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Estamos iniciando el curso escolar, aunque con algunas irregularidades en ciertas regiones del país, por la resistencia de unos maestros a la reforma educativa. Por otro lado, ha habido padres de familia que han expresado su inconformidad con los contenidos de educación sexual en los libros de texto obligatorios, porque los consideran inadecuados. Dijeron que podrían arrancar las páginas que tratan estos temas y promovieron un “amparo” para que se retiren estos libros.
Pedí a la Secretaría de Educación Pública que me enviaran dichos contenidos, y así lo hicieron. Tengo los de Ciencias Naturales y Formación Cívica y Etica de Pre-escolar, y de Tercero a Sexto de Primaria. Los he leído con detenimiento. Hay cosas que preocupan y que deberían revisarse, pero en general no están tan mal como nos habían alertado en las redes sociales. Hay una información suficiente, científica y respetuosa, sobre las diferencias sexuales, y algo de formación ética, aunque sesgada en algunos puntos, incompleta y peligrosa.
A niños de quinto, en torno a once años, se les dice: “El embarazo en la adolescencia implica riesgos físicos tanto para la madre como para el feto; por lo que es importante evitarlo”. Es decir, lo que importa es que se eviten los embarazos precoces, no educar para que no tengan relaciones sexuales.
A los de sexto, de unos doce años, les enseñan: “Considera que tener un hijo implica asumir las responsabilidades derivadas del ejercicio libre de tu sexualidad. Existen métodos para tener relaciones sexuales de una manera responsable, sin la consecuencia de un embarazo no planeado o alguna infección de transmisión sexual”. Y enumera los métodos ya consabidos, sobre todo el condón, pero, ¡oh sorpresa!, agrega al final el Billings, que antes nunca se mencionaba. Lo describe así: “método natural que consiste en abstenerse de tener relaciones sexuales durante los días fértiles de la mujer”. ¡Ojo! Lo propone sólo para evitar relaciones sexuales en los días fértiles; en los demás, ¡pueden hacer lo que quieran! Lo que importa a los autores es que no haya embarazos a temprana edad y, por ello, su insistencia en usar métodos anticonceptivos. No educan para el control de la sexualidad, sino sólo para el control natal.
Otra sorpresa: “Además de los métodos y opciones para tener relaciones sexuales sin la consecuencia de un embarazo no planeado o infecciones de transmisión sexual, otra opción que evita tales riesgos es la abstinencia”. Es un avance que la enuncie, al menos; aunque por todas partes lo que más se recomienda es el condón. Es decir, sí tener relaciones, pero “protegerse” con el condón. Con estas recomendaciones en los libros de texto de todas nuestras escuelas, ¿quién va a llegar virgen al matrimonio? Sólo quienes vayan contra corriente y defiendan su virtud en forma heroica.
Hay una recomendación ética que me parece adecuada: “Tener relaciones sexuales es una decisión muy importante en tu vida; antes de tomarla, es importante que estés bien informado. Recuerda que es una decisión personal, nadie puede obligarte ni presionarte para tener relaciones sexuales. Rechaza cualquier forma de violencia: el maltrato físico o verbal, los celos, las prohibiciones, que uno de los miembros de la pareja tome decisiones en forma unilateral o ejerza presiones sexuales. Eso no es amor”. Esto está bien; pero estaría mucho mejor si recomendara abstenerse y disfrutar la sexualidad en un matrimonio estable y definitivo.
PENSAR
El Papa Francisco, en su Exhortación La alegría del amor, dice: “El Concilio Vaticano II planteaba la necesidad de una positiva y prudente educación sexual que llegue a los niños y adolescentes conforme avanza su edad y teniendo en cuenta el progreso de la psicología, la pedagogía y la didáctica. Deberíamos preguntarnos si nuestras instituciones educativas han asumido este desafío. El impulso sexual puede ser cultivado en un camino de autoconocimiento y en el desarrollo de una capacidad de autodominio” (280).
“La educación sexual brinda información, pero sin olvidar que los niños y los jóvenes no han alcanzado una madurez plena. La información debe llegar en el momento apropiado y de una manera adecuada a la etapa que viven. No sirve saturarlos de datos sin el desarrollo de un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad” (281).
“Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un «sexo seguro». Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio” (283).
ACTUAR
Padres de familia, educadores, agentes de pastoral de adolescentes y jóvenes: Ante la avalancha de lo que se recibe en las escuelas, hay que abordar estos temas también desde la fe, desde la moral del Evangelio, desde una antropología y psicologías cristianas. No permitan que sea sólo la escuela la que trate estos asuntos, sino que hay que dialogar sobre esto en la familia y en la catequesis.