El congreso titulado “La trata de personas: la esclavitud moderna” que se realizó el 2 y 3 de noviembre en el Vaticano, en la Casina Pío IV, relaciona íntimamente la explotación sexual, la droga y el tráfico de órganos.
En particular propone un nuevo enfoque sobre la prostitución. “San Agustín consideraba que la prostitución se debía tolerar como mal menor. Entretanto Benedicto XVI había llegado a la conclusión de que hoy en día y tal y como están las cosas, no hay que tolerar eso”. Lo explicó el presidente de la Federación Internacional de Médicos Católicos (FIAMC), Simón Castellví, en esta entrevista a ZENIT, que compartimos con nuestros lectores.
El doctor Castellví al introducir la temática precisó: “El congreso que se realizó en el Vaticano junto a las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales se desarrolló durante dos días completos, mientras que el día previo fue de intercambios de ideas entre los médicos católicos”.
El presidente de la FIAMC ha recordado que conferencia “nació por deseo del mismo papa Francisco, que en una nota manuscrita nos pidió que trabajásemos el tema del tráfico de personas en toda su extensión y como también el tráfico de órganos”.
Añadió que “al santo padre este tema le preocupa, porque sucede a escala planetaria, demasiadas veces. Un solo caso ya sería demasiado, pero estamos hablando de millones de personas abusadas. Algo tenemos que hacer… Las Academias y los médicos católicos podemos ayudar informando a la Iglesia y al santo padre, para que puedan tomar decisiones operativas” dijo.
Interrogado sobre la matriz delictiva del fenómeno, el Dr. Simón Castellví indico que se necesita una convergencia de esfuerzos. Por ello “la conferencia ha contado con el aporte de un coronel de la Guardia Civil de Barcelona, que nos explicó los avances policiales". Y concluyó que "la policía es un paso; los jueces son otro paso; las instancias internacionales son otro paso más; y los políticos también… Si no hay voluntad política lo demás funciona peor”.
Y precisó que durante este congreso “nos hemos dado cuenta de que la rueda del tráfico de personas, especialmente de mujeres, va unida siempre al sexo, a la droga, a la violencia mafiosa y a la delincuencia fiscal. Es una rueda. No se pueden distinguir. Esto ha quedado muy claro”.
“También nos ha quedado muy claro --aseveró el médico-- y lo diremos ampliamente más de una vez, que esa tolerancia que ha habido con la prostitución durante siglos debería terminar. Debería terminar, porque no hay ninguna mujer que como trabajo quiera ser prostituta. Eso es muy raro. Y luego, siempre detrás de una prostituta hay alguien que se beneficia económicamente. Hay dinero… hay un lavado de dinero… y hay un dinero que se utiliza para cosas malas… De manera que, la prohibición sería muy buena. Ese mal menor que, durante siglos en Occidente y en otras partes, se ha pensado que podía existir como tolerancia, no como aceptación”.
Y aquí el presidente de la Federación de Asociaciones Médicas Católicas, indicó la necesidad de un nuevo enfoque: “Entre los expertos, ha habido una unanimidad a la hora de pensar que la prostitución es algo que se tiene acabar. De hecho, hace poco tiempo atrás el santo padre Benedicto XVI le pidió al embajador alemán que se prohibiera la prostitución. Y eso que Benedicto es más bien agustiniano y san Agustín consideraba que la prostitución se debía tolerar como un mal menor. Entretanto Benedicto XVI había llegado a la conclusión de que, hoy en día y tal y como están las cosas, no hay que tolerar eso”.
Precisó entretanto que es indispensable hacer una distinción: “En el congreso hemos visto que no hay que criminalizar a las víctimas. Las víctimas son las prostitutas, pero también son las personas que han sido llevadas de un país a otro, para hacer trabajos forzados, a las que se les retira el pasaporte. No habría que criminalizar a la víctima jamás. Habría que penalizar al cliente, quizás económicamente, que es la manera más cómoda y que entiende mejor la gente; no permitir a los proxenetas, y perseguir el dinero. Oler el dinero. Esto ha funcionado con el terrorismo internacional. Seguir el flujo del dinero”.
Interrogado por ZENIT, por el caso alemán, donde la prostitución es presentada en un marco de legalidad y tutela por la ley, el presidente de la FIAMC no tuvo dudas: “Son explotaciones quizás más sibilinas, pero siempre hay una explotación. Como dijo alguien en el congreso, nadie querría que sus hijas estudiaran en una universidad que instruyera cómo prostituirse, hicieran prácticas de prostitución y luego trabajaran como prostitutas. Eso a nadie le gusta”.
Sobre las propuestas concretas que presentaron los médicos católicos el doctor Simón Castellví indicó: “Por ejemplo, la presidenta de los médicos católicos de Río de Janeiro y representante de Latino América en la FIAMC, Dra. Maria Inez Linhares de Carvalho, ha hablado en el congreso de su experiencia de veinticinco años atendiendo a prostituidas. Se dedica a ayudarlas y reinsertarlas y lo hace de una manera muy curiosa.
Es médico estético y se dedica a reparar sus lesiones. Ellas son maltratadas, pueden tener la nariz rota, una perforación en una mejilla… Las repara, desde el punto de vista médico, las trata con cariño, les aumenta la autoestima. Hay quien piensa que esto puede ser negativo, porque aumenta su precio. Pero estas mujeres cuando sienten más autoestima, tienen más facilidad para salir de este mundo. Un mundo, en Río, que está bajo la dictadura de una droga que se llama crack. La dosis cuesta un real, que son unos treinta centavos de euro. Esta droga es un desastre para el cerebro, las familias, las personas… Hay mafiosos metidos en el crack y que usan las favelas. La prostitución y los robos se deben mucho al crack, para conseguir dinero”.
No sólo hemos trabajado el tema de la prostitución. También hemos hablado del tráfico de personas en general, que es algo que existe. (Continuará mañana).