En medio de la difícil y grave situación que asola Ucrania desde casi un año, el santo padre Francisco ha recibido esta mañana a los obispos de esta nación al finalizar su Visita ad Limina. El conflicto de Ucrania, tal y como recuerda el Papa en su discurso a los prelados, “sigue cobrándose muchas vidas inocentes y causa un gran sufrimiento a toda la población».
Francisco, en su discurso, asegura a los prelados que lo más “importante es escuchar con atención las voces procedentes del territorio, donde viven las gentes confiadas a vuestro cuidado pastoral. Escuchando a vuestro pueblo, os hacéis cargo de los valores que lo caracterizan: el encuentro, la colaboración, la capacidad de arreglar las controversias. En pocas palabras: la búsqueda de la paz es posible. Y vosotros fecundáis este patrimonio ético con la caridad, el amor divino que brota del corazón de Cristo».
Asimismo, el Papa asegura estar “particularmente cerca de vosotros con mis oraciones por los difuntos y por todos los afectados por la violencia, suplicando al Señor que conceda pronto la paz y apelando a todas las partes interesadas para que se apliquen las iniciativas alcanzadas de mutuo acuerdo, se respete el principio de derecho internacional; en particular, para que se observe la tregua firmada recientemente y todos los demás compromisos que son condiciones necesarias para evitar la reanudación de las hostilidades». Además, el Papa manifiesta conocer los acontecimientos históricos que han marcado esta tierra y están todavía presentes en la memoria colectiva. Son cuestiones “que tienen en parte una base política, y a las que no estáis llamados a dar respuesta directa”, advierte. Pero también hay tragedias socio-culturales y humanas “que esperan vuestra contribución directa y positiva”, reconoce el Papa.
Por otro lado, el Santo Padre subraya a los obispos que en ámbito nacional son ciudadanos de pleno derecho y por lo tanto tienen derecho a exponer su pensamiento acerca de su destino. “No en el sentido de promover una acción política concreta, pero sí indicando y reafirmando los valores que componen el elemento coagulante de la sociedad ucraniana, perseverando en la incansable búsqueda de la armonía y el bien común, incluso frente a dificultades graves y complejas”, aconseja Francisco. Al mismo tiempo asegura a los obispos que la Santa Sede “está a vuestro lado, incluso en los foros internacionales, para que se comprendan vuestros derechos, vuestras preocupaciones y los justos valores evangélicos que os motivan y está buscando, además, la forma de salir al encuentro de las necesidades pastorales de las estructuras eclesiásticas que han tenido que enfrentar nuevos problemas jurídicos”.
En el discurso, el Papa reconoce que la crisis que atraviesa Ucrania ha tenido un grave impacto en la vida de las familias, a lo que hay que unir «las consecuencias de ese malentendido sentido de la libertad económica que ha permitido la formación de un pequeño grupo de personas que se han enriquecido enormemente a expensas de la gran mayoría de los ciudadanos». A propósito, el Pontífice observa que este fenómeno ha contaminado, de diversas formas, por desgracia, incluso a las instituciones públicas, generando una pobreza inicua en una tierra rica y generosa. Por eso, Francisco pide a los obispos «no dejar nunca de hacer presentes a vuestros compatriotas las consideraciones que la fe y la responsabilidad pastoral os sugieren. El sentido de justicia y de verdad, antes que político, es moral, y esta tarea está confiada también a vuestra responsabilidad como pastores».
A continuación, el Papa anima a los prelados de Ucrania al anuncio constante del Evangelio y a prestar atención a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Al respecto, se detiene para hablar de la relación episcopal, consciente de las »complejas circunstancias históricas que pesan sobre las relaciones mutuas, así como de algunos aspectos de carácter personal». Esto se refiere a que Ucrania es un pueblo heredero de dos tradiciones espirituales legítimas, la oriental y la latina.
«Sigue siendo indiscutible el hecho de que ambos episcopados son católicos y son ucranianos, no obstante la diversidad de ritos y tradiciones», observa. El Papa reconoce que le duele escuchar que hay malentendidos y heridas. «Hace falta un médico, y ese es Jesucristo, al que ambos servís con generosidad y de todo corazón. Sois un solo cuerpo como ya os dijeron san Juan Pablo II y Benedicto XVI y, a mi vez, yo os exhorto a encontrar entre vosotros la manera de acogeros unos a otros y de sosteneros generosamente en vuestras fatigas apostólicas”. La unidad del episcopado –indica el Papa– representa un inestimable servicio a la nación, tanto en el ámbito cultural y social, como, sobre todo, en el espiritual.
“Sois hijos de la Iglesia católica, que también en vuestras tierras, desde hace mucho tiempo, se ha visto sometida al martirio”, recuerda el Papa. Por pide que “la sangre de vuestros testigos, que interceden por vosotros desde el Cielo, sea para vosotros un motivo más que empuje a la verdadera comunión de corazones”.
El Papa les exhorta a aunar sus fuerzas y apoyarse unos en otros “haciendo de los acontecimientos históricos un motivo de compartir y de unidad”, así como ha esperado que tengan relaciones respetuosas y fructíferas con las autoridades públicas. Finalmente, el Pontífice pide que presten gran atención a los pobres porque “son vuestra riqueza”.
Espero –concluye el Pontífice– que tanto vuestras intenciones como vuestras acciones estén siempre orientadas al bien general de las Iglesias encomendadas”.
El Santo Padre ha encontrado en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los obispos de la Iglesia Greco-católica ucraniana, al obispo de Mukachevo, de rito bizantino, y a los obispos de la Conferencia Episcopal de Ucrania, recibidos en audiencias separadas, y les ha dado su discurso en tres copias originales firmadas de su puño y letra ya que son tres las jurisdicciones eclesiásticas en Ucrania.