El santo padre Francisco ha rezado este domingo la oración del ángelus desde su estudio en el Palacio Apostlólico en el Vaticano, delante de una multitud que le aguardaba en la Plaza de San Pedro, a pesar del fuerte calor de estos días de verano europeo, que el Papa definió ‘de playa’, por lo que les ha felicitado y calificado de ‘valientes’.
Al comentar el Evangelio del día, Francisco recordó que Jesús mira siempre “con los ojos del corazón”. Y que los verbos: ‘ver’ y ‘tener compasión’, configuran a Jesús como el Buen Pastor. O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña. ¡Que bello es esto!
Y a continuación confió a los presentes que pidió al Señor «que el espíritu de Jesús, que es el Buen Pastor, me guiase durante el viaje apostólico que realicé los días pasados en América Latina, lo que me permitió visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay».
Por ello dijo el Santo Padre «agradezco a Dios con todo el corazón por este don», pero también «agradezco a los pueblos de estos tres países, su cariñosa y calurosa acogida y por su entusiasmo».
El Papa así quiso renovar su agradecimiento «a las autoridades de estos países por su acogida y colaboración». También «con gran cariño» a «mis hermanos obispos, sacerdotes, a las personas consagradas y a todas las poblaciones por el calor humano con el que han participado».
Recordó el Pontífice que «con estos hermanos y hermanas he alabado al Señor por las maravillas que ha obrado en el Pueblo de Dios en camino en aquellas tierras». Y también por «la fe que ha animado y anima su vida y su cultura». Así como «por las bellezas naturales con las cuales ha enriquecido a estos países».
Si bien Francisco indicó que «el continente latinoamericano tiene grandes potencialidades humanas y espirituales, custodia los valores cristianos, profundamente radicados», reconocío entretanto que «vive también graves problemas sociales y económicos».
Y que para contribuir a su solución, «la Iglesia está empeñada en movilizar a las fuerzas espirituales y morales de sus comunidades, colaborando con todas las componentes de la sociedad».
Por todo esto, «ante los grandes desafíos que el anuncio del Evangelio tiene que enfrentar» dijo, «he invitado a alcanzar de Cristo Señor, la gracia que salva y que da fuerzas al empeño del testimonio cristiano, a desarrollar la difusión de la palabra de Dios, para que la importante religiosidad de aquellas poblaciones pueda siempre ser testimonio fiel del Evangelio».
Y confió «los frutos de este inolvidable viaje apostólico», a «la materna intercesión de la Virgen María, que toda América latina venera como patrona con el título de Nuestra Señora de Guadalupe».