+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC
VER
Durante la reciente asamblea plenaria del episcopado mexicano, tuvimos la oportunidad de recibir, en tiempos diferentes, a cuatro de los cinco candidatos a la presidencia de la República. En media hora, cada quien nos expuso su propuesta; luego les dijimos una palabra de lo que esperamos de ellos; al final, hubo oportunidad de algunas preguntas. Fueron encuentros serenos, pacíficos, respetuosos, con la oportunidad de escucharnos unos a otros. Con nadie se hicieron compromisos de campaña, ni se ofrecieron apoyos en votos particulares.
No es la primera vez que lo hacemos. En los últimos sexenios, hemos dialogado en forma semejante con los diversos candidatos. En las propias diócesis, es muy común que nos busquen quienes aspiran a la gubernatura, o a otros cargos de elección popular. Su intención es presentarnos sus aspiraciones, sus proyectos. De nuestra parte, les ofrecemos una visión de la realidad que se vive en cada territorio, insistiéndoles siempre en buscar el mayor bien de la comunidad. Nunca es para hacer acuerdos “en lo oscurito”, ni para ofrecerles propaganda a su favor. Una vez que pasan las elecciones, muchos se olvidan de esas entrevistas, pues lo que les importa es reunirnos antes y, si es posible, sacarse la foto.
Para nuestra tarea episcopal, es importante estar en relación con los diferentes actores de la sociedad, particularmente con los gobernantes y con quienes aspiran a un puesto público, para compartirles las necesidades que descubrimos en nuestro pueblo, al que conocemos muy de cerca por nuestro constante contacto pastoral. Por ejemplo, cuando me reunía con gobernantes de Chiapas, era para hacerles conciencia de las graves necesidades en la atención a la salud, de las carencias en educación y en comunicaciones, de los problemas sociales de los pueblos, de la marginación de algunas regiones, de la necesaria atención a los migrantes, de los excesos publicitarios en las campañas, etc.
PENSAR
Ante el momento electoral que vivimos, el episcopado mexicano emitió una exhortación, el 19 de marzo pasado, con el título Participar para transformar. Entre otras cosas, dijimos:
“Participar en la vida cívica y política de nuestras comunidades es una obligación ciudadana y cristiana que no podemos ni debemos obviar. Sólo participando podemos transformar positivamente nuestra nación, en fidelidad a sus orígenes y a su destino histórico. Debemos recordar que en las situaciones concretas, y teniendo siempre en cuenta la solidaridad que nos es debida, es necesario reconocer una legítima variedad de opciones políticas posibles. Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes. Esto quiere decir que la fe cristiana trasciende las propuestas políticas concretas y deja en libertad a los fieles, para que elijan en conciencia de acuerdo a los principios y valores que han descubierto en la experiencia de la fe”.
Exhortábamos a cinco acciones: “Participar cívicamente, orar en familia y en comunidad, buscar el “bien posible”, evitando a toda costa elegir en base al “mal menor”, elegir a las personas, discerniendo por quién votar. Lo prudente y responsable es buscar para cada puesto de elección popular a la persona más idónea y no dejarnos manipular para que votemos en bloque por un solo tipo de propuesta, de manera irreflexiva y mucho menos bajo alguna modalidad de “compra de voto”. Entre más libertad exista al momento de elegir, más capacidad tendremos al momento de exigir. Convencernos de que el México que queremos es posible y requiere fundamentalmente de un gobierno que trabaje con honestidad y eficacia; pero también, de ciudadanos participativos que den seguimiento a los procesos de Justicia, Fraternidad y Paz”.
Terminábamos nuestra exhortación diciendo: “Sólo la presencia participativa, de manera constante y solidaria en la vida de nuestro país, destierra gradualmente la violencia, la corrupción, la impunidad y el compadrazgo. Es tiempo de que los católicos, acompañados de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, trabajemos comprometidamente por un México más próspero y pacífico, más solidario y participativo, más atento al rostro de los más pobres y menos cómplice de quienes los olvidan, los manipulan o los marginan”.
ACTUAR
Conoce a los candidatos, analiza si sus propuestas son sólo campaña electoral, o si en efecto son posibles y convenientes; fíjate en quienes son sus más cercanos colaboradores, porque aunque un candidato sea honesto personalmente, se cuelan corruptos por todas partes. Y oremos al Espíritu para que nos ayude a tomar una sabia decisión.