Esta tarde en la basílica de San Pedro, el santo padre ha ordenado obispo al padre Fernando Vérgez Alzaga, de la congregación de los Legionarios de Cristo, nombrado secretario general del Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano el 30 de agosto 2013 y elegido obispo titular de Villamagna de Proconsolare el 15 de octubre de 2013.
Francisco, a pesar de estar resfriado y de haber suspendido los encuentros programados para esta mañana, no postergó la ceremonia y durante la homilía ha reflexionado sobre la responsabilidad eclesial que implica la ordenación episcopal. «Para perpetuar el ministerio apostólico, los doce se rodearon de colaboradores trasmitiéndoles con la imposición de las manos el don del Espíritu recibido de Cristo que concede la plenitud del sacramento del orden», ha explicado.
En el obispo, rodeado de sus presbíteros – ha continuado el santo padre – está presente en medio de vosotros el mismo Señor Jesucristo, sumo sacerdote eterno. El santo padre ha indicado que «es Cristo, de hecho, que en el ministerio del obispo continúa a predicar el Evangelio de salvación y a santificar a los creyentes mediante los sacramentos de la fe», añadiendo que «Cristo, en la sabiduría y la prudencia del obispo guía el pueblo de Dios en el peregrinaje terreno hasta la felicidad eterna».
Francisco ha invitado a recordar las palabras de Jesús a los apóstoles: «Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les desprecia a ustedes, me desprecia a mí. Y quien me desprecia a mí, desprecia al que me ha enviado».
Dirigiéndose al nuevo obispo, Francisco le ha dicho: «Fernando, queridísimo hermano, tantas cosas me vienen a la memoria en este momento. Elegido por el Señor. Reflexiona que has sido elegido entre los hombre y para los hombres. Has sido constituido en las cosas del Señor». Y así, le ha recordado que «el episcopado es el nombre de un servicio, no de un honor».
El papa ha querido mencionar «el gran servicio de ternura y caridad que tú has dado al cardenal Pironio, estoy seguro que él está entre nosotros en este momento y se alegra. En nombre de la Iglesia te doy las gracias una vez más. Un servicio humilde y silencioso. Un servicio de hijo y de hermano». Y también ha querido subrayar «la amistad con el cardenal Quarracino que te quería mucho».
Le ha exhortado a anunciar la Palabra «en toda ocasión, oportuna y no oportuna». Asimismo, ha añadido que «a la Iglesia a ti confiada, sé fiel custodio y dispensador del misterio de Cristo». Al respecto, el pontífice ha señalado que de una forma especial se le ha confiado la atención pastoral de los trabajadores del Vaticano, «eres su padre y su hermano, con verdadero amor y ternura».
Francisco ha invitado al ya obispo Alzaga, a imitar siempre al Buen Pastor que conoce a sus ovejas, que es conocido por sus ovejas y por ellas daría la vida. «Ama con amor de padre y de hermano a todos aquellos a los que Dios te confía». Y hacerlo de forma especial, con los presbíteros y diáconos, sus colaboradores en el ministerio; y también con los pobres, los indefensos y los que necesitan acogida y ayuda. «Exhorta a los fieles a cooperar en el compromiso apostólico y escúchales». Del mismo modo le ha invitado a tener viva atención hacia quienes no pertenecen al rebaño de Cristo «porque esos también te han sido confiados en el Señor».
Para concluir, Francisco le ha recordado finalmente que el obispo debe velar «con amor y gran misericordia por todo el rebaño, en el cual el Espíritu Santo le pone a guiar la Iglesia de Dios. En el nombre del Padre, del cual haces presente la imagen; en nombre de Jesucristo su Hijo de quien eres constituidos maestro, sacerdote y pastor. Y en nombre del Espíritu Santo que da vida a la Iglesia y con su potencia sostiene nuestra debilidad».