(ZENIT – 2 abril 2019).- La Providencia ha querido que este día, 2 de abril, hayan coincidido dos bellos acontecimientos: la publicación de la Exhortación Apostólica post-sinodal del Papa Francisco dedicada a los jóvenes, y el 14º aniversario de la muerte de San Juan Pablo II, aclamado por muchos como «el Papa de los jóvenes».
«Vigorizar pues vuestra fe, revivirla si es débil, ¡abrid las puertas a Cristo! Abrid vuestros corazones a Cristo, acogedlo como compañero y guía de vuestro camino», son algunas de las memorables palabras de Karol Wojtyla a los jóvenes.
Durante su pontificado, de 1978 a 2005, el papa polaco instituyó la Jornada Mundial de la Juventud, que perdura en los años e impulsa el poder evangelizar y misioneros de los jóvenes de todo el mundo.
264º Papa de la Iglesia
Acompañado por miles de peregrinos y visitantes que llegaron al Vaticano desde todos los rincones del planeta, tal día como hoy, hace 14 años, el Papa Juan Pablo II iniciaba su viaje al Cielo, tras algo más de 26 años en la Cátedra de San Pedro, el suyo fue el tercer pontificado más largo de la historia. El sacerdote polaco Karol Wojtyla fue el 264° Papa de la Iglesia Católica.
Elegido Papa en octubre de 1978 mientras ocupaba el puesto de cardenal-arzobispo de Cracovia. Es el primer pontífice polaco y el primer Papa no italiano en ser elegido después de 455 años.
Desde sus primeras encíclicas, Redemptoris hominis(1979) y Dives in misericordia(1980), Juan Pablo II exaltó el papel de la Iglesia como maestra de los hombres y destacó la necesidad de una fe robusta, arraigada en el patrimonio teológico tradicional, y de una sólida moral, sin mengua de una apertura cristiana al mundo del siglo XX. Denunció la Teología de la Liberación, criticó la relajación moral y proclamó la unidad espiritual de Europa.
Atentado
El 13 de mayo de 1981 sufrió un grave atentado en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde resultó herido por los disparos del terrorista turco Mehmet Ali Agca. A raíz de este suceso, Juan Pablo II tuvo que permanecer hospitalizado durante dos meses y medio. El 13 de mayo de 1982 sufrió un intento de atentado en el Santuario de Fátima durante su viaje a Portugal.
Sin embargo, el pontífice continuó con su labor evangelizadora, visitando incansablemente numerosas regiones, en especial los países del Tercer Mundo de África, Asia y América del Sur.
Divina Misericordia
El santo murió en la víspera del Domingo de la Misericordia, fiesta que él mismo estableció habiendo sido hijo espiritual de Santa Faustina Kowalska, joven religiosa y mística polaca de la orden de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, que él canonizó el 30 de abril del año 2000.
Pocas horas antes de fallecer pidió que lo dejaran ir a la Casa del Padre, recuerda Vatican Newsen español. También se supo gracias al Cardenal Stanisław Dziwisz, secretario personal suyo, que durante los días anteriores a su fallecimiento Juan Pablo II escuchaba las oraciones de la multitud que se reunía en la Plaza de San Pedro en aquel tiempo para velar por él.
«La congoja de los fieles alcanzó su punto máximo cuando impartió su penúltima bendición desde la ventana de su estudio con aquel conmovedor, y fallido, intento de pronunciar algunas palabras. Volvería a asomarse a la ventana el 30 de marzo para bendecir a la gente por última vez. Allí se comprendió que se trataba de la última aparición pública del largo y doloroso Vía Crucis con que concluyó su vida la noche de aquel 2 de abril. Eran las 21.37 horas», relata el medio vaticano.
Canonización
Su sucesor, Benedicto XVI, anunció ese mismo año el inicio del proceso para la beatificación de Juan Pablo II, que tuvo lugar el 1 de mayo de 2011. El 27 de abril de 2014 fue canonizado, junto con Juan XIII, en una ceremonia oficiada por el Papa Francisco, que había sido elegido pontífice en marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI.
El lema pontifical de Juan Pablo II, que es el mismo del joven Obispo de Cracovia: Totus Tuus Mariae, porque el Totus Tuus Mariae equivale a Totus Tuus Ecclesiae, y en consecuencia a Totus Tuus Deo. Esa es la revelación de la raíz de sus 26 años de pontificado como testigo y maestro de su entrega a Dios con María.