Homilia del Papa Francisco

Homilia del Papa Francisco

Texto completo de la homilía del papa Francisco en la ordenación de 11 diáconos

El Santo Padre invita a los nuevos 11 ordenados a transmitir la misericordia de Dios

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco ordenó en este cuarto domingo de Pascua a 11 diáconos. En la misa que coincide con la 53° Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, el Papa les pidió a los nuevos ordenados que sean misericordiosos, muy misericordiosos, y que no se olviden que fueron llamados uno a uno por Cristo, no para hacer su comodidad sino para servir a los otros.
A continuación el texto completo de la homilía el Santo Padre
«Queridos hermanos,
Estos nuestros hijos han sido llamados al orden presbiteral. Como ustedes saben el Señor Jesús es el solo sumo sacerdote del Nuevo Testamento, peo también en Él todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido pueblo sacerdotal.

El papa Francisco en la basílica de San Pedro

El papa Francisco en la basílica de San Pedro

Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiso elegir algunos en particular, para que ejercitando públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal a favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor.
Después de una madura reflexión ahora estamos por elevar al orden presbiterial a estos nuestros hermanos, de manera que al servicio de Cristo, maestro, sacerdote, pastor, cooperen a edificar el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia en el pueblo de Dios y Templo santo del Espíritu Santo.
Ellos serán configurados en Cristo sumo y eterno sacerdote, o sea serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, y con este título, que les une en el sacerdocio al obispo, serán predicadores del Evangelio, pastores del pueblo de Dios, y presidirán las acciones de culto, especialmente en las celebraciones del Sacrificio del Señor.
A vosotros, hijos y hermanos dilectísimos que vais a ser promovidos al orden del presbiterado, considerad que ejercitando el ministerio de la sagrada doctrina seréis partícipes de la misión de Cristo, único maestro.
Dad a todos esa Palabra de Dios, que vosotros mismos habéis recibido con alegría. Haced memoria de vuestra historia, de aquel don de la palabra que el Señor les dio, a través de la mamá, de la abuela, de los catequistas, de toda la Iglesia.
Leed y meditad asiduamente la palabra del Señor para creer lo que habéis leído, enseñad lo que habéis aprendido de la fe, vivir lo que habéis enseñado.
Esto sea el alimento para el pueblo de Dios, vuestra doctrina alegría y apoyo a los fieles y a Cristo, el perfume de vuestra vida porque con la palabra y el ejemplo, que van juntos, la palabra y el ejemplo, edificareis la casa de Dios, que es la Iglesia.
Vosotros continuaréis la obra santificadora de Cristo. Mediante vuestro ministerio el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque unido al Sacrificio de Cristo, que por vuestras manos en nombre de toda la Iglesia viene ofrecido de forma incruenta en el altar en la celebración de los santos misterios.
Reconoced por tanto lo que hacéis, imitad lo que celebráis, porque así, participando en el misterio de la muerte y resurrección del Señor, lleváis la muerte de Cristo en vuestros miembros y camináis con Él en novedad de vida.
Llevar la muerte de Cristo en vosotros mismos, es caminar con Cristo en novedad de vida, sin cruz no encontrareis nunca al verdadero Jesús, y una cruz sin Cristo no tiene sentido.
Con el bautismo agregaréis nuevos fieles al pueblo de Dios. Con el sacramento de la penitencia perdonáis los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia.
Por favor, pido en nombre de Cristo y de la Iglesia les pido de ser misericordiosos, muy misericordiosos.
Con el óleo santo daréis alivio a los enfermos. Celebrando los sagrados ritos, elevando a las distintas horas del día la oración de alabanza y súplica, os haréis voz del pueblo de Dios y de la humanidad entera.
Conscientes de haber sido elegidos entre los hombres, elegidos, no se olviden de esto, elegidos. Es el Señor que les ha llamado uno a uno. Elegidos entre los hombres y constituidos a favor de ellos favor, no a favor mío, en comunión filial con vuestro obispo, comprometeos a unir a los fieles en una única familia, para conducirlos a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu Santo.
Tened siempre delante de los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para servir, no para quedarse en sus comodidades sino para salir y buscar salvar lo que estaba perdido.

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ZENIT Staff

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