Inadaptaciones tecnológicas

Y las derivas impuestas socialmente a los no nativos digitales

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La inadaptación a la tecnología, al consumismo y a la comida ‘basura’ o ‘chatarra’ son una nueva causal para aplicar la eutanasia en Suiza, un país de «primer mundo». La víctima tiene nombre y una historia detrás: inglesa de nacionalidad, keniata de nacimiento, Anne, profesora jubilada de arte, apeló precisamente a la inadaptación a lo arriba referido para que se le practicara la eutanasia. De este modo se asesinó legalmente a esta mujer de 89 años y sin hijos.

La profesora Anne refirió en distintos momentos que las cosas ya no se hacían como antes. En una entrevista ofrecida días antes de su muerte a The Sunday Times («It’s adapt or die — she couldn’t adapt», 06.04.2014) Anne manifestó su horror al tener que enfrentarse a una sociedad en la que «tantas personas se pasan la vida sentados frente a un ordenador o una televisión». Y añadía: «Nunca he tenido una televisión, solo he tenido una radio. La gente está cada vez más alejada. Nos estamos convirtiendo en robots. Esto es falta de humanidad».

Más allá de que este caso se esté convirtiendo en una bandera para todos grupos que promueven el asesinato «voluntario» de cualquier persona y bajo cualquier pretexto (la profesora Anne, por ejemplo, no tenía enfermedad grave ni mucho menos incurable) o de que haya sido precisamente la «clínica» Dignitas la que una vez más haya hecho valer el principio de que «cualquier pretexto es válido para matar», está algo más profundo: ¿en qué medida las tecnologías nos están haciendo menos humanos?

Es verdad que ahora internet nos acerca al lejano pero no es menos cierto que en muchos casos y no pocas veces nos aleja de los cercanos. Y por cercanos no se entiende solamente el núcleo familiar que nos rodean sino incluso aquellas personas con las que de uno u otro modo entramos en contacto todos los días.

Un estudio publicado por Pew Research Forum («Two Dramas in Slow Motion», 11.04.2014) mostraba el nuevo rostro de la sociedad americana, un rostro que plantea desafíos especiales debido a los desfases de edad en la población: para 2060 la pirámide poblacional de la Unión Americana será más bien un rectángulo. Esto supondrá que Estados Unidos tendrá la misma cantidad de población mayor de 85 años que la de menores de 5 años. O en palabras más sencillas: natalidad muy baja y vidas más longevas. Las consecuencias de este nuevo panorama será, según el estudio del Pew Research, una tensión política y económica pues habrá menos adultos en edad laboral que deberá financiar a un bloque no mínimo de jubilados.

Volviendo al campo de la tecnología, el estudio del conocido grupo demoscópico americano muestra que los jóvenes de hoy son la primera generación de nativos digitales: el mundoon line es su hábitat natural mientras que otros han tenido que adaptarse a esa realidad omnipresente. Las tecnologías se constituyen pues como indispensables ya no sólo para la interacción social y la adquisición de información sino también para la aceptación social.

En una entrevista realizada el 31 de marzo pasado por jóvenes belgas al papa Francisco, el Santo Padre respondía de este modo aludiendo a la cultura del descarte:

«Hemos entrado en la cultura del descarte: lo que no sirve a la globalización, se descarta. Los ancianos, los niños, los jóvenes. Pero así se descarta el futuro de un pueblo porque en los niños, en los jóvenes y en los ancianos está el futuro de un pueblo. Los niños y los jóvenes porque llevarán adelante la historia y los ancianos porque son los que deben darnos la historia de un pueblo, cómo ha ido el camino del pueblo. Y si se descartan tendremos un grupo de gente sin fuerza porque no habrá tantos jóvenes y niños y, además, sin memoria. ¡Y esto es gravísimo!».

Más allá del caso puntual de la profesora Anne, que es en definitiva una experiencia de sinsentido de la vida ante una situación de soledad, no deja de ser llamativo que a la hora de denominar y clasificar a los grupos humanos en virtud del acceso y uso (o no) a las tecnologías, los que tienen entre 18 y 33 años sean llamados «milllennial», los que tienen entre 34 y 49 años «Gen X», los que tienen entre 50 y 68 años «boomer» y –aquí está la sorpresa– los que tienen entre 69 y 86 años «silent». Hay formas de imponer silencios tecnológicos y así descartar a personas que por diversas razones no logran habilidades en ese campo. El desenlace de Anne posiblemente es parte de ese «silent» impuesto.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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