Francisco presidió un consistorio sobre Oriente Medio

El Santo Padre y el colegio cardenalicio claman por la paz, la reconciliación y la libertad religiosa en esta región tan golpeada por la violencia

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El santo Padre y los cardenales presentes en el Vaticano se han reunido esta mañana en consistorio para la presentación de dos causas de canonización de los beatos Giuseppe Vaz y María Cristina de la Inmaculada Concepción. Asimismo, Francisco quiso aprovechar la ocasión de este encuentro para informar a los miembros del Colegio Cardenalicio sobre la actual situación de los cristianos en Oriente Medios y el compromiso de la Iglesia por la paz en esta región.

Este encuentro, surge como una continuación del tema de Oriente Medio que se celebró a principios de octubre, por deseo del Santo Padre, en la que participaron los mayores representantes de la Curia romana y los nuncios apostólicos en la zona.

El Papa se ha dirigido a los presentes, afirmando que este tema lo lleva muy en el corazón.

«Nos une el deseo de paz y de estabilidad en Oriente Medio y la voluntad de favorecer la resolución de los conflictos a través de diálogo, la reconciliación y el empeño político», ha observado el Santo Padre.  Al mismo tiempo, ha manifestado el deseo de «brindar la máxima ayuda posible a las comunidades cristianas para sostener su permanencia en la región». De este modo, ha reiterado su idea de no resignarnos «a pensar en Oriente Medio sin los cristianos, que desde hace dos mil años confiesan el nombre de Jesús».

El Papa ha reconocido que los últimos acontecimientos, sobre todo en Irak y en Siria, «son muy preocupantes». Por eso ha observado que «asistimos a un fenómeno de terrorismo de dimensiones antes inimaginables. Tantos hermanos nuestros son perseguidos y han tenido que dejar sus casas, incluso de manera brutal». A propósito ha precisado que «parece que se ha perdido la conciencia del valor de la vida humana, parece que la persona no cuente y se la pueda sacrificar por otros intereses Y todo esto, lamentablemente, ante la indiferencia de muchos».

Esta situación injusta requiere  –ha concluido el Pontífice– además de nuestra constante oración, una respuesta adecuada también de parte de la Comunidad Internacional. Por ello, Francisco se ha mostrado seguro de que, con la ayuda del Señor, «del encuentro de hoy brotarán reflexiones y sugerencias válidas para poder ayudar a nuestros hermanos que sufren y también para salir al encuentro del drama de la reducción de la presencia cristiana en la tierra donde ha nacido y desde la cual se ha difundido el cristianismo».

Entre cardenales, patriarcas y superiores de la Secretaría de Estado han participado 86 personas.  Tras el saludo del Santo Padre, ha intervenido también el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolín, quien se ha encargado de hablar sobre el encuentro precedente celebrado del 2 al 4 de octubre.

Después, han intervenidos los cardenales y los patriarcas presentes en el Aula del Sínodo. En total, las intervenciones han sido unas treinta.

Los patriarcas de las Iglesias mediorientales, en particular, han descrito la situación y problemas principales de las respectivas Iglesias en los sus países. Según indica el comunicado de la Sala de Prensa del Vaticano, «las intervenciones se han articulado sobre algunos principios: la exigencia de paz y de reconciliación en Oriente Medio, la defensa de la libertad religiosa, el apoyo a las comunidades locales, la gran importancia de la educación para crear nuevas generaciones capaces de dialogar entre ellos, el rol de la comunidad internacional».

Respecto al primer punto, «se ha subrayado que Oriente Medio tiene una necesidad urgente de redefinir el propio futuro», se ha destacado «la importancia de Jerusalén como ‘capital de la fe’ para las tres grandes religiones monoteístas» y se ha evidenciado la necesidad de llegar a una solución de los conflictos israelí-palestino y sirio. Frente a las violencias perpetradas por el Estado Islámico, se ha subrayado que no se puede matar en nombre de Dios.

En relación a la libertad religiosa se ha insistido en que «la libertad de religión, junto a la de culto y conciencia, es un derecho fundamental, innato y universal, un valor para toda la humanidad». Y junto a este derecho, «se ha subrayado también la línea de exigencia que a los cristianos se les reconozcan todos los derechos civiles que a lo otros ciudadanos, sobre todo en los países en los que actualmente las religión no está separada del Estado».

Al abordar el tema de la ayuda a las comunidades locales de la región se ha reiterado que «un Oriente Medio sin cristianos sería una grave pérdida para todos, ya que juegan un papel fundamental para mantener el equilibrio en esa zona y por su gran compromiso en el ámbito de la educación». Por lo tanto, han asegurado «es esencial alentar a los cristianos para que permanezcan en Oriente Medio y perseveren en su misión, también porque han contribuido al bienestar de los países en los que viven».

Por otro lado, se ha reflexionado sobre el problema de la emigración de los cristianos. «Deben encontrar acogida en las Iglesias y en los Estados a los que emigran y deberían contar también con estructuras pastorales adecuadas para los diversos ritos», han indicado. Así como se ha solicitado «que prosiga el envío de ayudas humanitarias a Oriente Medio para que los cristianos se sientan animados a permanecer en sus tierras y a cultivar las diversas manifestaciones de solidaridad posibles por parte de las Iglesias de otros países, por ejemplo, con viajes y peregrinaciones».

Respecto a la educación, se ha recordado que en muchos países de Oriente Medio los libros de texto de la escuela no hablan bien de las religiones diversas de la que sigue el Estado y la necesidad de una reflexión sobre este hecho por parte de las instituciones locales. Por esta razón, «se ha evidenciado la necesidad de entablar un diálogo interreligioso con los musulmanes, partiendo de la base común de la razón y de una auténtica cooperación ecuménica, para que todas las Iglesias de Oriente Medio hagan oír una única voz».

Para finalizar, se ha pedido a la comunidad internacional que «garantice a los prófugos cristianos la posibilidad de regresar cuanto antes a sus hogares, estableciendo ‘zonas de seguridad’, por ejemplo, en la llanura de Nínive». Además, se ha lanzado un llamamiento en favor de todas las personas secuestradas en Oriente Medio para que el mundo no se olvide de ellas.

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ZENIT Staff

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