El papa Francisco ha escrito una carta al Ministro General de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, fray José Narlaly, con motivo del octavo centenario de la muerte de su fundador, san Juan de Mata, y los cuatrocientos años del feliz tránsito de san Juan Bautista de la Concepción, reformador de la misma orden religiosa.
En su misiva hecha pública hoy, el santo padre dice que "el carisma de los religiosos trinitarios es un don de Dios, acogido por la Iglesia desde su inicio por medio de la aprobación pontificia". Y añade que "Dios nos ha primereado, nos ha ganado la mano, eligiendo a estos siervos suyos para manifestar en ellos sus misericordias".
Asimismo, el pontífice destaca que "todos estamos llamados a experimentar la alegría que brota del encuentro con Jesús, para vencer nuestro egoísmo, salir de nuestra propia comodidad y atrevernos a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio". "Esto fue lo que hicieron con su vida y coraje apostólico san Juan de Mata y san Juan Bautista de la Concepción", prosigue el papa. "Ellos, que llevaban unas existencias religiosas, respetables, aunque tal vez un tanto acomodadas y seguras -- explica Francisco -- recibieron de Dios una llamada, que los volvió del revés y los empujó a gastarse y desgastarse en favor de los más necesitados, de los que más padecían por proclamar su fe en el Evangelio, de aquellos a los que se les quería robar esa alegría".
A través de los siglos, en perfecta sintonía con ese espíritu fundacional, "la Casa de la Santa Trinidad -- recuerda el santo padre -- ha sido casa del pobre y postergado, un lugar donde se curan las heridas del cuerpo y del alma, y esto con la oración, que como bien decía su Santo Reformador es mejor medicina que muchos remedios, y también con la entrega incondicional y con el servicio desinteresado y amoroso".
En efecto, afirma el pontífice, "los Trinitarios tienen claro, que en la Iglesia toda responsabilidad o autoridad debe ser vivida como servicio. De ahí que nuestra acción ha de estar despojada de cualquier deseo de lucro o promoción personal y tiene que buscar siempre poner en común todos los talentos recibidos de Dios, para dirigirlos, como buenos administradores, al fin para el que se nos han concedido; esto es, para aliviar a los más desfavorecidos". "Ése es el interés de Cristo -- puntualiza el papa -- y por ello las casas de vuestra Familia tienen la «puerta siempre abierta» para la acogida fraterna".
Finalmente, Francisco ha rogado a los Trinitarios que, siguiendo el ejemplo de sus santos, no dejen nunca de imitar a Cristo, entregándose con humildad a servir al pobre y al cautivo:
"Hoy hay muchos. Los vemos cada día y no podemos pasar de largo, contentándonos con una buena palabra. Cristo no fue así. Atrévanse también ustedes a primerear, tal y como se lo proponía san Juan Bautista de la Concepción a sus frailes con la simpática imagen de un juego de cartas, tratando de hacerles entender que es en este envite por el pobre que ganamos la vida auténtica y dichosa. Es ése el desafío que Dios nos hace: sus pobres, y si perdemos esta mano, nos dice, estamos totalmente perdidos".
Y el santo padre concluye pidiendo que "no dejen de rezar por el Papa". "Me agrada mucho pensar que ustedes, en la oración, ponen al Obispo de Roma junto a los más pobres. Esto me recuerda que yo no puedo olvidarme de ellos, como no se olvidó de ellos Jesús. Que Él los bendiga y la Virgen Santa los cuide", señala.