El padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha hecho balance de la actividad del papa Francisco en 2014. En declaraciones a Radio Vaticano, el padre Lombardi ha valorado los cinco viajes internacionales del Pontífice argentino a Tierra Santa, Corea, Albania, Estrasburgo y Turquía.
En primer lugar, el portavoz del Vaticano ha recordado una de las claves de la visita del Santo Padre a Tierra Santa: “Siempre es un poco volver a las raíces de nuestra fe, las raíces del cristianismo, a los lugares de la Historia de la Salvación, y esto tiene un poder simbólico y espiritual formidable. Recuerdo los momentos en los que el Papa, conmovido, en las orillas del Jordán, en los lugares del bautismo, naturalmente en el Santo Sepulcro, y así sucesivamente. Por lo tanto, son cosas fundamentales para nuestra fe y es justo que el Papa pueda también, en nombre de todos nosotros, regresar a aquellos lugares para recordarnos de dónde venimos, el misterio del encuentro de Cristo con la humanidad”.
También ha destacado la importancia del aspecto ecuménico de alguno de estos viajes: “Tanto la reunión en Jerusalén, como el encuentro luego en Constantinopla con el Patriarca Bartolomé habla de cuán intensa es esta amistad, la relación personal que Francisco ha establecido con el primero de los Patriarcas de la ortodoxia, y cómo esto es un signo de esperanza para nuestro futuro camino ecuménico”.
Haciendo referencia a las visitas del Pontífice en Asia (a Corea y en las próximas semanas a Sri Lanka y Filipinas), el padre Lombardi ha subrayado cómo este continente constituya una de las grandes fronteras de la Iglesia de nuestro tiempo: “Estos grandes viajes de Francisco hablan de una atención renovada de la Iglesia hacia esta parte importante de la humanidad de hoy y mañana, desde un punto de vista también demográfico, de presencia humana impresionante desde el punto de vista de sus dimensiones y de su dinámica y, para la Iglesia, una tierra sin fronteras de evangelización, de anuncio del Evangelio en situaciones culturales, sociales, políticas, muy diferentes, a menudo muy difíciles. Por lo tanto, es una de las grandes fronteras de la Iglesia de nuestro tiempo, y el Papa Francisco nos la indica con estos entusiastas viajes suyos”.
Además, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha señalado que, en Europa, “hubo un viaje muy breve a Albania, pero significativo por el hecho de que el Papa quiere partir tal vez más de las periferias para llegar al corazón de un continente”. El viaje en Estrasburgo –ha proseguido– sigue siendo “un punto de referencia para muchas otras intervenciones” que podrá hacer el Papa en muchas situaciones que tienen que ver con el continente. “Viaje corto pero importante, porque dio –quisiera decir finalmente, tal vez– la ocasión al Papa de hacer un discurso para Europa, para los países europeos y para el continente, un discurso amplio, articulado, completo de tantas perspectivas, que de alguna manera –para el Papa que viene de fuera de Europa– era muy esperado. Y ahora sigue siendo un punto de referencia para muchas otras intervenciones que el podrá hacer para determinados pueblos o en muchas situaciones que tienen que ver con nuestro continente”.
En Turquía, y en otras ocasiones, el diálogo interreligioso ha tenido un gran peso: “El Papa es muy consciente también de la situación del Islam en el mundo moderno y trata de encontrar los caminos para una relación constructiva, también en el diálogo, en cuanto sea posible por supuesto, naturalmente evitando los excesos y condenando todos los excesos, como el uso violento de la religión”.
Un pequeño detalle que quisiera recordar de estos viajes es la dimensión del martirio, ha concluido el padre Lombardi: “Tanto en Corea, donde la historia de la Iglesia se caracteriza por el martirio, en Albania, donde el martirio en tiempos recientes, bajo el comunismo ha sido muy fuerte, como en Oriente Medio, donde el martirio es también la realidad actual para los muchos problemas que ocurren allí, el Papa encuentra esta realidad y nos recuerda la importancia de esta dimensión en la vida de la Iglesia de todos los tiempos y también en el nuestro”.