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Francisco reitera: 'No existe un divorcio católico'

El Santo Padre subraya una vez más la indisolubilidad del matrimonio. Sobre los divorciados y vueltos a casar indica como «simplista decir que puedan comulgar»

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«No existe un divorcio católico, sino que no existió el matrimonio. Y si existió, es indisoluble». Lo ha recordado el Santo Padre en la rueda de prensa del avión que le traía de vuelta de Estados Unidos.

Respondiendo a una de las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso del viaje apostólico en Estados Unidos, el Papa explicó que en la reforma recientemente introducida a través de un motu proprio sobre los procesos de nulidad matrimonial lo que ha hecho es cerrar “la puerta a la vía administrativa, que era la vía por la cual podía entrar el divorcio”.

A propósito de dicha reforma, el Pontífice recordó que “la habían pedido la mayoría de los padres sinodales en las reuniones del año pasado. Hacía falta agilizar los procesos. Había procesos que duraban diez, quince años”.

De este modo indicó que la doble sentencia, cuando era válida, “fue introducida por Benedicto XIV, porque en Centroeuropa, no digo el país, había algunos abusos, y para pararlos él introdujo la doble sentencia”. Y añadió que “los procesos cambian y la jurisprudencia cambia y se mejora siempre”.

Asimismo, señaló que este motu proprio “facilita los procesos en el tiempo, pero no es un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no lo puede cambiar, es doctrina, es un sacramento indisoluble”.

Los procesos legales –explicó el Santo Padre– son para probar que eso que parecía sacramento no lo era, por falta de libertad, por ejemplo, por falta de madurez, enfermedad mental. Son muchos los motivos.

El Santo Padre también habló del problema de los divorciados que están en nueva unión. A propósito precisó que le “parece simplista decir que se puede hacer la comunión. Lo que el Instrumentum Laboris propone es tanto” y recordó que “no es el único” problema. Citó a los jóvenes que no se casan, que es otro “problema pastoral”, es decir, la “madurez afectiva”. Y habló de otro problema: “la preparación al matrimonio”. Al respecto observó que “para hacerse cura hay una preparación de 8 años”, pero para casarse, “se hacen cuatro cursos. Hay algo que no va”.

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ZENIT Staff

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