(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- «Proporcionar los medios para una vida digna, promover la cultura y fomentar la libertad de culto, incluso protegiendo a los creyentes y a las religiones de todas las manifestaciones de la violencia y la explotación, son los mejores antídotos contra el surgir del odio».
«Hoy más que en el pasado la lucha contra el antisemitismo puede beneficiarse de herramientas eficaces, como la información y la formación». Así como «la lucha contra la difamación con el compromiso de educar, de promover el respeto de todos y de proteger a los más débiles».
Lo indicó el papa Francisco en la mañana de este jueves al recibir en el Vaticano a los miembros de la Liga Antidifamación (ADL en inglés) la organización judía con sede en Estados Unidos, que “mediante apelación a la razón y la conciencia y si es necesario a la ley, detener la difamación del Pueblo judío”.
El Santo Padre recordó junto a ellos que san Juan Pablo II y Benedicto XVI les había recibido y que desde el Concilio Vaticano II se mantienen relaciones. Manifestó también agradecimiento por que los contactos se ha intensificado, dando prueba “no solo del compromiso común sino de la fuerza benéfica de la reconciliación, que cura y transforma las relaciones. Si la cultura del encuentro y la reconciliación genera vida y produce esperanza, la no-cultura del odio siembra muerte y cosecha desesperación”.
Lo indicó el papa Francisco en la mañana de este jueves al recibir en el Vaticano a los miembros de la Liga Antidifamación (ADL en inglés) la organización judía con sede en Estados Unidos, que “mediante apelación a la razón y la conciencia y si es necesario a la ley, detener la difamación del Pueblo judío”.
El Santo Padre recordó junto a ellos que san Juan Pablo II y Benedicto XVI les había recibido y que desde el Concilio Vaticano II se mantienen relaciones. Manifestó también agradecimiento por que los contactos se ha intensificado, dando prueba “no solo del compromiso común sino de la fuerza benéfica de la reconciliación, que cura y transforma las relaciones. Si la cultura del encuentro y la reconciliación genera vida y produce esperanza, la no-cultura del odio siembra muerte y cosecha desesperación”.
“No hay palabras y pensamientos adecuados –dijo Francisco recordando su reciente visita a Auschwitz-Birkenau– frente a tales horrores de la crueldad y del pecado» y que solo queda «la oración para que Dios tenga misericordia y para qué esas tragedias no se repitan».
Para permitir “a la memoria cumplir su papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en el que la inefable iniquidad de la Shoah nunca más sea posible”.
“Por desgracia, la actitud antisemita, que deploro nuevamente en todas sus formas, como contraria en todo a los principios cristianos y a cualquier visión que sea digna del hombre, todavía está muy extendida en la actualidad. Reafirmo que la Iglesia católica se siente especialmente en la obligación de hacer todo cuanto esté en su poder, junto con nuestros amigos judíos, para repeler las tendencias antisemitas Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables».
«Hoy más que en el pasado la lucha contra el antisemitismo puede beneficiarse de herramientas eficaces, como la información y la formación. En este sentido, les agradeció por la labor que realizan y porque acompañan la lucha contra la difamación con el compromiso de educar, de promover el respeto de todos y de proteger a los más débiles».
El Pontífice les invitó también «a custodiar el tesoro sagrado de toda vida humana, desde la concepción hasta el final, protegiendo su dignidad, es la mejor manera de prevenir cualquier forma violenta». Frente a la tanta violencia que se extiende en el mundo, estamos llamados a un todavía más de no violencia, que no significa pasividad, sino promoción activa del bien».
Porque si se vuelve necesario extirpar las hierbas del mal, «más urgente aún es sembrar el bien: cultivar la justicia, incrementar la concordia, apoyar la integración, sin desfallecer; solamente así se cosecharán los frutos de la paz”.
“A ello les animo convencido de que proporcionar los medios para una vida digna, promover la cultura y fomentar la libertad de culto, incluso protegiendo a los creyentes y a las religiones de todas las manifestaciones de la violencia y la explotación, son los mejores antídotos contra el surgir del odio». Y tras agradecerles también «el diálogo que, en diversos niveles, mantienen con la Iglesia Católica», concluyó invocando «la bendición del Todopoderoso sobre nuestro compromiso conjunto y nuestro camino de amistad y de confianza fraterna,: en su bondad nos acompañe y ayude a dar buenos frutos. ¡Shalom Alechem!”.
Para permitir “a la memoria cumplir su papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en el que la inefable iniquidad de la Shoah nunca más sea posible”.
“Por desgracia, la actitud antisemita, que deploro nuevamente en todas sus formas, como contraria en todo a los principios cristianos y a cualquier visión que sea digna del hombre, todavía está muy extendida en la actualidad. Reafirmo que la Iglesia católica se siente especialmente en la obligación de hacer todo cuanto esté en su poder, junto con nuestros amigos judíos, para repeler las tendencias antisemitas Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables».
«Hoy más que en el pasado la lucha contra el antisemitismo puede beneficiarse de herramientas eficaces, como la información y la formación. En este sentido, les agradeció por la labor que realizan y porque acompañan la lucha contra la difamación con el compromiso de educar, de promover el respeto de todos y de proteger a los más débiles».
El Pontífice les invitó también «a custodiar el tesoro sagrado de toda vida humana, desde la concepción hasta el final, protegiendo su dignidad, es la mejor manera de prevenir cualquier forma violenta». Frente a la tanta violencia que se extiende en el mundo, estamos llamados a un todavía más de no violencia, que no significa pasividad, sino promoción activa del bien».
Porque si se vuelve necesario extirpar las hierbas del mal, «más urgente aún es sembrar el bien: cultivar la justicia, incrementar la concordia, apoyar la integración, sin desfallecer; solamente así se cosecharán los frutos de la paz”.
“A ello les animo convencido de que proporcionar los medios para una vida digna, promover la cultura y fomentar la libertad de culto, incluso protegiendo a los creyentes y a las religiones de todas las manifestaciones de la violencia y la explotación, son los mejores antídotos contra el surgir del odio». Y tras agradecerles también «el diálogo que, en diversos niveles, mantienen con la Iglesia Católica», concluyó invocando «la bendición del Todopoderoso sobre nuestro compromiso conjunto y nuestro camino de amistad y de confianza fraterna,: en su bondad nos acompañe y ayude a dar buenos frutos. ¡Shalom Alechem!”.