Poner a Cristo en el centro y ponerse al servicio de su pueblo en las periferias del mundo. De este modo, los consagrados y consagradas en Asia pueden servir a la misión evangelizadora de la Iglesia del continente. Esta ha sido la invitación del cardenal Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, al dirigirse a los participantes del Simposio “La vida consagrada al servicio de la nueva evangelización”, que se está celebrando en Pattaya, Tailandia.
El encuentro, que comenzó el 20 de julio, ha sido organizado por la Federación de las Conferencias Episcopales Asiáticas “para recoger los frutos de dos momentos fuertes de la vida de la Iglesia”. Por un lado el Sínodo general de los obispos sobre el tema de la nueva evangelización, celebrado en octubre de 2012, y por otro el Año de la Vida Consagrada.
Participan unos noventa entre obispos, sacerdotes y religiosos que en estos días han discutido sobre los desafíos de la nueva evangelización en Asia: desde la globalización hasta la pobreza, la ecología, la libertad religiosa y las estrategias para valorar ‘el rol profético de la Iglesia’ en las relaciones con el Estado, las sociedades y las otras Iglesias y religiones del continente.
Al abrir el encuentro, el cardenal Braz de Aviz, exhortó a los religiosos y religiosas de Asia, a un compromiso renovado para la evangelización. “No podemos evangelizar con las armas o la política”, señala la nota de la agencia Ucan. “Debemos vivir amando a las personas que servimos con esa pasión que nos viene al poner a Cristo, y no el dinero y el poder, en el centro de nuestras vidas”, indicó.
Asimismo, el prefecto recordó: “No somos mejores que otros en la Iglesia, y el radicalismo evangélico no es una exclusiva de la vida consagrada, sino que pertenece a todos, porque no existen cristianos de clase A y cristianos de clase B”.
Y esto tiene que ver también con las relaciones entre los mismos religiosos que deben vivir “como hermanos y hermanas y no como superiores y subalternos”.
Finalmente, observó que “los hombres por sí solos no representan toda la humanidad y lo mismo vale para las mujeres. Se necesita a los dos porque todos hemos sido creados a imagen del amor de Dios”. De este modo, recordó el deseo del papa Francisco de una presencia más incisiva de las mujeres en la Iglesia.