.
Hoy se ha dedicado, de forma extraordinaria, un espacio a la lengua húngara; el resumen de la catequesis y un saludo especial para los peregrinos de esta procedencia. En italiano el santo padre se ha dirigido a ellos y les ha dicho «saludo cordialmente a los participantes del peregrinaje nacional de gitanos húngaros. Habéis traído aquí con vosotros la cruz que hace diez años fue bendecida en esta plaza por el beato Juan Pablo II. De la cruz de Cristo, signo de amor, de misericordia y de reconciliación, continuad dibujando la esperanza y la fuerza necesarias para ser apóstol entre vuestra gente. ¡Os bendigo de corazón y a todos vuestros seres queridos».