Ángelus 7 julio 2019 © Vatican Media

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Ángelus: "Que prevalezca la solidaridad en el mundo"

Palabras del Papa antes Ángelus

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(ZENIT – 29 julio 2018).- A las 12 del mediodía el Papa Francisco se ha asomado a la ventana del despacho que da a la Plaza San Pedro para recitar el Ángelus ante 25.000 fieles reunidos.
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Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
¡Qué valientes sois  con el sol que hace en la Plaza! ¡Os felicito!
El Evangelio de hoy (véase Jn 6,1-15) relata la historia de la multiplicación de los panes y los peces. Al ver a la gran multitud que lo había seguido cerca del lago de Tiberíades, Jesús se dirigió al apóstol Felipe y le preguntó: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?» (V. 5). De hecho, el poco dinero que poseen Jesús y los apóstoles no es suficiente para alimentar a esa multitud. Y hete aquí que Andrés, otro de los Doce, lleva donde está Jesús a un chico que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos peces. Pero por supuesto – dice Andrés – ¿qué es eso para tantos? (cfr., 9) ¡Qué bueno ese muchacho! Valiente. Él también veía a la multitud y veía sus cinco panes. Dice: «Tengo esto: si es necesario, está disponible». Este chico nos hace pensar… Ese valor … Los jóvenes son así, tienen valor. Debemos ayudarlos a continuar con ese valor. Sin embargo, Jesús ordena a los discípulos que hagan que la gente se siente, luego toma esos panes y esos peces, le da gracias al Padre y los reparte (véase el versículo 11), y todos pueden comer hasta la saciedad. Todos comieron lo que querían.
Con este pasaje del Evangelio, la liturgia nos lleva a no apartar la mirada de ese Jesús que, el domingo pasado, en el Evangelio de Marcos, viendo «una gran multitud, tuvo compasión de ellos» (6:34). Incluso ese chico de los cinco panes entendió esta compasión y dijo: «¡Pobres! ¡Tengo esto…! La compasión lo llevó a ofrecer lo que tenía. Efectivamente, hoy Juan nos muestra nuevamente a Jesús atento a las necesidades básicas de las personas. El episodio surge de un hecho concreto: la gente tiene hambre y Jesús involucra a sus discípulos para que esta hambre se sacie. Este es el hecho concreto. A la multitud, Jesús no se limitó a dar esto, -le ofreció su Palabra, su consuelo, su salvación y finalmente su vida,- pero ciertamente también hizo esto: se preocupó de la comida para el cuerpo. Y nosotros, sus discípulos, no podemos ignorarlo. Solo escuchando las peticiones más simples de las personas y estando al lado de sus situaciones existenciales concretas, se podrá ser  escuchado cuando se habla de valores más elevados.
El amor de Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia, de paz y, sobre todo, de su gracia divina, nunca falla. Jesús continúa hoy alimentando, haciéndose una presencia viva y consoladora, y lo hace a través de nosotros. Por lo tanto, el Evangelio nos invita a ser disponibles e industriosos, como ese muchacho que se da cuenta de que tiene cinco panes y dice: «Doy esto, tu verás…». Frente  al grito de hambre -todo tipo de «hambre» – de tantos hermanos y hermanas en todas partes del mundo, no podemos permanecer como espectadores distantes y tranquilos. El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad con los pobres, los débiles, los últimos, los indefensos. Esta acción de proximidad y caridad es la mejor prueba de la calidad de nuestra fe, tanto a nivel personal como a nivel comunitario.
Luego, al final de la historia, Jesús, cuando todos estaban satisfechos, Jesús dice  a sus discípulos que recogieran los trozos que sobraban para que nada se perdiera. Y me gustaría ofreceos esta frase de Jesús: «Recoged los trozos sobrantes, para que nada se pierda» (v. 12). Pienso en las personas que tienen hambre y en cuantas sobras de comida tiramos… Que cada uno de nosotros piense: La comida que sobra en el almuerzo, en la cena, ¿a dónde va? En  nuestra casa, ¿Qué se hace con las sobras? ¿Se tira? No. Si alguno tiene esta costumbre, le daré un consejo: Habla con tus abuelos que vivieron después de la guerra y pregúntales qué hacían con las sobras. No tiréis nunca la comida que sobra. Se aprovecha  o se da a los que puedan comerla, a aquellos que la necesitan. No tiréis nunca las sobras. Es un consejo y también un examen de conciencia: ¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?
Recemos a la Virgen María, para que en el mundo prevalezcan los programas dedicados al desarrollo, a la alimentación, a la solidaridad, y no los del odio, de los armamentos y de la guerra.
Después de la bendición:
Y no os olvidéis dos cosas: una imagen, un ícono y una frase, una pregunta. El ícono del joven valiente que da lo poco que tiene para dar de comer a una gran multitud. Tened valor, siempre. Y la frase, que es una pregunta, un examen de conciencia: ¿Qué se hace en casa con la comida que sobra?
¡Gracias!
© Librería Editorial Vaticano

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ZENIT Staff

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