Publicamos a continuación el discurso completo del Santo Padre en el colegio Nuestra Señora Reina de los Ángeles con niños y familias inmigrantes de Nueva York.
Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes.
Estoy contento de estar hoy aquí con ustedes junto a toda esta gran familia que los acompaña. Veo a sus maestros, educadores, padres y familiares. Gracias por recibirme y les pido perdón especialmente a los maestros por «robarles» unos minutos de la lección, de la clase. Están todos contentos ya sé.
Me han contado que una de las lindas características de esta escuela y de este trabajo es que algunos de sus alumnos, algunos de ustedes, vienen de otros lugares, y muchos de otros países. Y eso es bueno. Aunque sé que no siempre es fácil tener que trasladarse y encontrar una nueva casa, encontrar nuevos vecinos, amigos; no es fácil. Pero hay que empezar. Al principio puede ser algo cansador. Muchas veces aprender un nuevo idioma, adaptarse a una nueva cultura, un nuevo clima. Cuántas cosas tienen que aprender. No solo las tareas de la escuela sino tantas cosas, hasta jugar con la pelota ...
Lo bueno es que también encontramos nuevos amigos, y esto es muy importante. Los nuevos amigos que encontramos. Encontramos personas que nos abren puertas y nos muestran su ternura, su amistad, su comprensión, y buscan ayudarnos para que no nos sintamos extraños, extranjeros. Todo el trabajo de gente que nos va ayudando para sentirnos en casa. Aunque a veces la imaginación se vuelve a nuestra patria, pero encontramos gente buena que nos ayuda a sentirnos en casa. Qué lindo que es poder sentir la escuela, los lugares de reunión, como una segunda casa. Y esto no sólo es importante para ustedes, sino para sus familias. De esta manera, la escuela se vuelve una gran familia para todos. En donde junto a nuestras madres, padres, abuelos, educadores, maestros y compañeros aprendemos a ayudarnos, a compartir lo bueno de cada uno, a dar lo mejor de nosotros, a trabajar en equipo, a jugar en equipo que es tan importante, y a perseverar en nuestras metas.
Bien cerquita de aquí hay una calle muy importante con el nombre de una persona que hizo mucho bien por los demás, y quiero recordarla con ustedes. Me refiero al Pastor Martin Luther King. Un día dijo: «Tengo un sueño». Y él soñó que muchos niños, muchas personas tuvieran igualdad de oportunidades. El soñó que muchos niños como ustedes tuvieran acceso a la educación. Él soñó que muchos hombres y mujeres como ustedes pudieran llevar la frente bien alta, con la dignidad de quien puede ganarse la vida. Es hermoso tener sueños y es hermoso poder luchar por los sueños. No se olviden.
Hoy queremos seguir soñando y celebramos todas las oportunidades que, tanto a ustedes como a nosotros los grandes, nos permiten no perder la esperanza en un mundo mejor y con mayores posibilidades. Y tantas personas que he saludado y que me han presentado, también sueñan con ustedes, sueñan con esto y por eso se involucran en este trabajo, se inlocran en la vida de ustedes para acompañarlos en este camino, todos soñamos. Sé que uno de los sueños de sus padres, de sus educadores, y de todos los que los ayudan, y también del cardenal Dolan ¿eh?, que es muy bueno, es que ustedes puedan crecer y vivir con alegría. Aquí se los ve sonrientes: sigan así, ayuden a contagiar la alegría a todas las personas que tienen cerca. No siempre es fácil, en todas las casas hay problemas, hay situaciones difíciles, hay enfermedades, pero no dejen de soñar con que puedan vivir con alegría.
Todos ustedes los que están acá, chicos y grandes, tienen derecho a soñar y me alegra mucho que puedan encontrar sea en la escuela, sea aquí, en sus amigos, en sus maestros, en todos los que se acercan a ayudar, ese apoyo necesario para poder hacerlo. Donde hay sueños, donde hay alegría, ahí siempre está Jesús. Siempre. En cambio, ¿quién es el que siembra tristeza, el que desconfianza, el que siembra envidia, el que siembra los malos deseos? ¿cómo se llama? ¡El diablo! El diablo. El diablo siempre siembra tristeza porque no nos quiere alegres, no nos quiere soñando.
Donde hay alegría está siempre Jesús porque alegría y quiere ayudarnos a que esa alegría permanezca todos los días.
Antes de irme quiero dejarles un homework, ¿puede ser? Es un pedido sencillo pero muy importante: no se olviden de rezar por mí para que yo pueda compartir con muchos la alegría de Jesús. Y recemos también para que muchos puedan disfrutar de esta alegría como la que tienen ustedes cuando se sienten acompañados, ayudados, aconsejados, aunque haya problemas pero está esa paz en el corazón de que Jesús nunca abandona.
Que Dios los bendiga a todos y cada uno de ustedes y la Virgen los proteja. Gracias