Congreso en el Vaticano sobre ancianos y enfermedades neurodegenerativas

Organizado por el Pontificio Consejo para los Operadores Sanitarios, rechaza el encarnizamiento terapéutico y propone el acompañamiento para evitar la tentación de la eutanasia

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La 28 conferencia internacional centrada sobre los ancianos y personas con enfermedades neurogenerativas inició hoy en el Vaticano y durará hasta el próximo sábado. La misma es organizada por el Pontificio Consejo para los Operadores Sanitarios, cuenta con la participación de más de 400 personas entre los cuales muchos especialistas de los más diversos países y lleva por título “La Iglesia al servicio de la persona anciana y enferma: la curación de las personas con patologías neurodegenerativas”.

“El futuro de las personas ancianas enfermas, paradojalmente empeoró, aumentando la tentación de recurrir a la eutanasia” indicó este jueves el presidente del Pontificio Consejo de los Operadores Sanitarios, Zygmunt Zimowski. “Hoy durante la santa misa -dijo- hemos verdaderamente rezado y gritado al mundo: ‘No a la eutanasia’, porque es una vergüenza de nuestro tiempo”.

Recordó que son transformaciones que se registraron a partir de la segunda parte del siglo pasado, en particular en los países desarrollados en los que se ha registrado una reducción del soporte social que la familia aseguraba, con la consiguiente marginación de las personas ancianas.

El arzobispo polaco añadió que mientras antes la vejez era considerada como “un período de sabiduría”, hoy en cambio es considerada como una “fase de decadencia” y en una sociedad que pone en el primer lugar la productividad, los ancianos pueden ser empujados a interrogarse “si su existencia es aún útil” y por lo tanto caer en la tentación de considerar la eutanasia como una liberación.

Consideró que por lo tanto es muy importante el acompañamiento que los familiares y amigos pueden ofrecer a los ancianos, así también como darles un seguimiento espiritual para descubrir en el sufrimiento “una participación a la pasión de Cristo y por lo tanto a la redención”. Recordó que el sufrimiento lleva a interrogarse sobre el sentido que uno tiene, lo que “puede llevar a la desesperación… o a acercarse al Señor”.

En la fase terminal por lo tanto la persona se encuentra expuesta a dos peligros: el encarnizamiento terapéutico y la eutanasia. Sobre el primero “la Iglesia nunca estuvo a favor de un tal exceso terapéutico que va contra la dignidad de la persona humana”.

En cambio sobre la tentación del suicido asistido la Iglesia recuerda “el principio inalienable de la sacralidad e inviolabilidad de la vida”. Se anima además a las familias a cuidar a sus ancianos. Y cuando la familia no puede o no quiere hacerlo, la pastoral se orienta a un acompañamiento en las estructuras sanitarias”. Pero no se trata solamente de aliviar el dolor físico, concluye Mons. Zimowski, sino también de acompañar a las personas con competencia y amor.  

(RED/HSM)

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ZENIT Staff

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