El papa Francisco he enviado un conmovedor mensaje de vídeo, que será divulgado este sábado en Erbil, con motivo de la visita del cardenal Philippe Barbarin y un grupo de voluntarios de la diócesis francesa de Lyon a los cristianos de Mosul refugiados en el Kurdistán iraquí.
Según la transcripción difundida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Pontífice argentino expresa su preocupación por el hecho de que «a causa principalmente de un grupo extremista y fundamentalista, enteras comunidades, especialmente – pero no sólo – los cristianos y los yazidíes, hayan padecido y sufran todavía una violencia inhumana debida a su identidad étnica y religiosa».
«Parece que no quieren que allí haya cristianos, pero vosotros dais testimonio de Cristo», constata el Santo Padre en el mensaje que será proyectado. «Os doy las gracias por vuestro testimonio; hay tanto sufrimiento en él», añade emocionado. «Vuestra resistencia es martirio, rocío que fecunda», destaca.Como ya hiciera durante el viaje apostólico a Turquía, Francisco reitera que «¡como líderes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas los violaciones de la dignidad y los derechos humanos!».
«Pienso en las llagas, en el dolor de las madres con sus hijos, de los ancianos y de los desplazados, en las heridas de los que son víctimas de cualquier tipo de violencia», asegura el Pontífice, al tiempo que muestra su cercanía y su deseo de estar allí con el pueblo de Irak.
Por último, el Papa pide una «mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan vuestras tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que impulsan a las personas a abandonar su patria y para promover las condiciones para que puedan permanecer o regresar».
A continuación, publicamos el texto completo del mensaje del Santo Padre:
»Me gustaría saludar a todos y cada uno de vosotros, junto con el cardenal Philippe Barbarin, que os lleva de nuevo la preocupación y el amor de toda la Iglesia. Yo también, quisiera estar allí, pero ya no que puedo viajar, lo hago así… pero estoy muy cerca de vosotros en estos momentos de prueba. Regresando de mi viaje a Turquía dije: Los cristianos son expulsados de Oriente Medio y sufren. Os doy las gracias por vuestro testimonio; hay tanto sufrimiento en él. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Parece que no quieren que allí haya cristianos, pero vosotros dais testimonio de Cristo. Pienso en las llagas, en el dolor de las madres con sus hijos, de los ancianos y de los desplazados, en las heridas de los que son víctimas de cualquier tipo de violencia.
Como recordé en Ankara, suscita una particular preocupación que a causa principalmente de un grupo extremista y fundamentalista, enteras comunidades, especialmente – pero no sólo – los cristianos y los yazidíes, hayan padecido y sufran todavía una violencia inhumana debida a su identidad étnica y religiosa. Cristianos y yazidíes han sido expulsados por la fuerza de sus hogares y han tenido que renunciar a todo para salvar la vida y no renegar de la fe. La violencia se ha cebado también en los edificios sagrados, en los monumentos, en los símbolos religiosos y en los patrimonios culturales, como si quisiera borrar todas las huellas, toda la memoria de los otros.
¡Como líderes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas los violaciones de la dignidad y los derechos humanos!
Hoy me gustaría acercarme a vosotros que soportáis este sufrimiento, estar cerca de vosotros… Y pienso en Santa Teresa del Niño Jesús, que decía que ella y la Iglesia se sentían como una caña: cuando arrecian el viento y la tormenta, la caña se dobla, pero no se rompe. En este momento vosotros sois esa caña, os dobláis por el dolor, pero tenéis fuerza para llevar vuestra fe, que para nosotros es un testimonio. ¡Hoy sois las cañas de Dios. Las cañas que se pliegan bajo este viento feroz, pero que después se enderezarán!
Quiero daros las gracias de nuevo. Pido al Espíritu que hace nuevas todas las cosas, que de a cada uno de vosotros fortaleza y resistencia. Son dones del Espíritu Santo. Y al mismo tiempo pido encarecidamente, como hice en Turquía, mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan vuestras tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que impulsan a las personas a abandonar su patria y para promover las condiciones para que puedan permanecer o regresar. Espero que regreséis, que podáis regresar.
Queridos hermanos y hermanas, estáis en mi corazón, en mi oración y en los corazones y oraciones de todas las comunidades cristianas a las que pediré que recen especialmente por vosotros el 8 de diciembre, que recen a la Virgen, para que os proteja mantenerse: Ella, que es madre, os proteja.
Hermanos y hermanas, vuestra resistencia es martirio, rocío que fecunda. Por favor, os pido que recéis por mí; que el Señor os bendiga, que la Virgen os proteja. Que Dios omnipotente os bendiga, Padre, Hijo y Espíritu Santo».