'"One of us" es la voz de los más débiles ante las instituciones de la UE'

Entrevista con Pablo Siegrist, coordinador de esta plataforma pro vida en España

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Estos días se ha celebrado en Bruselas la audiencia pública para la recepción oficial de la Iniciativa Ciudadana Europea “One of Us”. Esta iniciativa solicita a las instituciones comunitarias la protección efectiva del ser humano desde su concepción, mediante la no financiación por parte de la UE de programas de investigación que supongan la destrucción de embriones o la subvención del aborto en los programas de cooperación al desarrollo de otros países.

En esta entrevista concedida a ZENIT, el coordinador de “One of Us” en España, Pablo Siegrist explica cuáles son los logros conseguidos hasta ahora por esta plataforma ciudadana y reflexiona sobre algunas cuestiones relativas a la defensa de la vida.

Muchos afirman que el embrión no es una persona. ¿Qué piensa usted sobre esto?
— Pablo Siegrist: Lo importante no es lo que uno piense sobre esta cuestión, sino lo que realmente el embrión es. Y en lo que las ciencias aplicadas son unánimes es en que, desde el momento de la fecundación, el óvulo y el espermatozoide dejan de ser lo que eran para formar una nueva unidad de vida diferenciada genéticamente, que va a mantener su identidad genética durante todo su desarrollo posterior, siendo totalmente distinta de la de los progenitores. Por tanto, parece claro que a partir de ahí estamos hablando de un ser humano distinto, que va a experimentar el desarrollo propio del resto de los seres humanos: embrión, feto, bebé, niño, adolescente, joven… Es decir, si uno es una persona con veinte años de edad, parece lógico pensar que lo es también con un día de vida, ¿no? Por tanto, sí, pienso que el embrión humano es una persona.

Quienes se oponen a la investigación con células madre embrionarias  o a las técnicas de reproducción asistida suelen ser tachados de reaccionarios, de insolidarios con los enfermos y de integristas. ¿La defensa de la vida es una cuestión ideológica o religiosa?
— Pablo Siegrist: En primer lugar, debemos diferenciar entre ambas técnicas, aunque existe cierta relación entre ellas. Básicamente, una de ellas intenta paliar enfermedades; la otra ofrece una salida al deseo de una persona de ser madre.
En relación con la investigación con células madre embrionarias, oponerse a ella no quiere decir ser insolidario con los enfermos. Es más, en mi opinión, es muestra de solidaridad mayor, porque en esta postura se tienen en cuenta todos los seres humanos implicados en tales procesos, ya que no podemos olvidarnos que el objeto de la investigación con células embrionarias son los propios embriones, a los que para extraer tales células se les destruye. Expresado sin eufemismos: cuando uno extrae de un embrión una célula madre embrionaria lo que hace es asesinar al embrión del que se extrae. Algo así como arrancar el corazón a una persona para investigar con él y de esa forma intentar desarrollar alguna terapia que cure la enfermedad de otro: ¿es insolidario o integrista pensar que hacer eso es una barbaridad, porque al arrancar a una persona el corazón se le mata? ¿O sólo debemos tener en cuenta la intención de curar a otro con la que el que mata asesina al legítimo dueño de ese corazón? No veo ninguna actitud reaccionaria en defender a los dueños de corazones que no quieren ser asesinados para curar a otros. Pues lo mismo vale para la defensa de los embriones, con el agravante de que en estos casos no tienen capacidad de defenderse por sí mismos. Y, por si esta situación no fuese ya incomprensible por sí misma, esto se agrava con el hecho de que la investigación empleando embriones humanos está demostrando reiteradamente su ineficacia desde una perspectiva clínica, frente a la desarrollada con células madre adultas, como lo demuestra el Nobel otorgado al científico japonés Yamanaka.
Respecto de la reproducción asistida, aparte de las consideraciones morales vinculadas a esta técnica que desvincula la fecundación de la relación  de amor entre los padres, consideraciones que no pueden obviarse, existe un problema de índole práctica que es de la mayor importancia: como resultado de esta técnica, numerosos embriones son congelados, conservados en bancos de embriones, acabando finalmente siendo objeto de investigación y, por tanto, asesinados. Además, ¿es lícito conservar a un ser humano congelado, frenando su desarrollo?

¿Existe algún interés económico detrás de la manipulación de embriones humanos?
— Pablo Siegrist: Parece evidente que algo así debe existir cuando uno contempla el interés de determinadas instituciones por financiar una investigación que no da resultados desde las perspectivas clínica y médica y que, hoy por hoy, no ha conducido al éxito de terapia alguna que haya curado a un solo enfermo. Las células madre embrionarias tienen una potencialidad que les lleva a promover el desarrollo de tumores en los casos en que se han empleado de forma terapéutica en ratones, por lo que estos tratamientos son ineficaces y no pueden aplicarse al tratamiento de seres humanos. Además, la capacidad de las terapias desarrolladas a partir de células madre adultas de adaptarse a las necesidades del paciente concreto, del que han sido extraídas, es mucho mayor y no generan incompatibilidades. Sin embargo, existen grandes bancos de embriones congelados fruto de los “excedentes” de las terapias de reproducción asistida, es decir, embriones producidos en laboratorio cuyos progenitores no quieren acoger para darles el desarrollo que merecen: así, los laboratorios se encuentran con muchos seres indefensos que son un problema para ellos por su alto coste de mantenimiento y de los que pueden obtener un lucro alto si son empleados para investigación aplicada, además de que este uso les permite disponer de mayor espacio para almacenar nuevos embriones fruto de nuevos ciclos de reproducción asistida.

