El papa Francisco se reunió este sábado por la tarde con una amplia representación de la sociedad civil paraguaya en un encuentro celebrado en el estadio León Condou del colegio San José, en Asunción. El Santo Padre llegó al recinto deportivo a las 16:35 horas locales, después de una breve parada en la Fundación San Rafael.
En el estadio estuvieron presentes más de dos mil personas, entre líderes políticos, autoridades locales, artistas, representantes deportivos, dirigentes de organizaciones sindicales, campesinas e indígenas. También asistió el presidente Horacio Cartes. El evento, que contó con diversos momentos musicales y artísticos, fue organizado por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Tras la ceremonia de bienvenida, llegó el momento de los testimonios de algunos representantes locales que dieron su parecer sobre la realidad del país. Estaba previsto que cinco personas formularan unas breves preguntas al Pontífice, pero al final fueron seis. Ya que, una mujer defendió con gran efusividad y pasión los derechos de los pueblos indígenas. Durante las diferentes intervenciones, el Papa fue anotando en un papel algunas reflexiones, que utilizó posteriormente para sus respuestas.
En su turno de palabra, Francisco denunció a “las ideologías, que siempre terminan en dictaduras», y advirtió que “la corrupción es la polilla, es la gangrena de un pueblo». Además, invitó a todos los paraguayos a “no negociar su identidad”. “La Patria primero, después mi negocio”, dijo.
“Estoy contento de estar con ustedes, para compartir esos sueños e ilusiones, y también problemas”, arrancó el Santo Padre. “Gracias a Dios, Paraguay no está muerto”, añadió, al tiempo que explicó que “un pueblo que vive en la inercia de la aceptación pasiva, es un pueblo muerto. Veo en ustedes la savia de una vida que corre y quiere germinar, y eso siempre Dios lo bendice. Dios siempre está a favor de todo lo que ayude a mejorar la vida de sus hijos”. “Todos son necesarios en la búsqueda del bien común”, recordó el Pontífice, antes de pasar a responder algunas de las preguntas.
Preguntado por el papel de la juventud y su búsqueda de la felicidad, el Papa invitó a los jóvenes a “jugársela por algo, a jugársela por alguien”. “No tengan miedo de dejar todo en la cancha. Jueguen limpio, jueguen con todo, no tengan miedo de entregar lo mejor de sí, no busquen el arreglo previo para evitar el cansancio, la lucha. No coimeen al referee [no sobornen al árbitro]”.
Al afrontar el tema del diálogo, Francisco reconoció que “no es fácil”, y que “ha de ser sobre la mesa, claro. Si no decís lo que pensás, el diálogo no sirve, es una cinturita”. En este sentido, “hay que superar muchas dificultades”, señaló el Santo Padre. Así, aseguró que “uno no negocia su identidad. Y cuál es la identidad en un país: el amor a la patria. La patria primero, después mi negocio. Ésa es la identidad. Sin identidad, el diálogo no sirve”.
Para el Pontífice, “la diversidad no sólo es buena. Es necesaria. La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad”. Por ese motivo, propuso un diálogo que intente abrirse a “nuevas alternativas”, que desemboque en “la cultura del encuentro”.
El Papa prosiguió su discurso pidiendo el “reconocimiento de la dignidad del otro”, porque “no hay personas de primera, de segunda, de tercera y de cuarta. Son la misma dignidad”. Y refiriéndose a los pobres, apuntó que “hay que acoger el clamor de los pobres para una sociedad más inclusiva”.
Hay que “estar dispuestos a aprender de los pobres. Los pobres tienen mucho que enseñarnos en humanidad, bondad, sacrificio y solidaridad. Los cristianos, además, tenemos un motivo mayor. En ellos vemos el rostro y la carne de Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Los pobres son la carne de Cristo”, reiteró.
Por ello, pidió “respetar al pobre, no usarlo como objeto para lavar nuestras culpas”. Y criticó “la dictadura de la economía sin rostro”, que “sacrifica vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad”.
En otro momento, Francisco llamó a evitar “una mirada ideológica que termina utilizando a los pobres al servicio de otros intereses políticos y personales”. “Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación incompleta o enferma con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo”, insistió.
Es más, enfatizó, “fíjense en el siglo pasado. En qué terminaron las ideologías, en dictaduras siempre”. “Piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo. Todo por el pueblo, pero nada con el pueblo, estas son las ideologías”, lamentó.
Sin mirar los papeles, el Santo Padre reveló que alguien le dijo que una persona estaba secuestrada por el ejército y le pidió que hiciera algo. “Yo no digo si es verdad, si no es verdad, si es justo o no es justo, pero uno de los métodos que tenían las ideologías dictatoriales del siglo pasado era apartar a la gente, o con el exilio o con la prisión, o en el caso de los campos de exterminio nazis o estalinistas, la apartaban con la muerte”, apuntó.
En esta línea, el Pontífice continuó afirmando que para que exista una verdadera cultura política y del bien común es necesario que haya “juicios claros, juicios nítidos”. “No sé si acá existe o no, lo digo con todo respeto”, reconoció.
Finalmente, el Papa afirmó que “hay un método que no da libertad a las personas para elegir el modo de construir en la sociedad”. Y volvió a arremeter contra la corrupción, porque “ningún político puede cumplir su rol si está chantajeado, eso que se da en todos los pueblos del mundo”. “Si un pueblo quiere mantener su dignidad tiene que desterrarlo, estoy hablando de algo universal”, concluyó Francisco.