(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha bendecido este miércoles en la Basílica de San Pedro los palios, antes de la misa solemne celebrada con motivo de la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
El palio es una estola circular de lana blanca, con un rectángulo anterior y otro posterior, con cinco cruces bordadas y simboliza el cordero que el buen pastor debe cargar.
El rito se abrió con una procesión, acompañada por el canto ‘Tu es Petrus’ entonado por el coro de la Capilla Sixtina, en el cual hoy participaron niños de otros coros famosos de confesiones cristianas. El santo Padre, los concelebrantes y los nuevos obispos que estaban en la primera fila, vestían todos paramentos rojos con bordes dorados.
Como es costumbre, en ocasión de esta festividad, estaba presente una delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla, guiada por la delegación enviada por Bartolomeo I, a quienes el Santo Padre saludó apenas ingresó en la basílica.
En su homilía el papa Francisco señala las llaves que Jesús promete a san Pedro, “para que pueda abrir la entrada al Reino de los cielos, y no cerrarlo a la gente, como hacían algunos escribas y fariseos hipócritas a los que Jesús reprende”.
Y recuerda que en la lectura se indican tres encierros: el de Pedro en la cárcel; el de la comunidad reunida en oración; y el de la casa de María, madre de Juan a quien llamaban Marcos, donde Pedro va a llamar después de haber sido liberado. Y que la oración aparece como la principal vía de salida incluso para la comunidad, que corre el peligro de encerrarse en sí misma debido a la persecución y al miedo. Porque la oración permite ir del cerramiento a la apertura, del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría. Y recordando la presencia de la delegación ortodoxa dijo: “Y podemos añadir: de la división a la unidad”.`