(ZENIT – Roma, 24 Jul. 2017).- El papa Francisco envió por correo electrónico un mensaje animando en su labor a la monja carmelita de clausura Mónica Astorga, que realiza en Argentina desde hace 11 años una labor junto a personas transexuales para que abandonen la prostitución y las adicciones.
“A vos y al convento los tengo cercanos a mi corazón, como también a las personas con las que trabajan”, escribió el Pontífice, indicándole que se lo podía decir a ellas.
Este es parte el mensaje que el Santo Padre le envió y que ha sido publicado ayer por el diario LmNeuquén.com, de la ciudad de Neuquén en el sur de Argentina.
El Papa le escribió, indica el periódico, “al conocer el proyecto de construcción de 15 viviendas para mujeres transexuales, en el barrio Confluencia de esta ciudad”, indica el periódico, y “de la apertura de un hogar de ancianos que será llevado adelante por personas de este colectivo”.
El periódico señaló que anteriormente Francisco le escribió a la religiosa: “En la época de Jesús los leprosos eran rechazados. Ellas son los leprosos de la actualidad. No dejes el trabajo de frontera que te tocó”.
La hermana Mónica Astorga, nacida en Buenos Aires, 50 años, vive en un convento en Neuquén. A los 7 sintió su vocación religiosa a pesar de la oposición de su familia.
“No salgo del monasterio, este es mi lugar, desde aquí puedo sostener y empujar a quienes lo necesitan. Desde aquí surge mi trabajo social”, aclara la religiosa de clausura, en una declaración anterior hecha al mismo medio de información.
A ellos la hermana Mónica señala que al convento había llegado una chica que quería dar el diezmo. Interrogada sobre su trabajo, ella indicó que se prostituía porque debido a su condición de travesti no conseguía otro empleo. «Le preguntaron si necesitaba ayuda y fue ahí que el padre Ítalo (Varvello) y la hermana Mariucha (Dambroggio) se contactaron conmigo y me preguntaron si podía ayudarla”, explica al medio.
Esta chica le pidió ayuda para dejar la prostitución y la hermana Mónica le preguntó si conocía a otras personas que querían dejar la calle. “Me respondió ‘todas’”. Entonces le dije que las vaya a buscar. Ella se puso a reír y me contestó: ‘Son como 70’”.
Cuando llegó esta chica con un primer grupo de transexuales, lo primero que hizo la religiosa fue invitarlas a la capilla para rezar, “para poner toda su vida en manos de Jesús y poder fortalecer sus vidas”. Una de ellas le preguntó cómo podían rezar a Dios si habían sido rechazadas por sus padres y familiares. “Les pedí que tengan fe porque, si no, estaban muertas. Después les consulté sobre qué querían hacer de sus vidas, qué sueños querían cumplir”, dijo la religiosa.
Con ayuda de la Cáritas diocesana y de otras personas les ayudaron a abrir una peluquería, un centro de costura etc. La religiosa indicó que no logra entender que haya hombres que paguen por estar con ellas. “Es indignante porque esos hombres las levantan en la calle, las maltratan y las usan como si fueran la basura de la humanidad”, declaró al mismo diario.
El Papa escribe a una carmelita 'de frontera' que trabaja para recuperar a personas de la prostitución y adicciones
La hermana Astorga en la localidad argentina Neuquén, trabaja sin dejar su convento