El sacerdote Giuseppe Girotti, de la Orden de los Hermanos Predicadores, «asesinado por odio a la fe en el campo de concentración de Dachau» en mano a los nazis, será proclamado beato este sábado en Alba, Piamonte. El papa Francisco lo ha recordado en la audiencia general del miércoles, deseando que «su heroico testimonio cristiano y su martirio puedan suscitar en muchos el deseo de adherirse cada vez más al Jesús y al Evangelio». Para representar al Santo Padre en la beatificación estará el cardenal Giovanni Coppa, nativo de Alba.
El padre Girotti fue uno de los 1500 sacerdotes muertos en el campo de concentración de Dachau. Nació en Alba el 15 de julio de 1905, de una familia muy pobre, fue ordenado sacerdote de la orden de los dominicos en 1930. Perfeccionó los estudios bíblicos en Jerusalén en la escuela de padre Lagrange del año 1932 al 34 y consiguió el título de «Prolita en Sagrada Escritura» en Roma, en la Pontificia Comisión Bíblica. Y así se convirtió en docente de Sagrada Escritura en el Studium dominico de Santa María de las Rosas en Turín, donde en 1983 publicó un comentario a los Libros Sapienciales. De hecho, en 1937 fue el encargado de continuar el comentario a la Sagrada Biblia, comenzada por el hermano Marco Sales. En 1939 fue suspendido de la enseñanza y controlado por el régimen por su actitud antifascista, fue trasladado al convento de Santo Domingo.
Con la ocupación alemana de Italia en 1943, la situación de los judíos se volvió muy delicada con el mandato del 30 de noviembre de la República Social que establecía el arresto y el internamiento de todos los judíos. Mientras tanto Pío XII pidió que se ayudara y salvara a los judíos. Y el padre Girotti no dejó el deber moral de prestar ayuda a los judíos perseguidos. Fue traicionado y cayó en una trampa de la policía nazi, a través de una llamada, bajo el pretexto de acompañar -porque estaba herido- a uno de los hijos del profesor Diena, judío, a la casa del padre en la colina de Turín. Salió del convento el 29 de agosto de 1944 y no volvió más. Fue trasladado al campo de concentración de Dachau.
En el campo de concentración el Girotti padeció carcinoma que le ocasionó problemas de vista, dolores reumáticos e inflamación en las piernas cada vez más pronunciado. Falleció el 1 de abril de 1945. Las últimas palabras que se le escucharon decir fueron las de la Apocalipsis: «Maranatha. ¡Ven Señor Jesús!» Una mano desconocida escribió en lápiz en su cama: San Giuseppe Girotti. En el registro del campo de concentración de Dachau se puede: «La razón de la detención: ayudó a los Judios». El padre Girotti fue enterrado en la fosa común de Leitenberg.