El Santo Padre ha enviado un carta a la familia salesiana, en el bicentenario del nacimiento de san Juan Bosco, en la que se une a ellos en “acción de gracias a Dios”. La misiva, dirigida al padre Ángel Fernández Artime, rector mayor de los Salesianos, se titula “Como don Bosco, con los jóvenes y para los jóvenes”.
De este modo, Francisco ha querido recordar los aspectos esenciales del legado espiritual y pastoral de don Bosco, y “exhortar a vivirlos con valentía”. Observando que el mundo ha cambiado mucho en estos dos siglos, el Papa asegura que “el alma de los jóvenes no”. También hoy los muchachos y las chicas –añade– están abiertos a la vida y al encuentro con Dios y con los demás, pero hay tantos con riesgo de desánimo, de anemia espiritual y de marginación.
Por eso, el Pontífice recuerda que don Bosco enseña “a no quedarnos mirando, sino a ponernos en primera línea, para ofrecer a los jóvenes una experiencia educativa integral que, sólidamente basada sobre la dimensión religiosa, involucre la mente, los afectos, toda la persona, considerada siempre como creada y amada por Dios”.
Y de aquí deriva “una pedagogía genuinamente humana y cristiana”, animada por la preocupación preventiva e inclusiva, especialmente para los jóvenes de los sectores populares y de los grupos marginales de la sociedad, a los cuales ofrece también la posibilidad de la instrucción y de aprender un oficio, para ser buenos cristianos y honestos ciudadanos, explica el Santo Padre.
Por otro lado, el Pontífice señala que un rasgo característico de la pedagogía de don Bosco es la amorevolezza, “la amabilidad, a entenderse como amor manifestado y percibido, en el cual se revelan la simpatía, el afecto, la comprensión y la participación en la vida del otro”.
Otros rasgos distintivos de la praxis educativa de Don Bosco comentado por Francisco en su carta son el “ambiente de familia”, la “presencia del educador como padre, maestro y amigo del joven”, expresado por un término clásico de la pedagogía salesiana: “la asistencia; clima de alegría y de fiesta; amplio espacio dado al canto, a la música y al teatro; importancia del juego, del patio de recreación, de los paseos y del deporte”.
Y tal y como observa el Santo Padre, estas actitudes llevaron a don Bosco a “salir” y a concretar decisiones valientes. “Él concretó este proyecto con estilo acogedor, alegre y de simpatía, en el encuentro personal y en el acompañamiento de cada uno”, asegura.
Igualmente, recuerda Francisco que también hoy la familia salesiana “se abre hacia nuevas fronteras educativas y misioneras, recorriendo las sendas de los nuevos medios de comunicación social y las de la educación intercultural junto a pueblos de religiones diversas, o de países en vías de desarrollo, o de lugares signados por la inmigración”.
Como Familia Salesiana –indica– estáis llamados a reavivar la creatividad carismática dentro y más allá de vuestras instituciones educativas, poniéndoos con dedicación apostólica sobre los senderos de los jóvenes, particularmente de aquellos de las periferias.
En particular, el Papa señala dos tareas que llegan hoy del discernimiento sobre la realidad juvenil: “educar según la antropología cristiana en el lenguaje de los nuevos medios de comunicación y de las redes sociales, que plasma en profundidad los códigos culturales de los jóvenes, y por lo tanto, la visión de la realidad humana y religiosa” y “promover formas de voluntariado social, no resignándose a las ideologías que anteponen el mercado y la producción a la dignidad de la persona y al valor del trabajo”.
Por otro lado advierte que no puede haber una eficacia pastoral juvenil “sin una válida pastoral familiar”.
Al finalizar la carta, el Santo Padre les alienta a “asumir el legado de vuestro fundador y padre con la radicalidad evangélica que ha sido suya en el pensar, hablar y obrar, con la competencia adecuada y con generoso espíritu de servicio”, “con los jóvenes y para los jóvenes”.