Francisco pide ponerse en juego en la vida como en el deporte

El Santo Padre recibe a los asistentes a la Fiesta organizada por el Centro Deportivo Italiano en la plaza de San Pedro

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Desde las 9 de la mañana, en vía de la Conciliación ha cobrado vida el «Pueblo del Deporte», albergando canchas de baloncesto, voleibol y fútbol y otros espacios dedicados a distintas actividades gimnásticas, de recreación y movilidad. La plaza de San Pedro ha acogido esta mañana a unas 50.000 personas de las sociedades deportivas procedentes de toda Italia, participantes de la Fiesta promovida por el Centro Deportivo Italiano (CSI) con ocasión del 70 aniversario de la fundación.

Durante todo la tarde, antes de la llegada y también en presencia del Papa, se han compartido testimonios, música, y exhibiciones deportivas. «Una verdadera fiesta del deporte» lo que se ha vivido esta tarde en la plaza de San Pedro, tal y como lo ha definido el Santo Padre.

El Papa ha saludado a atletas, entrenadores y dirigentes de las sociedades deportivas en su discurso. «Conozco y aprecio vuestro compromiso y vuestra dedicación en el promover el deporte como experiencia educativa», ha indicado el Pontífice.

A los jóvenes y adultos que se ocupan de los más pequeños a través de «vuestro precioso servicio» les ha dicho que «sois a todos los efectos educadores». Y esto, ha indicado el Papa, es motivo de orgullo y responsabilidad. Asimismo, el Pontífice ha explicado que el deporte es un camino educador, «yo encuentro tres caminos para los jóvenes, chicos, niños: el camino de la educación, el camino del deporte y el camino del trabajo». Si se dan estos tres caminos no habrá adicciones, ni drogas, ni alcohol, ha observado Francisco. Por esa razón ha exhortado a deportistas, dirigentes, hombres y mujeres de la política a buscar estos tres caminos para la juventud.

A continuación, el Santo Padre ha destacado que es importante que el deporte permanezca como un juego, porque solo si permanece como un juego hace bien al cuerpo y al espíritu. Y así, ha invitado no solo a jugar, sino a ponerse en juego en la vida como en el deporte. «Ponerse en juego en la búsqueda del bien, en la Iglesia y en la sociedad, sin miedo, con valentía y entusiasmo», ha pedido el Papa. De esta forma, ha invitado a no contentarse con caminos tibios, «ir adelante buscando la victoria siempre».

Otro aspecto afrontado por el Santo Padre ha sido la acogida en las sociedades deportivas. «Se acoge a todo atleta que desea formar parte y se acogen los unos a los otros, con sencillez y simpatía», ha pedido Francisco. A los entrenadores les ha pedido ser capaces de tener la puerta abierta para dar a todos una oportunidad de expresarse. Mientras que a los chavales les pide que merezcan cada día la camiseta, «a través de vuestro compromiso y vuestro cansancio».

Por otro lado, Francisco ha exhortado a los presentes a «sentir el gusto, la belleza del juego de equipo, que es muy importante para la vida. ¡No al individualismo!», ha exclamado.

El Papa ha aprovechado la ocasión para hacer memoria del padre Lorenzo Massa, fundador de su equipo de fútbol de Buenos Aires, San Lorenzo de Almagro. Un sacerdote -ha explicado- «que recogió un grupo de jóvenes en torno al campo parroquial y dio vida al que se convertiría en un equipo de fútbol importante». Por esta razón, el Pontífice ha observado que «es bonito cuando una parroquia tiene un grupo deportivo, pero debe estar bien hecho, de forma coherente con la comunidad cristiana, ¡si no es mejor que no lo haya!» Y así, Francisco ha indicado que el deporte en la comunidad puede ser un instrumento misionario óptimo, donde la Iglesia se hace cercana a cada persona para ayudarla a hacerse mejor y a encontrar a Jesucristo.

Llegando el final de su discurso, el Obispo de Roma ha confesado que había escuchado como le nombraban capitán, por lo que ha pedido «como capitán os insto a no cerraros en la defensa, sino a ir al ataque, a jugar juntos nuestra partida, que es la del Evangelio». E insiste: «que todos jueguen, no solo los mejores, sino todos, con las ventajas y los límites que cada uno tiene, es más, privilegiando a los más desfavorecidos, como hacía Jesús».

Para finalizar y antes de la bendición final, el Papa ha pedido que recen por él «también yo debo hacer mi juego, que es vuestro juego, que es el de toda la Iglesia. Rezad por mí para que pueda hacer esto hasta el día que el Señor me llame a Él».

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Staff Reporter

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