(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 16 jJun. 2017).- Nadie se salva a si mismo, necesitamos la potencia de Dios. El papa Francisco en la homilía de este viernes en la Casa Santa Marta, señaló así la Segunda Carta de san Pablo a los Corintios, en la que el apóstol habla del misterio de Cristo, indicando que “tenemos un tesoro en vasijas de barro”.
Exhorta por lo tanto a todos a tomar conciencia de nuestra debilidad porque sin la potencia de Dios no podemos seguir adelante.
“Todos nosotros somos vulnerables, frágiles, débiles y tenemos necesidad de ser curados. Y él lo dice: sufrimos tribulación, estamos consternados, somos perseguidos, golpeados como manifestación de nuestra debilidad, de la misma debilidad de Paolo, manifestación del barro”.
Añade que “una de las cosas más difíciles en la vida es reconocer la propia vulnerabilidad” y a veces intentamos “maquillarla para que no se vea”. El mismo Pablo en el inicio de este capítulo dice: “Cuando he caído en las simulaciones vergonzosas”.
Las disimulaciones son vergonzosas siempre, “porque son hipócritas”. Incluso hacia nosotros mismos, cuando creemos que somos “otra cosa”, que no tenemos necesidad de curación ni de apoyo, al pensar “no estoy hecho de barro”, tengo “un tesoro”.
“Este es el camino hacia la vanidad, la soberbia, la autorreferencialidad de aquellos que no sintiéndose de barro, buscan la salvación y la plenitud de sí mismos”. En cambio es “la potencia de Dios la que nos salva”.
Así el apóstol Pablo con este planteo, nos lleva a un diálogo “entre el tesoro y el barro”. Y el sucesor de Pedro lo ejemplifica con la confesión, “decimos nuestros pecados como si fueran una lista de precios en el mercado”, intentando “blanquear un poco el barro”. En cambio debemos aceptar nuestra debilidad y vulnerabilidad, porque aquí entra en juego la vergüenza.
En cambio, asegura Francisco “es la vergüenza la que ensancha el corazón, para permitir que entre la potencia de Dios, la fuerza de Dios. La vergüenza de ser de barro y no un vaso de plata o de oro”. Y asegura que “si llegamos a este punto seremos felices, muy felices”.
Invitó a recordar el lavado de los pies, “cuando Pedro le dice a Jesús: ‘No Señor, ¿pero por favor qué haces? Pedro no había entendido que él era de barro, que necesitaba de la potencia del Señor para ser salvado”.
Solamente si aceptamos ser barro, entonces “la extraordinaria potencia de Dios vendrá a nosotros y nos dará la plenitud, la salvación, la felicidad, la alegría de ser salvados” y recibiendo “el tesoro” del Señor, concluye el Papa.
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El Papa en Santa Marta: sentir la vergüenza de ser de 'barro' nos abre el corazón para que el Espíritu entre
Este viernes en la homilía Francisco parte de la Segunda Carta de san Pablo a los Corintios