El santo padre ha celebrado esta tarde en Estambul la única misa pública durante su viaje apostólico a Turquía. Antes de la celebración eucarística, el Pontífice tuvo un almuerzo privado con representantes de la comunidad católica de Estambul, 50 personas de las comunidades de rito latino, armeno, siro y caldeo.
La eucaristía ha sido celebrada en la catedral católica del Espíritu Santo, donde hay capacidad para unas 600 personas. Los cristianos en Turquía representan menos del uno por ciento de la población. La celebración ha tenido un carácter inter-ritual, en la que han concelebrado 50 sacerdotes, en presencia de religiosos y religiosas que trabajan en la región y algunas comunidades parroquiales. Francisco ha sido acogido a su llegada por el vicario apostólico y por el párroco. Además, en la celebración han estado presentes el patriarca ecuménico Bartolomé I, el patriarca siro-católico, Ignazio III Younan, el vicario patriarcal armeno apostólico de Estambul, Aram Ateshian, el metropolita siro-ortodoxo de Estambul, y representantes de algunas confesiones evangélicas.
La catedral está abierta al culto desde 1846. En el altar están las reliquias del papa San Lino, mártir y primer sucesor de Pedro. Además, en la patio hay una estatua de Benedicto XV, que le dedicaron los turcos en 1919 por su ayuda a las víctimas de la guerra.
Durante su homilía, el Papa ha hablado de cómo el Evangelio nos presenta a Jesús como fuente a la que el hombre sediento de salvación puede acudir. Profecía proclamada públicamente en Jerusalén en la que Jesús anuncia el don del Espíritu Santo tras su muerte y resurrección. De este modo, Francisco ha recordado que «el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia», «Él da la vida, suscita los diferentes carismas que enriquecen al Pueblo de Dios» y «crea la unidad entre los creyentes». Por eso ha afirmado que «toda la vida y la misión de la Iglesia dependen del Espíritu Santo; él realiza todas las cosas».
Asimismo, el Santo Padre ha observado que cuando rezamos «es porque el Espíritu Santo inspira la oración en el corazón». De este modo ha explicado en la homilía que «cuando rompemos el cerco de nuestro egoísmo, salimos de nosotros mismos y nos acercamos a los demás para encontrarlos, escucharlos, ayudarlos, es el Espíritu de Dios que nos ha impulsado». Y más aún, «cuando descubrimos en nosotros una extraña capacidad de perdonar, de amar a quien no nos quiere, es el Espíritu el que nos ha impregnado». Y prosigue, «cuando vamos más allá de las palabras de conveniencia y nos dirigimos a los hermanos con esa ternura que hace arder el corazón, hemos sido sin duda tocados por el Espíritu Santo».
A propósito de los diferentes carismas que suscita en Espíritu Santo en la Iglesia, el Pontífice ha advertido que «en apariencia, esto parece crear desorden», pero en realidad, «es una inmensa riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad».Sólo el Espíritu Santo –ha asegurado– puede suscitar la diversidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, producir la unidad. Sin embargo, ha advertido de nuevo que «cuando somos nosotros quienes deseamos crear la diversidad, y nos encerramos en nuestros particularismos y exclusivismos», provocamos la división. Por el contrario, «si nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca crean conflicto, porque él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia», ha precisado.
Además, el Santo Padre ha recordado que «la Iglesia y las Iglesias están llamadas a dejarse guiar por el Espíritu Santo, adoptando una actitud de apertura, docilidad y obediencia».
Una visión de esperanza, pero al mismo tiempo fatigosa, ha reconocido el Papa. «Pues siempre tenemos la tentación de poner resistencia al Espíritu Santo, porque trastorna, porque remueve, hace caminar, impulsa a la Iglesia a seguir adelante», ha afirmado.
Por otro lado ha indicado que los cristianos, «nos convertimos en auténticos discípulos misioneros, capaces de interpelar las conciencias, si abandonamos un estilo defensivo para dejarnos conducir por el Espíritu». Espíritu que «es frescura, fantasía, novedad».
En nuestro camino de fe y de vida fraterna –ha concluido el Santo Padre– cuanto más nos dejemos guiar con humildad por el Espíritu del Señor, tanto mejor superaremos las incomprensiones, las divisiones y las controversias, y seremos signo creíble de unidad y de paz.
Al finalizar la eucaristía, el papa se dirige al Patriarcado ecuménico, para la oración ecuménica y un encuentro privado con el patriarca Bartolomé.