Francisco a la Vanguardia: ante todo Papa, pero con corazón de párroco

En la entrevista al diario español habla de su dificultad con el protocolo; pobreza pero no pauperismo; no príncipes sino servidores

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En la entrevista que el papa Francisco concedió al periodista Henrique Cymerman y que publicó hoy el diario La Vanguardia, abordó diversos temas, como el fundamentalismo religioso, el antisemitismo y la presecución religiosa.

En este segundo artículo abordamos otros temas sobre los que habló, como su pontificado, su corazón de párroco, alguna dificultad con el protocolo, y su amor a la pobreza pero no al pauperismo.

El periodista le pregunta cómo le gustaría que le recordara la historia.»No lo he pensado» responde el Santo Padre, pero «me gusta cuando uno recuerda a alguien y dice: ‘Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo’. Con eso me conformo». Algunos dicen de usted que es un revolucionario, le interroga el periodista. El Papa bromea diciendo que «deberíamos llamar a la gran Mina Mazzini, la cantante italiana, y decirle “Prendi questa mano, zingara» y que me lea el pasado, a ver qué (risas)». Francisco explica que para él «la gran revolución es ir a las raíces, reconocerlas y ver lo que esas raíces tienen que decir el día de hoy».  

El Papa en este tiempo ha roto protocolos de seguridad, pero se entiende en la entrevista que estó no le preocupa. «Recuerdo que en Brasil me habían preparado un papamóvil cerrado, con vidrio, pero yo no puedo saludar a un pueblo y decirle que lo quiero dentro de una lata de sardinas, aunque sea de cristal. Para mí eso es un muro. Es verdad que algo puede pasarme, pero seamos realistas, a mi edad no tengo mucho que perder», afirma.

Interrogado sobre si se siente párroco o si asume su papel de cabeza de la Iglesia, indica que «la dimensión de párroco es la que más muestra mi vocación. Servir a la gente me sale de dentro. Apago la luz para no gastar mucha plata, por ejemplo. Son cosas que tiene un párroco». Pero afirma que «también me siento Papa. Me ayuda a hacer las cosas con seriedad. Mis colaboradores son muy serios y profesionales. Tengo ayuda para cumplir con mi deber. No hay que jugar al papa párroco. Sería inmaduro. Cuando viene un jefe de Estado, tengo que recibirlo con la dignidad y el protocolo que se merece. Es verdad que con el protocolo tengo mis problemas, pero hay que respetarlo».

El Papa, de todos los jefes de Estado con los que se ha reunido, le ha llamado la atención un hecho transversal entre los políticos jóvenes, ya sean de centro, izquierda o derecha.»Quizás hablen de los mismos problemas pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad». Y explica que «una persona que, pudiendo hacerlo, no se involucra en política por el bien común, es egoísmo; o que use la política para el bien propio, es corrupción».

No pasa la ocasión de hablar sobre la renuncia de Benedicto XVI, que califica como «un gesto muy grande» así como una puerta que ha abierto para eventuales papas emérito. «Yo haré lo mismo que él, pedirle al Señor que me ilumine cuando llegue el momento y que me diga lo que tengo que hacer, y me lo va a decir seguro».

Afrontando la importancia de la humildad y la pobreza de la Iglesia, el Papa indica que «están en el centro del Evangelio y lo digo en un sentido teológico, no sociológico. No se puede entender el Evangelio sin la pobreza, pero hay que distinguirla del pauperismo. Yo creo que Jesús quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores».

Leer el primer artículo sobre la entrevista del Papa a La Vanguardia

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ZENIT Staff

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