El papa Francisco llegó esta tarde a Paraguay, última escala de su gira por America Latina, después de haber estado previamente en Ecuador y Bolivia. El Santo Padre partió de Santa Cruz de la Sierra rumbo a Asunción, la capital del país sudamericano con mayor porcentaje de católicos, donde fue recibido por el presidente Horacio Manuel Cartes Jara.
Tras la ceremonia de recepción en el aeropuerto, el Pontífice se retiró a descansar un rato a la Nunciatura Apostólica antes de acudir al Palacio de López para sostener un encuentro con el mandatario paraguayo, las autoridades del país y el Cuerpo Diplomático.
Una vez en el Palacio Presidencial, el Papa realizó la tradicional visita de cortesía al presidente de la República de Paraguay. La reunión privada tuvo lugar en la Oficina Presidencial. Después de la firma del Libro de Oro y la presentación de la familia del jefe de Estado, se procedió al intercambio de regalos y al saludo de las dos delegaciones.
Luego el presidente Cartes acompañó a Francisco al jardín del Palacio de Gobierno para la reunión con los miembros del Gabinete del Presidente, el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Cuerpo Diplomático. Al finalizar las palabras del mandatario paraguayo, el Santo Padre pronunció su discurso.
En su intervención, el Pontífice pidió que nunca más haya guerras entre hermanos e instó a construir siempre la paz. “La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra”, dijo.
“¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración”, añadió.
El Santo Padre instó también a potenciar, en todos los ámbitos de la sociedad, el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás.
Invitó a los presentes a no detenerse en lo conflictivo y desterrar del amor a la patria toda perspectiva partidaria o ideológica. Y apuntó que ese amor debe ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y luchar “impetuosamente contra la corrupción”.
El Papa recordó además que, a lo largo de su historia, este país conoció el “sufrimiento terrible de la guerra”, el enfrentamiento fratricida, la falta de libertad y la conculcación de los derechos humanos. “¡Cuánto dolor y cuánta muerte!”, lamentó, al tiempo que destacó el sentido de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una nación próspera.
Francisco rindió tributo a los miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que fueron y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de este pueblo.
Una vez más reconoció, con “emoción y admiración”, el papel de la mujer paraguaya en los momentos dramáticos del pasado, cuando madres, esposas y viudas cargaron sobre sus hombros, el peso más grande y supieron sacar adelante a sus familias y a su país. En ese momento, improvisando, el Pontífice exclamó: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.
Por otra parte, llamó a poner a los pobres y necesitados en un lugar prioritario del trabajo por el bien común, sobre todo cuando en Paraguay se están haciendo muchos esfuerzos para consolidar el progreso en la senda del crecimiento económico.
“Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”, insistió.
“Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico”, apuntó.
Por último, el Santo Padre aseguró el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica para la construcción de una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía, porque los obispos también están llamados a preocuparse por el impulso de un mundo mejor.
“Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y al que quieren servir”, concluyó.
La reunión con las autoridades finalizó con un concierto de música del tiempo de las reducciones jesuíticas del Paraguay, junto a la proyección de imágenes de tallas y objetos originales de las misiones de aquella época. Al término del encuentro, el Papa se trasladó desde el Palacio Presidencial a la Nunciatura Apostólica, lugar donde pernoctará.
Francisco acudirá el sábado por la mañana al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu y luego celebrará la eucaristía en la explanada del santuario mariano de Caacupé. Por la tarde, mantendrá un encuentro con representantes de la sociedad civil en el estadio León Condou del colegio San José y finalizará la jornada con el rezo de vísperas en la Catedral Metropolitana de Asunción, acompañado por los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y movimientos católicos.