El Papa Francisco ha visitado esta mañana la Casina Pío IV, en el Vaticano, con ocasión de la Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias y con motivo de la inauguración de un busto en honor al papa Benedicto XVI.
“Mientras caía el velo del busto –ha indicado el Santo Padre– una emoción gloriosa se ha hecho viva en mi alma”. Del mismo modo ha reconocido que este busto de Benedicto XVI recuerda a los ojos de todos la persona y el rostro del querido Papa Ratzinger. “Recuerda también su espíritu: ese de sus enseñanzas, de sus ejemplos, de sus obras, de su devoción a la Iglesia, de su actual vida ‘monástica’. Este espíritu, lejos de desmoronarse a lo largo del tiempo, aparecerá de generación en generación siempre más gran y poderoso. Benedicto XVI: un gran Papa”, ha afirmado Francisco.
A continuación, ha explicado que es “grande por la fuerza y penetración de su inteligencia, grande por su relevante contribución a la teología, grande por su amor en lo relacionado con la Iglesia y los seres humanos, grande por su virtud y su religiosidad”.
Como bien sabéis, ha observado el Pontífice, “su amor por la verdad no se limita a la teología y a la filosofía, sino que se abre a las ciencias”. De este modo, ha explicado que el amor del papa emérito por las ciencias se vuelca en la preocupación por los científicos, sin distinción de raza, nacionalidad, civilización, religión, así como preocupación por la Academia, desde que san Juan Pablo II le nombró miembro. A propósito, el Papa ha observado que Benedicto XVI supo honrar a la Academia con su presencia y su palabra.
Asimismo, Francisco ha indicado de su predecesor que “la ciencia, la sabiduría y la oración han dilato su corazón y su espíritu”. Además, ha dado las gracias a Dios “por el don que ha hecho a la Iglesia y al mundo con la existencia y el pontificado del papa Benedicto”. También ha dado las gracias a todos que han hecho posible esta obra y este acto, de forma especial al escultor, Fernando Delia, la familia Tua, y todos los Académicos.
Por otro lado, el Santo Padre ha expresado su estima a los Académicos y les ha animado a llevar adelante el progreso científico y la mejora de las condiciones de vida de la gente, especialmente de los más pobres.
Abordando el tema tratado por la plenaria, Francisco ha reconocido que es altamente complejo: “la evolución del concepto de naturaleza”.
Por eso, ha querido subrayar que “Dios y Cristo caminando con nosotros están presentes también en la naturaleza”. Y prosiguió: “Cuando leemos en la Génesis el pasaje de la Creación corremos el riesgo de imaginar que Dios haya sido un mago, con una varita mágica capaz de hacer todas las cosas”. Pero “no es así”, ha advertido el Papa. De este modo ha explicado que “Él ha creado a los seres y los ha dejado desarrollar según las leyes interna que Él ha dado a cada uno, para que se desarrollaran, para que llegaran a la propia plenitud”. Es más, “Él ha dado la autonomía a los seres humanos del universo al mismo tiempo en el que les ha asegurado su presencia continua, dando el ser a cada realidad”.
Y así, el Santo Padre ha observado que “así ha ido adelante la creación durante siglos y siglos, milenios y milenios hasta que se ha convertido en la que conocemos hoy, precisamente porque Dios no es un demiurgo o un mago, sino el creador que da el ser a todos los entes.
A propósito, el Pontífice ha indicado que “el inicio del mundo no es obra del caso, que debe a otro su origen, sino que deriva directamente de un Principio supremo que crea por amor”. Además, ha explicado que el “Big-Bang, que hoy se pone en el origen del mundo, no contradice la intervención creadora divina sino que lo requiere. La evolución en la naturaleza no contrasta con la noción de Creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan”.
En lo relacionado con el hombre, Francisco ha recordado en su discurso que “cuando, en el sexto día del pasaje del Génesis, llega la creación del hombre, Dios da al ser humano otra autonomía, una autonomía diferente de la que tiene la naturaleza, que es la libertad”. Es decir, “le hace responsable de la creación, también para que domine la Creación, para que la desarrolle y así hasta el final de los tiempo”.
Por tanto –ha proseguido el Pontífice– al científico, y sobre todo al científico cristiano, “le corresponde la actitud de interrogarse sobre el futuro de la humanidad y de la Tierra, y, como ser libre y responsable, ayudar a prepararlo, preservarlo y eliminar los riesgos del ambiente ya sea natural o humano”. Pero, al mismo tiempo, “el científico debe ser movido por la confianza que la naturaleza esconda, en sus mecanismo evolutivos, potencialidades que corresponde a la inteligencia y la libertad descubrir y actuar para llegar al desarrollo que está en la diseño del Creador”.
La acción de hombre participa de la potencia de Dios y es capaz de construir un mundo apto a su doble vida corporal y espiritual, “construir un mundo humano para todos lo seres humanos y no para un grupo o una clase privilegiada”, ha advertido.
Para concluir su discurso, el Santo Padre ha observado que la acción del hombre, cuando transforma su libertad en autonomía –que no es libertad, sino autonomía– destruye la creación y el hombre toma el lugar del Creador”. Y este, ha concluido, “es el pecado grave contra Dios Creador”.