Las bajas temperaturas empiezan a sentirse con fuerza en la capital italiana, pero no son impedimento para que miles de fieles acudan a la plaza de san Pedro. Y aunque ya son muchos menos los peregrinos que acuden a la audiencia, hoy en torno a 30.000, el entusiasmo y la alegría que se respira es la misma que cuando las temperaturas son más agradables. El santo padre ha llegado con el jeep descubierto a las 9.45 a la plaza y ha dedicado media hora a recorrerla, con calma, sin prisas y deteniéndose con cada niño que le acercaban para darle su bendición. Banderas, pancartas y flases de las cámaras que quieren inmortalizar el momento daban color al recorrido. Mientras, una magistral música de trompetas acompañaba el trayecto del santo padre .
La catequesis de esta mañana ha continuado con el tema de la semana pasada, «la resurrección de la carne».
Estas son las palabras del santo padre en el resumen en español:» Queridos hermanos y hermanas. Hoy volvemos sobre la afirmación: «Creo en la resurrección de la carne». Esto no es fácil de entender estando inmersos en este mundo, pero el Evangelio nos lo aclara: el que Jesús haya resucitado es la prueba de que la resurrección de los muertos existe. Ya la fe en Dios, creador y liberador de todo el hombre – alma y cuerpo–, abre el camino a la esperanza de la resurrección. Esta esperanza se cumple en la persona de Jesús, que es «la resurrección y la vida»); que nos ha tomado con él en su vuelta al Padre en el Reino glorioso. La omnipotencia y la fidelidad de Dios no se detienen a las puertas de la muerte. Cristo está siempre con nosotros, viene cada día y vendrá al final. Entonces Él resucitará también nuestro cuerpo en la gloria, no lo devolverá al mundo terrenal. Viviendo de esta fe, seremos menos prisioneros de lo efímero, menos prisioneros de lo pasajero. Esta transfiguración de nuestro cuerpo se prepara ya en esta vida por el encuentro con Cristo Resucitado, especialmente en la Eucaristía, en la que nos alimentamos de su Cuerpo y de su Sangre. En cierto modo, ya ahora resucitamos, participamos por el Bautismo de una vida nueva, participamos del misterio de Cristo muerto y resucitado. Tenemos una semilla de resurrección, un destello de eternidad, que hace siempre toda vida humana digna de respeto y de amor».
A continuación ha saludado «con afecto a los peregrinos de lengua española, venidos de España, Argentina, Perú, Venezuela y otros países latinoamericanos. Que todos demos testimonio alegre de esa condición de vida eterna hacia la que caminamos».
En el saludo en lengua italiana el santo padre ha recordado que ayer se celebró la memoria de san Francisco Javier, patrón de la misiones. «Este santo sacerdote nos recuerda el compromiso de cada uno de anunciar el Evangelio», ha indicado. Asimismo ha pedido «queridos jóvenes, sed valientes testigos de vuestra fe; queridos enfermos, ofreded vuestra cruz cotidiana por la conversión de los lejanos a la luz de la Iglesia; y vosotros, queridos recién casados, sois anunciadores del amor de Cristo a partir de vuestra familia».
Tras los saludos a los peregrinos y el resumen de la catequesis en las distintas lenguas y antes de dar por finalizada la catequesis, el papa ha invitado a todos a rezar «por las monjas del Monasterio greco-ortodoxo de San Tecla en Ma’lula, en Siria, que hace dos días fueron llevadas a la fuerza por hombres armados. Rezamos por estas monjas, estas hermanas y por todas las personas secuestradas a causa del conflicto en curso. Continuamos rezando y trabajando junto por la paz». Y todos los presentes, junto a Francisco, han rezado un Ave María.
Para finalizar, ha llegado el turno de los saludos, en los que el papa no escatima en tiempo ni ternura con cada una de las personas con las que se detiene: desde los obispos, hasta los niños, los enfermos o los recién casados. Todos ellos reciben unas palabras, una sonrisa y una bendición del santo padre y se llevan también su bendición. Mientras, la banda musical, de nuevo acompaña este momento; hoy comenzando por el conocido villancico jingle bells.