El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Bernardito Aúza, intervino el 14 de octubre pasado en el debate general del Primer Comité de la Asamblea General invitando a superar la lógica de la no beligerancia para evitar una hecatombe y pasar a la de colaboración mutua.
En la sede de Naciones Unidas en Nueva York el representante del Vaticano indicó: ‘En el último año ha habido un progreso relativo en la eliminación de las armas químicas. Sin embargo, las noticias sobre su uso continuo, incluyendo el gas cloro, recuerdan a la Comunidad internacional la necesidad de redoblar los esfuerzos para eliminar de una vez por todas las armas químicas y cualquier uso como armas de sustancias químicas de doble función».
Por lo que se refiere a las armas nucleares, recordó que “la Tercera conferencia sobre su impacto humanitario, que se celebrará en diciembre en Viena, nos llama a reflexionar sobre la profunda frustración de la comunidad internacional por la falta de un rápido progreso en el desarme nuclear, y por las consecuencias del uso inhumano e inmoral de las armas de destrucción masiva».
Recordó también que está en agenda en Nueva York la novena Conferencia de Revisión del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares y destacó que a pesar de que casi todos los Estados representados en el aula forman parte de dicho Tratado »la promesa central del acuerdo sobre la no proliferación” y la “de un desarme gradual por parte de los Estados dotados de armas nucleares se encuentra en un punto muerto».
Por todo esto la delegación de la Santa Sede invitó a cambiar impostación y a centrarse en la necesidad de ir más allá de la disuasión nuclear y trabajar por una paz duradera basada en la confianza mutua en lugar de en una situación de mera no beligerancia que se funda en la lógica de la destrucción mutua.
Por ello exhortó “todos los Estados a que firmen o ratifiquen el Tratado sobre la prohibición global de experimentos nucleares sin más demora” e invitó a crear zonas libres de armas de destrucción masiva, como un “gran paso hacia la dirección correcta, ya que demostraría que se puede avanzar hacia un acuerdo universal para eliminar todas las armas de destrucción de masas».
Y si bien en el ámbito de las armas convencionales algunos modestos pasos han sido dados, espera que “la sesión de este año pueda responder a este desafío y reconozca las graves consecuencias de la proliferación y uso de armas convencionales para la vida humana en todo el mundo”.