Es posible hablar de ética y economía en un mundo en el que parece que solo se puede hablar de economía en términos de beneficios. Es posible pensar en una economía al servicio del desarrollo humano. Por eso, la Fundación Centesimus Annus – Pro Pontifice lo promueve, lo reconoce y lo premia. Esta mañana, la fundación ha presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede su actividad en los dos últimos años, sus programas y el nombre de los vencedores del premio de la segunda edición del concurso bienal internacional ‘Economía y Sociedad’.
Los vencedores del premio son Pierre de Lauzun, por su obra »Finance: un regard chrétien. De la banque mediévale a la mondialisation financière». E la sección especial dedicada a los jóvenes el vencedor ha sido Alexander Stumvoll, nacido en 1983, por su tesis “A Living Tradition. The Holy See, Catholic Social Doctrine and Global Politics 1965-2000” y Arturo Bellocq Montano por su tesis “La Doctrina Social de la Iglesia. Qué es y qué no es”.
“El premio principal es para un libro ya publicado y que tenga características de excelencia de calidad, correcto desde el punto de vista doctrinal, pero sobre todo lo más importante es que desarrolle la Doctrina Social de la Iglesia en aspectos concretos. Que no sea solamente un manual, una introducción o resumen, sino que aporte ideas nuevas y sirva para concretar”. Los otros dos premios se han dado a trabajos de doctorado, aún sin publicar y de personas más jóvenes, pero que van en la misma línea, según ha precisado Domingo Sugranyes Bickel, presidente de la Fundación, conversando con los medios al finalizar la rueda de prensa.
El objetivo de este premio –ha explicado– es promover que haya más autores que se dediquen a eso. No a repetir lo que ya está en las encíclicas, sino a reflexionar sobre su propia experiencia y conocimientos en economía y compatibilizarlo, ponerlos a debate con lo que dicen los textos de la Iglesia y sacar reflexiones nuevas y operativas, en términos de innovación. “Se trata de buscar vías nuevas que permitan, desde nuestro punto de vista, a nuestra economía de mercado, florecer más al servicio de la sociedad. Lo primero es buscar las condiciones que permitan a mucha más gente encontrar en su trabajo una propia realización. Así es como el crecimiento ayuda a luchar contra la pobreza, no hay otra vía”, ha asegurado.
Por otro lado ha advertido que la Doctrina Social es poco conocida, incluso dentro de la Iglesia, “falta iniciativa por parte de los católicos para desarrollar la Doctrina Social en términos concretos, aplicarla pero también reflexionar sobre su aplicación y publicar libros”.
Respondiendo a ZENIT sobre la forma concreta un cristiano puede aplicar este económica que busque el desarrollo humano, el presidente de la Fundación ha indicado que “en cualquier trabajo, empresa, iniciativa nueva –y mejor si es una iniciativa empresarial– hay un aspecto donde la fe tiene su sitio. No estamos hablando de realidades ajenas. Lo decía el papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate: dentro de la vida económica es donde se pueden vivir relaciones gratuitas y de profunda comunicación. De alguna forma lo que estamos diciendo es que este mensaje es para todos, para todos tiene algún tipo de aplicación”.
Por otro lado, al preguntarle si el mensaje de Francisco a favor de los pobres y en contra de la economía que no se preocupa de la persona, está calando ha reconocido que “creo que sí”. Y ha añadido “no faltan en una sociedad los diagnósticos de lo que no funciona. Lo que falta es la parte constructiva y ahí es donde yo creo que en la Doctrina Social de la Iglesia hay una inspiración para un renacimiento económico vital. Es decir, poner cualquier cosa que se haga al servicio de la sociedad en primer lugar y no es segundo lugar. Una empresa que afirme eso, significa muchísimas cosas: desde las formas en que organiza planes de ventas, hasta la forma de las retribuciones y sus bonos, la forma en que se financia o la forma en que remunera a los accionistas. Todo tiene que ver con la visión de una empresa al servicio de la sociedad. Nada es ajeno. Yo creo que podemos hablar de un momento ante los graves fallos que han salido y siguen saliendo a la luz de la época pasada y de un excesivo desarrollo financiero, en particular especulativo, y de una globalización que ha sido deformada a veces por el amor al dinero”.
Por su parte, durante la rueda de prensa monseñor Scotti ha reiterado la importancia de denunciar, siguiendo el ejemplo del Papa Francisco, la »cultura desviada» que descarta a las personas. »Son muchos los que creen que la economía pueda asumir el papel de productor absoluto de objetivos y de valores a los que someter cualquier ámbito y rincón de la dimensión humana, justificándolo con el hecho de que vivimos en la época de la post-ideología y de la post-política”, ha subrayado. Efectivamente –ha proseguido– sería un aspecto para analizar, pero también se podría analizar la cultura actual a partir de la Palabra de Dios y, teniendo en cuenta que el premio que asigna la Fundación va a los autores que con sus obras quieren brindar una forma de aprender de nuevo a mirar con sabiduría tanto al presente como al uso del dinero. Asimismo ha asegurado que el premio no basta, pero es un signo. “Es un camino a recorrer si se quiere que el dinero no predomine sobre nosotros y nuestro camino”, ha concluido.