¿Cuál es el principal logro de la iniciativa ciudadana europea «One of us»?
— Pablo Siegrist: Hasta ahora, “One of Us” ha servido para poner de relieve ante la sociedad europea la existencia de una grave incoherencia en las políticas públicas de la Unión Europea, que defiende los derechos del hombre pero financia simultáneamente proyectos que implican o promueven la destrucción de embriones, esto es, la matanza de seres humanos, con fondos provenientes de los impuestos de todos los ciudadanos de la Unión. Sólo el hecho de que casi dos millones de ciudadanos en Europa hayan sido conscientes de esta incoherencia y hayan avalado nuestra petición, y que su voz haya podido ser escuchada por la Comisión y el Parlamento Europeos, como sucedió la semana pasada en Bruselas, es algo que no hubiera sido posible sin el lanzamiento de esta campaña.

¿Cómo cree que reaccionará la Comisión Europea?
— Pablo Siegrist: En Europa llevamos años hablando del déficit democrático que envuelve a las instituciones de la Unión Europea, que hace además que tantos ciudadanos las sientan lejos y caigan presa del “euroescepticismo”. Con el objetivo de paliar este déficit, el Tratado de Lisboa introdujo la iniciativa ciudadana europea como instrumento jurídico que permitiese a la ciudadanía de la Unión hacer oír su voz en Bruselas. “One of Us” ha sido la iniciativa que ha obtenido un mayor respaldo social hasta la fecha y la Comisión Europea no puede desoír la voz de tantos europeos que piden un trato equitativo para todos los ciudadanos, independientemente de su estadio de desarrollo, de modo que haya un reconocimiento efectivo de los derechos humanos en toda la Unión y en su acción en el extranjero. Sería raro pensar que la Comisión Europea no dé curso a una petición tan lógica, a mi entender.

En Cracovia, ustedes acordaron la puesta en marcha de una federación para defender la vida en la UE. ¿Hay alguna novedad al respecto?
— Pablo
Siegrist: La puesta en marcha de la Federación Europea “One of Us” se firmó en Bruselas el pasado día 10 de abril, en un acto que tuvo lugar después de la audiencia pública de la iniciativa ante el Parlamento Europeo. Se han unido a esta Federación 31 entidades de 18 países europeos, aparte de muchas otras que han expresado su deseo de adherirse en el futuro. Así, hoy podemos decir que esta Federación es una realidad que nace para ser voz de los más débiles ante las instituciones europeas, de modo que nunca más se desoiga esta voz.

¿Qué le parece el anteproyecto de reforma de la ley del aborto que ha presentado el ministro de Justicia en España?
— Pablo Siegrist: El anteproyecto de Ley que ha presentado el ministro Gallardón es un avance y estoy deseando que siga adelante su tramitación legislativa. De hecho, todos los países de la Unión están pendientes de este proyecto, dado que supondrá un punto de inflexión a unas políticas que parece que sólo pueden ir en el sentido de mayor indefensión del embrión humano. España será el primer país de Europa occidental en dar marcha atrás en la política permisiva con la matanza de inocentes. Pero debe quedar claro que éste no es un final: todavía hay que seguir trabajando para que se reconozca el derecho a nacer de todo ser humano, independientemente de cualquier circunstancia, que es algo en lo que el proyecto se queda corto.

Bélgica acaba de aprobar una norma que permite la eutanasia infantil en determinados supuestos. ¿Podría extenderse esta práctica al resto de Europa?
— Pablo Siegrist: La ley belga, que es una aberración, está poniendo de manifiesto la aberración de las leyes que permiten el aborto: no hay ninguna diferencia entre matar a un inocente dentro o fuera del útero materno. ¡La única diferencia es que se le ve más y eso nos hace más conscientes de lo inhumano que es un hecho así! Con esa ley, niños que no hayan sido asesinados en el vientre de su madre por no habérseles diagnosticado una patología en ese momento podrán ser asesinados una vez nacidos. Espero que una legislación así no se extienda a ningún otro país, aunque haya proyectos en marcha para que así sea. Desde luego, desde la Federación Europea “One of Us” seguiremos trabajando para defender a esos niños indefensos, antes o después de su nacimiento.

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Iván de Vargas

Profesional de la comunicación con más de 15 años de experiencia en la información religiosa. A lo largo de su dilatada trayectoria, ha desempeñado diferentes responsabilidades: delegado diocesano de Medios de Comunicación Social de Córdoba y director de la Revista Primer Día; director de comunicación de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM); redactor jefe del Semanario Alba, y responsable de comunicación de María Visión España, donde ha dirigido y presentado diferentes programas de TV. Asimismo, ha sido colaborador de diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales (Cadena Cope, Popular TV, Intereconomía TV, Radio Intereconomía, La Nación, Trámite Parlamentario y Municipal, Radio Inter, Radio María, Semanario Alfa y Omega, Avvenire, etc.). En este tiempo, ha estado especialmente vinculado a la cobertura informativa de las actividades del Papa y la Santa Sede. Actualmente es redactor de la agencia ZENIT. También es miembro fundador de Crónica Blanca y socio de la Unión Católica de Informadores y Periodistas de España (UCIP-E).

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