(ZENIT – Roma, 6 Set. 2017).- El papa Francisco descendió del Airbus de Alitalia a las 16:35 locales por una escalera con alfombra roja.
El presidente colombiano Juan Manuel Santos y su consorte María Clemencia Rodríguez, con quienes conversó brevemente, así como el nuncio apostólico Ettore Balestrero y el cardenal primado de Colombia, Rubén Salazar.
Estaba allí presentes autoridades políticas, civiles, religiosas y unas mil personas. Un niño le entregó una paloma de paz, era Emmanuel, el hijo nacido en el cautiverio de Clara Rojas, política secuestrada por las FARC durante seis años.
Mientas la banda sinfónica amenizaba con el ‘Gloria’ de Vivaldi, el Pontífice saludó a un grupo de niños que vestían chompas con palabras como paz, justicia, esperanza, etc. El Papa le estrechó la mano también a unas veinte personas entre las cuales la ministra de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín.
Estaban también en las seis tribunas allí instaladas, víctimas del conflicto, militares y civiles, y religiosos de diversas órdenes, ancianos y enfermos, destacándose muchos militares en sillas de ruedas o lisiados. Incluso uno de ellos le acercó un frasco de agua y pidió que se lo bendijera, a lo que accedió el Santo Padre.
Dos grupos folclóricos amenizaron la llegada con unos bailes típicos del país, como «Yo me llamo cumbia», con la alegría que le caracteriza.
Desde el aeropuerto en donde llegó después de más de 12 horas de viaje el Papa se transfirió en Papamóvil a Bogotá, a la sede de la Nunciatura Apostólica, donde pernoctará cuatro noches.