Willy Herteleer, de origen flamenco, mendigo desde hace varias décadas en Roma, en la zona cercana a la basílica de San Pedro, fue enterrado en el cementerio teutónico, ubicado en el interior del Vaticano. Llegado desde Holanda hace unos treinta años, perdió su trabajo y pasó a una condición de indigencia.
El hecho no tendría mayor importancia si no fuera que este camposanto, originariamente destinado a los peregrinos que provenían del norte de Europa y morían en Roma, a través de los siglos se volvió lugar destinado a aristocráticos, nobles y caballeros teutónicos.
Herteleer era conocido, en particular en la iglesia de Sant’Anna, ubicada en uno de los ingresos de la ciudad del Vaticano, donde iba a misa todos los días. “Mi medicina es la comunión” era una de sus frases preferidas. E invitaba a los jóvenes a ir a misa y a confesarse.
Herteleer, falleció en 12 de diciembre en el hospital romano Santo Spirito, y el 9 de enero fue la ceremonia en el cementerio teutónico, presidida por Mons. Amerigo Ciani, acompañado por los canónicos de la basílica. De hecho, Mons. Ciani, que tiene como hobby la pintura, y que le había retratado en dos ocasiones, fue quien se dio cuenta que el mendigo flamenco ya no estaba. Se informó y al conocer que estaba en la morghe lo hizo enterrar el en Vaticano.
El número dos de la oficina de prensa de la Santa Sede, padre Ciro Benedettini, interrogado por ZENIT, indicó que a este hombre le habían encontrado una casa de reposo en el barrio Appio-Tuscolano, pero que él quiso volver a la zona del Vaticano para convertir a otros mendigos que allí vivían. De hecho dormía en el túnel del parqueo junto a otros ocho ‘sin techo’.
En el pesebre que cada año se levanta en la parroquia de Sant’Anna, en esta Navidad le quisieron representar. Está a la derecha extendiendo su mano.