El papa Francisco ha realizado este domingo por la tarde una visita pastoral a la parroquia romana de Santa María Madre del Redentor en Tor Bella Monaca, un barrio de la periferia de la ciudad, situado en el sector este.
De camino a la parroquia, sobre las 15.45 horas, el Santo Padre se ha detenido en la iglesia de Santa Juana Antida. Una vez allí, ha saludado a los pobres y enfermos asistidos por las Misioneras de la Caridad.
Antes de la Santa Misa, el Pontífice ha mantenido un encuentro con unos mil niños y jóvenes de catequesis en un campo deportivo. Luego ha saludado a los chicos que asisten a los dos centros de día que tiene la parroquia. En el teatro, el Papa se ha reunido con el Consejo Pastoral y los animadores. Asimismo, ha confesado a algunos penitentes.
A continuación, Francisco ha presidido la Eucaristía en el templo parroquial de Santa María Madre del Redentor, concelebrada por el cardenal Agostino Vallini, vicario para la diócesis de Roma, y una veintena de sacerdotes. La sencilla y cuidada ceremonia religiosa, que ha comenzado alrededor de las 17.40 horas, ha estado magníficamente acompañada por el coro parroquial.
En una improvisada y vibrante homilía, el Santo Padre se ha referido al pasaje del Evangelio que narra cuando Jesús echa del templo a los mercaderes. Así, ha señalado que en este episodio hay una imagen y unas palabras de Jesús que le llaman especialmente la atención.
La imagen –ha explicado– es la de Jesús «con el látigo en la mano», que echa «a todos esos que se aprovechaban del templo para hacer negocios, estos negociantes que vendían animales para los sacrificios, cambiaban monedas… Allí estaba el templo sagrado con esta suciedad fuera». Y Jesús se dedica, por lo tanto, «a hacer un poco de limpieza».
En cambio, la frase es que «mucha gente creyó en él. Pero Él no se fiaba de ellos porque conocía a todos…». Una frase «terrible», ha indicado el Pontífice, porque significa que «no podemos engañar a Jesús».
En este sentido, el Papa ha subrayado que «Jesús conoce todo lo que hay en nuestro corazón. No podemos engañar a Jesús. No podemos, ante Él, fingir que somos santos, y cerrar los ojos, hacer así, y luego llevar una vida que no sea la que él quiere». «Todos sabemos el nombre que Jesús daba a estos con doble cara: hipócritas», ha añadido.
«‘Pero, voy a la iglesia todos los domingos, y yo…’ Sí, podemos decir todo eso. Pero si tu corazón no es recto, si tú no haces justicia, si tú no amas a los que tienen necesidad de amor, si tú no vives según el espíritu de las Bienaventuranzas, no eres católico. Eres un hipócrita», ha insistido.
Esta, ha sugerido Francisco, «puede ser una buena pregunta para mediados de Cuaresma: ¿Jesús se fía de mí?». «¿Jesús se fía de mí o tengo doble cara? Me hago el católico, el cercano a la Iglesia, y luego vivo como un pagano», ha apuntado. «‘¿Jesús te fías de mí? Soy un pecador…’ Eso no le asusta a Jesús. Al Él lo que le aleja es la doble cara», ha reiterado.
El Obispo de Roma ha concluido sus palabras asegurando que «si abrimos nuestro corazón a la misericordia de Jesús para que limpie nuestro corazón, nuestra alma, Jesús se fiará de nosotros».