Familias en situación difícil

Reflexiones del obispo de San Cristobal de las Casas

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Durante esta semana, realizamos el VII Encuentro eclesial de las tres diócesis de la Provincia de Chiapas, con el objetivo de reflexionar los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la nueva evangelización, para seguir acompañando a las familias en situaciones difíciles, según el Evangelio y las exigencias de la realidad actual. Lo hacemos en sintonía con el Sínodo extraordinario de obispos de todo el mundo, que se lleva a cabo en Roma, convocado por el Papa Francisco. Nuestra guía es el Instrumentum laboris del mismo Sínodo,que contiene las respuestas de las iglesias de los cinco continentes a la encuesta que oportunamente se hizo sobre la situación de la familia en el contexto actual.

Abordaremos estos temas: El designio de Dios acerca del matrimonio y la familia. Conocimiento y recepción de la Sagrada Escritura y de los Documentos de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. Evangelio de la familia y ley natural. La familia y la vocación en la persona de Cristo. La pastoral de la familia: las diversas propuestas actuales. Los desafíos pastorales de la familia. Las situaciones familiares difíciles. Las uniones entre personas del mismo sexo. Los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida.La Iglesia y la familia frente al desafío educativo, en general, y la educación cristiana en situaciones familiares difíciles.

Conoceremos la situación mundial de las familias y las respuestas pastorales que está dando la Iglesia, para intentar nosotros hacer un aterrizaje a nuestra realidad chiapaneca y sugerir algunas pistas de pastoral familiar para nuestras diócesis.

PENSAR

Al respecto, dice el Papa Francisco: La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total».

El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales” (EG 66-67).

Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos. Sin embargo, también entre ellas encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias” (EG 212).

ACTUAR

Salvemos la familia que se califica como tradicional, con un padre, una madre e hijos, con vínculos afectivos hacia los abuelos y los parientes cercanos, pero estemos atentos y con un corazón generoso, como el de Dios, para no juzgar y condenar otros estilos de familia que van apareciendo, sobre todo en ambientes urbanos: madres solas y abandonadas, abuelos que hacen de padres, separados, divorciados vueltos a casar, uniones libres e, incluso, sociedades de convivencia. Hay casos que no concuerdan con el plan de Dios sobre el matrimonio, pero no es la condenación y exclusión el camino pastoral de la Iglesia, sino la cercanía pastoral, para ofrecer un sendero de conversión y salvación. La actitud prevalente de Jesús es la misericordia. Así debemos ser en la Iglesia.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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