Un sector del Ejército de Burkina Faso encabezado por la Guardia Presidencial ha dinamitado este miércoles el proceso de transición hacia la democracia en curso en este país tras dar un golpe de Estado, secuestrar al presidente y al primer ministro y tomar el poder en nombre de un autoproclamado Consejo Nacional para la Democracia (CND), anunciando la disolución del Gobierno.
“Las calles en el centro de la ciudad están cortadas, pero la gente está marchando hacia la plaza de la República para apoyar el golpe de Estado”, señala el misionero salesiano español, P. Lorenzo Campillo Fernández, que se encuentra en la capital, Ouagadougou. “Por la noche se han escuchado disparos y se han producido algunos actos de violencia, más intimidatorios que otra cosa”, añade. “Anoche las comunicaciones se cortaron, no había tampoco radio ni televisión. Fue un momento de nerviosismo. Hoy parece estar todo más tranquilo, pero vivimos en una calma tensa”, sigue explicando. “De hecho, las fronteras han sido cerradas y el aeropuerto también”, asegura el religioso.
“Nosotros estamos bien, aunque no salimos de casa. Tampoco hoy hemos abierto las puertas del centro profesional y veremos en los próximos días cómo se desarrolla todo”, reconoce el padre Campillo.
La situación en Burkina Faso, desde que en octubre del año pasado el presidente Blaise Campoaré dejase el poder, ha sido convulsa. Se abrió un periodo de transición hacia un Burkina democrático. “De hecho, el 11 de octubre estaban previstas las elecciones. Ahora el futuro está más incierto que nunca”, explica la portavoz de Misiones Salesianas, Ana Muñoz, en un comunicado remitido este jueves a ZENIT.
“Los golpistas han criticado la gestión del Consejo de Transición, hasta ahora en el poder, y han declarado estar en contra de las medidas adoptadas, como la ley electoral o los cambios realizados en el estatuto general para el personal de las Fuerzas Armadas”, añade la nota.
La comunidad internacional ha pedido ya la liberación del presidente y de los representantes del Gobierno en poder de los militares. “Desde Misiones Salesianas nos unimos a la petición y a la búsqueda de una solución pacífica por el bien del país y de la población”, destaca la organización católica. “No hay que olvidar que Burkina es un país donde aún la mayoría de la población vive en la pobreza”, concluye Muñoz.