El 7 de marzo de 1965, Pablo VI celebraba por primera vez una misa no en latín, sino en italiano. Fue en la parroquia de Ognissanti (Todos los Santos) en Roma. Medio siglo después, el papa Francisco ha recordado aquel paso dado por la Iglesia –el inicio de la gran reforma litúrgica del Concilio Vaticano II– con una eucaristía en el mismo templo elegido por el hoy beato.
Una multitud jubilosa de fieles, formada por los feligreses y los representantes del mundo orionista provenientes de Roma e Italia, ha dado este sábado la bienvenida al Santo Padre; en la primera fila estaban las personas con discapacidad acogidas en las casas de la Obra de Don Orione y 20 mujeres sin hogar hospedadas en el Centro de Acogida de la parroquia.
En el patio del Instituto San Felipe Neri, muchas personas que no tenían sitio en el templo han seguido la ceremonia a través de una pantalla gigante. La misa ha comenzado a las 18 horas; acompañando al Santo Padre estaban el cardenal Agostino Vallini, vicario para la diócesis de Roma, y el cardenal Walter Kasper, titular de la iglesia de Ognissanti.
Durante la homilía, el Pontífice ha aludido al pasaje del Evangelio en el que Jesús se enfrenta a los mercaderes del templo en Jerusalén, donde dice “¡No hagáis de la casa de mi Padre un mercado!”. “Esta expresión no se refiere solamente al mercadeo que se practicaba en el patio del templo. Se refiere también a un cierto tipo de religiosidad”, ha explicado.
“El gesto de Jesús es un gesto de ‘limpieza’, de purificación, y la actitud que Él desautoriza se puede obtener de los textos proféticos, según los cuales a Dios no le gusta un culto exterior hecho de sacrificios materiales y basados en los propios intereses. Es el reclamo al culto auténtico, a la correspondencia entre liturgia y vida; un reclamo que vale para cada época y también hoy para nosotros”, ha añadido.
El papa Francisco ha señalado también que “la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium define la liturgia como ‘la primera e indispensable fuente a la que los fieles pueden dibujar el verdadero espíritu cristiano’. Esto significa reafirmar el lazo esencial que une la vida de discípulo de Jesús y el culto litúrgico”. “Esto no es ante todo una doctrina que comprender, o un rito que cumplir –naturalmente también es esto–, sino que es esencialmente una fuente de vida y de luz para nuestro camino de fe”, ha enfatizado.
Así, el Santo Padre ha recordado que “la Iglesia nos llama a tener y promover una vida litúrgica auténtica, para que exista sintonía entre aquello que la liturgia celebra y aquello que nosotros vivimos en nuestra existencia”.
“El discípulo de Jesús no va a la iglesia solo para observar un precepto, para sentirse bien con un Dios que después no debe ‘molestar’ demasiado; va a la iglesia para encontrarse con el Señor y encontrar en su gracia, que obra en los Sacramentos, la fuerza de pensar y actuar según el Evangelio”, ha destacado el Pontífice.
“No podemos sustituir con ‘homenajes religiosos’ aquello que es debido al prójimo, posponiendo una verdadera conversión. El culto, las celebraciones litúrgicas, son el ámbito privilegiado para escuchar la voz del Señor, que guía sobre el camino de la rectitud y de la perfección cristiana”, ha insistido.
En este sentido, “se trata más bien de hacer un camino de conversión y de penitencia, de eliminar de nuestras vidas las escorias del pecado, como hizo Jesús, limpiando el templo de intereses mezquinos”.
El Papa ha concluido sus palabras afirmando que “justo aquí, hace cincuenta años, el beato Pablo VI inauguró, en cierto sentido, la reforma litúrgica con la celebración de la misa en la lengua que hablaba la gente. Espero que esta circunstancia reviva en vosotros todo el amor por la casa de Dios. En ella encontraréis una gran ayuda espiritual”
Después de la Eucaristía, en la que también se ha conmemorado el 75 aniversario del fallecimientode san Luis Orione, Francisco ha saludado a los Consejos Generales de los Hijos de la Divina Providencia, de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, de la Provincia de Italia; a la responsable general del Instituto Secular Orionista, al coordinador general del Movimiento Laical Orionista, a los religiosos de la comunidad de la parroquia de Ognissanti y de la Curia General.
Sobre las 19.15 horas, en el patio del Instituto San Felipe Neri, donde se encontraba reunida la gente que ha seguido la Santa Misa en una pantalla gigante, el Obispo de Roma ha tenido tiempo solo para un breve saludo y una bendición antes de regresar a la Casa Santa Marta, en el Vaticano.