Old Latin Bible for daily meditation and prayer

Robert Cheaib - flickr.com/theologhia

Comentario a la liturgia dominical

Trigésimo primer domingo del tiempo común Ciclo C Textos: Sabiduría 11, 23-12, 2 Tes 1, 11-2, 2; Lc 19, 1-10

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(ZENIT – México).- Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, director espiritual y profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
 
Idea principal: Dios nos toma la delantera siempre porque es misericordioso.
Síntesis del mensaje: Estamos acercándonos al final del año litúrgico y también terminando el año de la misericordia. Nunca más oportuno el mensaje consolador de este domingo: el perdón de Dios que nos toma la delantera, o, como dice el Papa Francisco, “nos primerea”. Ambas lecturas (1ª lectura y evangelio) nos animan a todos, que somos pecadores y que tanto necesitamos de la misericordia de Dios, a confiar en Él. “A todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida” (1ª lectura), “porque el Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad” (Salmo). Dios, no sólo nos perdona, sino que quiere entrar y comer en nuestra casa, -que es nuestra alma- como hizo con Zaqueo (evangelio).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, ¿quién era Zaqueo? ¿Por qué quería ver a Jesús? ¿Pura curiosidad? Zaqueo es una persona rica y poderosa. Jefe de publicanos. Los publicanos eran considerados pecadores por dos motivos. El primero era su falta de honradez: obligaban a la gente a pagar más de lo debido en el cobro de las tasas, a fin de obtener un beneficio. El segundo tenía su origen en que estaban al servicio de una potencia pagana: cobraban las tasas por cuenta del Imperio romano. Por eso la gente de bien nos les hablaba, no comía en las casas de esos corruptos, ni los invitaba. Ese era Zaqueo, el aduanero pagano, rico por cuenta ajena y, por definición, publicano, hombre sin ley, sin entrañas y sin Dios. Impuro legal y contagioso. Pero, ¿qué pasó? Jesús le tomó la delantera.
En segundo lugar, ¿cómo le trató Jesús? Jesús toma la delantera y se autoinvita a la casa de Zaqueo porque sabía que ese hombre era pecador, pues ha venido al mundo para eso, para salvar al perdido. Atravesaba Jericó en olor de multitudes cuando, al pasar bajo una higuera, levantó los ojos adonde la gente apuntaba con los suyos y escuchó las risas, vio a un hombre encajado de bruces en la horquilla de las ramas. Jesús miró para arriba, su mirada sacudió la encina o la higuera y, con algunas hojas del caso, Zaqueo se cayó de maduro. Porque si hay miradas divinas que fulminan al hombre, esta vez le tocó a Zaqueo una de esas miradas. Y durante la comida, Jesús tocó definitivamente el corazón de Zaqueo y se convierte, sacando unas conclusiones muy concretas para reparar las injusticias que había cometido. Sí, Zaqueo era digno de la misericordia y del perdón de Dios. No es nuestra contrición lo que desencadena la misericordia de Dios sino, al revés, la misericordia de Dios es lo que desencadena la contrición del hombre. Luego viene la Iglesia que, con la absolución sacramental, atestigua la verdad del perdón.
Finalmente, ¿cómo terminó Zaqueo? Cristo le tomó la delantera. Y ahora es la hora de Zaqueo que también le tomó la delantera a Dios. En el momento del brindis, Zaqueo dijo: la mitad de lo que tengo será para los pobres. ¿De qué le habrá hablado Jesús para que salga con esas salidas? Apuesto que le habló del evangelio, que es cosa de pobres y de las bienaventuranzas. Y Zaqueo terminó con el fraude, la estafa y el robo. Y además, restituirá lo robado cuatro veces más. Qué habrán pensado los rabinos que “beatificaban”  cuando alguien restituía el 1/5. El derecho romano mandaba devolver cuatro veces lo robado, pero sólo tras sentencia judicial. El derecho judío mandaba devolver el doble de lo robado (cf. Ex 22, 4.7) con al excepción de la famosa oveja robada y, si sacrificaba, había que pagarle cuatro veces más (cf. Ex 21, 37 con 20, 1). Sólo así Jesús “se hospedó”  en su “casa”, es decir, entró la gracia de Cristo en el alma de Zaqueo. Pero primero hubo contrición de corazón, propósito de enmienda, confesión de boca y satisfacción de obra. Adiós, Zaqueo, te seguimos en la leyenda, que nos informa que fuiste discípulo de san Pedro, que san Pedro te consagró obispo para Cesarea, luego…Luego te perdimos de vista para siempre. Quizás descansas debajo de la higuera.
Para reflexionar: ¿pongo límites a la misericordia de Dios? Cuando he sido injusto con alguien, ¿tomo después medidas prácticas para recompensarlo? ¿Soy crítico superficial de gente de Iglesia que trata con ricos y poderosos? ¿Nos alegramos de la vuelta de los alejados y hacemos fiesta sin poner mala cara, como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo? ¿Soy misericordioso o intolerante fiscal y juez de los demás?
Para rezar: Jesús, piedad y misericordia. Gracias por tu perdón. Gracias por invitarme a tu mesa eucarística y permitirme entrar en comunión contigo, pues te has hecho alimento de mi vida. Que de tu Eucaristía aprenda a ser abierto de corazón y misericordioso para con los demás, a ejemplo tuyo. Que me alegre del cambio de vida de tantos Zaqueos, y que participe con ellos del Cuerpo y Sangre de Cristo, sea cual sea la raza, formación, edad y condición social.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org.
 

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Antonio Rivero

El padre Antonio Rivero nació en Ávila (España) en 1956. Entró a la congregación de los Legionarios de Cristo en 1968 en Santander (España). Se ordenó de sacerdote en Roma en la Navidad de 1986. Es licenciado en Humanidades Clásicas en Salamanca, en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y en Teología por la Universidad de santo Tomás también en Roma. Es doctor en Teología Espiritual por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma) donde defendió su tesis el 16 abril del año 2013 sobre la dirección espiritual en san Juan de Ávila, obteniendo “Summa cum laude”. Realizó su ministerio sacerdotal como formador y profesor de Humanidades clásicas en el seminario en México y España. Fue vicario parroquial en la ciudad de Buenos Aires durante doce años. Durante diez años fue director espiritual y profesor de teología y oratoria en el Seminario María Mater Ecclesiae en são Paulo (Brasil), formando futuros sacerdotes diocesanos. Actualmente es profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y ayuda en el Centro Logos, en la formación de sacerdotes y seminaristas diocesanos. Ha dedicado y dedica también parte de su ministerio sacerdotal a los Medios de Comunicación Social. Ha publicado catorce libros: Jesucristo, Historia de la Iglesia, Los diez mandamientos, Breve catequesis y compendio de liturgia, El tesoro de la Eucaristía, El arte de la predicación sagrada, La Santísima Virgen, Creo en la Vida eterna, Curso de Biblia para laicos, Personajes de la Pasión, G.P.S (Guía Para Santidad, síntesis de espiritualidad católica), Comentario a la liturgia dominical ciclo A, Comentario a la liturgia dominical ciclo B, Comentario a la liturgia dominical ciclo C. Ha grabado más de 200 CDs de formación. Da conferencias en Estados Unidos sobre pastoral familiar, formación católica y juventud. Y finalmente imparte retiros y cursos de formación a religiosas, seminaristas y sacerdotes diocesanos en México, Centroamérica y donde le invitan.

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