Elecciones en México 2018 © República 32

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Mons. Felipe Arizmendi: "La política, una forma de santidad"

Reflexión del Obispo Emérito de S. Cristóbal de Las Casas

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VER
La política partidista está muy desprestigiada. A pesar de que, en tiempos electorales, los candidatos se esfuerzan por hacerla creíble y atractiva, la mayoría desconfía de los políticos, los considera corruptos y convenencieros, vividores del sistema y encadenados a una serie de intereses y compromisos que los condicionan.
Es muy preocupante la intervención de narcotraficantes en la selección o eliminación de candidatos, pues esto contamina mucho más los procesos.
Yo no me explico cómo, siendo tan graves los problemas que se deben abordar y tan variados los condicionamientos para obtener un triunfo electoral, sean tantos los candidatos a un puesto de elección. ¿Qué buscan, qué les mueve, qué les interesa? Ojalá sea su motivación, como algunos me han dicho, hacer algo por su Patria, por su Estado o Municipio, al que dicen amar.
En mi familia, cuando a algunos de mis sobrinos les han propuesto una candidatura, los propios parientes los desalientan, casi no los apoyan y les ponen todo tipo de obstáculos para aceptar. Y cuando algunos, a pesar de todo, entraron a la contienda electoral y la perdieron, quedan muy decepcionados de los procedimientos partidistas, y hasta endeudados por los gastos que hicieron.
La política no se debería reducir a una campaña electoral, ni al ejercicio de un puesto público. Es mucho más. Es la disponibilidad de gastar la propia vida, los recursos y los tiempos, para hacer algo por los demás, no movidos por el sueldo que se pueda percibir, sino por amor, por el interés de que el pueblo avance lo más que sea posible.
Alguien dirá que no hay políticos que tengan esta mentalidad y esta actitud moral. Quizá la mayoría, a pesar de que se confiesen creyentes, vayan por otros caminos. Pero sí es posible que haya gobernantes y candidatos en quienes descubramos estos valores. Hay que conocerlos y apoyarlos. Son los que sí merecerían una reelección. 
PENSAR
Dice el Papa Francisco en su reciente Exhortación sobre la santidad: Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales” (GE 14).
Y hace unos años, expresó: “¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social” (EG 205).
ACTUAR
Se acerca el 1 de julio, en que elegiremos presidente de la República, senadores, diputados federales, y en algunos Estados también diputados locales y presidentes municipales. Se juega mucho el bienestar del país. Por ello, piensa, analiza, participa, decide, apoya a quien te dé más confianza de sacar adelante al pueblo, sobre todo a los más excluidos. Oremos al Espíritu Santo, para que nos ilumine, nos purifique y nos sostenga.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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