San Manuel González García

San Manuel González García

El ejemplo de don Manuel, futuro santo, presenta el desafío de la gratuidad

Entrevista con Mª Teresa Castelló Torres, vicaria general de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret. La canonización de Don Manuel es el próximo domingo 16 de octubre

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(ZENIT – Roma).- “Es una persona que se dejó mirar por el Señor, que le llamó a algo concreto en la sociedad de su tiempo y gracias a ese don del Espíritu, se dejó amar, e hizo que ese amor lo pueda transmitir a los demás. Y esto sucede porque él tiene una experiencia ante la Eucaristía. Su vida siempre fue una vida de entrega y agradecida”. Así define al beato Manuel González, Mª Teresa Castelló Torres, vicaria general de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret.
Manuel González García, obispo de Palencia, fundó la Unión Eucarística Reparadora y la Congregación de las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret, será canonizado en la plaza de San Pedro el próximo domingo, 16 de octubre.
En entrevista con ZENIT, la vicaria general explica que el fruto más importante que puede dar la canonización es que “a través de la figura de don Manuel se pueda conocer más la Eucaristía” y que “la gente pueda llegar a profundizar lo que es el amor que se ha hecho alimento y se ha quedado con nosotros hasta el fin de los tiempos”. Y así subraya que “la presencia eucarística tiene una fuerza tal que es capaz de cambiar la vida de las personas”. Tal y como recuerda, el beato Manuel siempre decía que “el mayor mal de todos los males es el abandono de la eucaristía”.
Esperemos  –asegura la religiosa– que con la canonización la gente pueda conocer más a Jesús Eucaristía y recibir lo que nos quiere dar desde esa presencia eucarística». Y como consecuencia de ello, “vivir las actitudes eucarísticas de generosidad, solidaridad y ayuda a los demás”. El futuro santo “supo unir el amor a Jesús Eucaristía y el amor a los hombres”, señala la vicaria general.
Asimismo, explica que frente a «este mundo, en el que todo está medido y pesado, solo vale lo momentáneo, usar y tirar”, la vida de don Manuel “fue una vida muy agradecida”. Por eso, “lo que nos pide ahora es ese desafío de la gratuidad”, “de entrega a los demás incluso sin esperar nada a cambio». Eso es –precisa– la Eucaristía y la esencia de una vida eucarística. 
Además de la gratuidad, destaca también el perdón. “Él supo perdonar a las personas que le acusaron, atacaron, incluso cuando en el ’31 le quemaron el palacio arzobispal, no guardó rencor hacia nadie”.
Por otro lado, la hermana Mª Teresa cuenta que recibieron la noticia de la fecha de la canonización “con gran alegría e inmenso gozo”, al darse cuenta de que es un santo y “ya no es alguien para ‘dentro’ sino que que ‘para la Iglesia’”. Ya no es “nuestro” es “para toda la Iglesia” y eso “alegra muchísimo que los demás puedan compartir ese don que nosotras hemos recibido, con su vida, testimonio y misión”, asegura la religiosa.
De este modo, reconoce que este momento también es una llamada a la Congregación “a vivir ese estilo de vida que él fue marcando”, “vivir el carisma de una forma más intensa”.
En este sentido, explica que en este último tiempo están haciendo un estudio del carisma, “él lo vivió y transmitió en su tiempo, y en el hoy se tiene que renovar», y están haciendo «esa revitalización del carisma y renovación de las constituciones”. Supone un reto y un desafío a nivel interno –observa– porque para que los demás lo puedan conocer con esa vitalidad con la que él lo vivió y transmitió lo tienen que vivir ellas. Es una invitación a ser “apasionadas por vivir la eucaristía, dejarnos eucaristizar para eucaristizar”.
La Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret retomaron, en un encuentro celebrado en el mes de julio, “las líneas esenciales que él dejó como fundador” para que sea un año que ayude a “reponer fuerzas” y “renovar la ilusión y deseo de seguir conociendo su carisma”.  Además, el año pasado celebraron un congreso coincidiendo con el 75º aniversario de su muerte, fue como un “adelanto de preparación a la canonización”.
Tal y como nos explica la hermana Mª Teresa don Manuel fundó en el año 1910 el movimiento de laicos, y después la congregación para ayudar al movimiento de laicos a que vivan su vida eucarística en la sociedad y puedan llegar a los lugares donde la congregación religiosa no puede. Y así, juntos, realizan una serie de actividades apostólicas. Las hermanas trabajan mucho en las parroquias, con las catequesis, charlas eucarísticas… Además, a través del fondo solidario “Beato Manuel González” llegan a la gente más necesitada.  Por eso la vicaria general explica que para ellas es muy importante y esencial “la presencia personal, de tú a tú”. Con una presencia silenciosa. Trabajan mucho con el Banco de Alimentos, y no solo dando de comer, “también escuchando”.
185 hermanas, 28 comunidades repartidas entre España, Portugal, Italia, Venezuela, Argentina, Perú, México y Ecuador y desde febrero en Cuba. Y así, “vemos cómo su obra, su carisma y su misión se va extendiendo a lugares inesperados”, asegura la religiosa.

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Rocío Lancho García

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