El papa Francisco se ha reunido este viernes por la tarde en la Plaza de San Pedro con unos treinta mil miembros de la Renovación en el Espíritu Santo. El encuentro ha tenido lugar con motivo de la 38 Convención Nacional de esta realidad eclesial en Italia, que ha comenzado a las 16 horas con un gesto ecuménico titulado “Vías de unidad y de paz – Voces en oración por los mártires de hoy y por un ecumenismo espiritual”.
En presencia del cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, del cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, del cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, del obispo armeno-católico de Alepo, monseñor Boutros Marayati y de otros importantes representantes de la Iglesia, Salvatore Martínez, presidente de la Renovación en el Espíritu de Italia, junto a los delegados ortodoxos y pentecostales han sido testigos de un momento de oración en respuesta a la causa del “ecumenismo de la sangre” invocado frecuentemente por el Santo Padre.
Antes de que llegara el Pontífice, el tenor Andrea Bocelli ha cantado el Panis Angélicus en el concierto-oración, que ha contado también con la actuación de la artista israelí Noa y de líderes de adoración como el padre Moen de los Estados Unidos o Darlene Zschech de Australia. Dirigiéndose a la multitud congregada, el cantante italiano ha afirmado que “sin Dios la vida sería una tragedia anunciada” cuando en realidad es “un camino luminoso”.
Una vez en el atrio de la Basílica vaticana, el Papa ha elevado la siguiente oración: “Padre, envía al Espíritu Santo. Él nos guiará a la unidad, él es el que nos da los carismas, el que hace la diferencia en la Iglesia”. “El Espíritu Santo –ha añadido– nos recuerde lo que Jesús dijo y enseñó”.
“En esta Iglesia que es tuya, que no es nuestra, la historia nos dividió”, ha reconocido el Santo Padre. De ahí la plegaria a Jesús: “¡Ayúdanos a ir por el camino de la unidad o de esta diversidad reconciliada. Señor, que siempre haces lo que nos prometiste, danos la unidad de todos los cristianos”.
Así, ha llegado el turno de un magistrado italiano que participó en la lucha contra la mafia, y ha asegurado visiblemente emocionado que sobrevivió de milagro. Mirando a Francisco, ha aseverado que “la justicia sin misericordia es la peor injusticia, aunque la otra persona sea culpable”.
Por su parte, el joven Hugo, que fue dejado por su madre debido a las drogas y sufrió el abandono de su padre, ha recordado como iba a la parroquia para pasar el tiempo, hasta que escucho un día a un grupo de la Renovación que cantaban, y descubrió la oración. Jesús y su palabra le hicieron comprender que su existencia tiene una finalidad, ha subrayado.
Tras escuchar estos conmovedores testimonios, el Pontífice se ha dirigido a todos los presentes, que se han tenido que proteger de la lluvia, cubriendo la Plaza de paraguas.
Durante su intervención de más de 30 minutos, el Santo Padre ha indicado que la Renovación en el Espíritu no es exactamente un movimiento, porque no tiene un fundador y porque tiene diversas particularidades entre quienes lo integran. No le pertenece a nadie, ni a nosotros. Es del Espíritu y Jesús es el Señor, ha enfatizado.
Remontándose a los orígenes de esta realidad eclesial, ha subrayado como el papa Pablo VI en la misa del lunes de Pentecostés de 1965 agradeció al cardenal Suenens con estas palabras: “En nombre del Señor le agradezco por haber llevado a la Renovación Carismática al corazón de la Iglesia”.
Les recordó que nadie puede decir «nosotros somos la corriente denominada movimiento Carismático Católico, ustedes no», porque el Espíritu Santo sopla donde quiere, cuando quiere, y como quiere».
El Santo Padre advirtió también de la tentación de querer ser líder, cuando «lo único insustituible es el Espíritu Santo y Jesús es el único Señor». Y también de reducirse a una ONG o de inflarse como pavos, porque el poder lleva a la vanidad.
Por otra parte, al tratar el “ecumenismo de la sangre”, Francisco ha recordado que los enemigos de los cristianos no le preguntan a uno si es de esta o este otra confesión cristiana, basta que sea cristiano para que lo martiricen.
En esta línea, ha tenido unas palabras de recuerdo para los cristianos coptos que fueron decapitados en la playa de Libia, y que le rezaban a Jesús. Ellos son nuestros mártires, ha aseverado. Y ha invitado a todos a trabajar en congresos con otras confesiones y también con los sin hogar.
“Vayan y prediquen la novedad que nos dio Jesús”, ha dicho el Papa al dar la bendición final, “prediquen a los pobres a los marginados, a todos”. “Que el Señor les acompañe en esta misión, siempre con la Biblia en la mano o el Evangelio en el bolsillo”, ha concluido.
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