+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
VER
Ya pasó el primer debate de los cinco candidatos a la presidencia de la República. A algunas personas, le sirvió para confirmarse en su opción de voto; a otras, para tener más dudas sobre a quién confiarle su decisión; y de seguro unas más, después de ver el desarrollo de su candidato, decidieron cambiar su opción. Pero a muchísimos ciudadanos no les importó conectarse para escuchar el debate, pues son otras sus preocupaciones y otros sus intereses.
Aunque algunos comentaristas afirman que estos debates no cambian el rumbo de las preferencias, opino que sí tienen importancia, aunque no sean definitivos. Es lamentable que todavía haya muchos cuyo criterio para votar es ver quién regala más cosas, quién habla mejor, quién promete opciones que parecen muy atractivas, aunque sean difíciles o casi imposibles de cumplir. Eso es una degradación de la democracia. Los debates ayudan a conocer mejor a los candidatos, su forma de pensar, sus propuestas, sus capacidades, su desarrollo en la palestra pública. Sin embargo, lo más importante es conocer su vida, sus valores, sus criterios, su experiencia, su preparación, su familia, su historia, la coherencia de su vida, su honestidad, su creencia y su práctica religiosa.
Hemos insistido en que, a la hora de emitir el voto, hay que tomar en cuenta a las personas, más que los partidos. Por tanto, no hay que fiarse sólo de las promesas de campaña, de la publicidad, sino de la historia de los candidatos. Si prometen acabar con la corrupción, hay que analizar si ellos y sus colaboradores no son corruptos. Si ofrecen acabar con la inseguridad y la violencia, hay que comprobar si ellos no son violentos, tanto en sus hechos como en sus expresiones verbales. Hay que investigar cuál es su experiencia de servicio leal y desinteresado a la comunidad, qué han hecho por el pueblo, qué servicios han dado.
En algunas comunidades indígenas, que no se han corrompido por las malas prácticas de las prácticas partidistas, el pueblo le pide a alguien que acepte ocupar un cargo comunitario; le ruegan, lo visitan, hacen oración por él y tratan de convencerlo. Se fijan en quién da dado ya pruebas de ser un buen servidor de los demás. Nadie hace campaña de sí mismo, ni busca adeptos que voten por él, sino que muchos se resisten, porque saben que el cargo es una carga, un desgaste personal y familiar, para la vida del pueblo. ¡Esto es madurez democrática! Ojalá aprendiéramos de ella, pues no es más confiable quien se hace más campaña a sí mismo, sino quien ha demostrado ser un servidor de la comunidad.
PENSAR
El Consejo Nacional de Laicos de México, que congrega a muchos movimientos, organismos, grupos y asociaciones laicales, con acompañamiento de nuestra Conferencia Episcopal, ha elaborado este decálogo para orientar las próximas elecciones:
1.- Cuidaré el valor de mi voto e impediré sea mercancía para la corrupción.
2.- No me dejaré engañar por falsas promesas de los candidatos.
3.- Analizaré las propuestas de los candidatos, sus trayectorias de vida y la congruencia entre unas y otras.
4.- Votaré por quienes propongan principios y valores que realmente construyan el bien común.
5.- Promoveré, con los medios a mi alcance, que todos vayan a ejercer su derecho de voto el día de la elección.
6.- Participaré y cumpliré cabalmente mis responsabilidades ciudadanas, incluyendo las de ser observador electoral o funcionario de casilla.
7.- Denunciaré cualquier ilegalidad que conozca durante el proceso electoral.
8.- Exigiré a los candidatos se conduzcan con respeto hacia la sociedad, a sus adversarios y a los ciudadanos.
9.- Exigiré a los partidos políticos y candidatos su apego estricto a las leyes, en especial las relacionadas con los gastos de campaña.
10.- Exigiré a las autoridades cumplan sus responsabilidades y funciones de manera imparcial y honesta, bajo el principio de cero tolerancia a la ilegalidad de partidos y personas.
ACTUAR
No te dejes engañar ni impresionar por las campañas publicitarias electoreras; tampoco votes sólo por la inercia de hacerlo siempre por un partido; conoce a las personas, analiza su historia y su vida actual; pide al Espíritu Santo que te ilumine para tomar una buena decisión. Y que tu criterio definitivo sea apoyar a quien consideres la mejor opción, no sólo para ti, sino para el bienestar integral del país.
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Mons. Felipe Arizmendi: Criterios para votar
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas