(ZENIT- 17 julio 2019).- «Nuestra posición, ha quedado del todo confirmada en la cumbre de protección de menores celebrada en Roma en el mes de febrero pasado, y es con las víctimas y a favor de las víctimas», declaró Mons. Alfonso Miranda Guardiola en la Jornada de oración por las víctimas de abuso sexual.
Ayer, 16 de julio de 2019, en la sede de la Universidad Pontificia de México, tuvo lugar la Jornada de oración por las víctimas de abuso sexual, organizada, por tercer año consecutivo, por el Consejo Nacional de Protección de Menores y el CEPROME (Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor), afiliado a la Universidad Pontificia de México.
El acto fue presidido por monseñor Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey, además de coordinador del Consejo Nacional de Protección de Menores.
Durante el acto, Mons. Miranda dirigió un mensaje en el que subrayó que, en unos años, la actitud de nuestra generación ante “el horrendo abuso sexual” perpetrado por miembros del clero de la Iglesia será examinada: “Si fuimos indiferentes, omisos, cobardes o negligentes; o si fuimos sensibles, responsables, humildes y valientes para aplicar las enmiendas y correcciones que teníamos qué hacer”.
El prelado definió el problema del abuso sexual en la Iglesia católica como «un cáncer, al que, principalmente los pastores, debemos enfrentar contundentemente hasta extirparlo».
Asimismo, expresó que “tenemos que admitir que muchas veces la Iglesia – en las personas de sus obispos y superiores – no supo y todavía, en ocasiones, no sabe comportarse como debe para afrontar con rapidez y decisión las crisis provocadas por los abusos”.
Y continuó afirmando que esta manera “clericalista de actuar, nos ha llevado a poner, el mal entendido bien de la institución eclesial, por encima del dolor de las víctimas y de las exigencias de la justicia; a poner por encima del testimonio de los afectados las justificaciones de los victimarios; a guardar un silencio que acalla el grito de dolor de los victimizados con tal de no enfrentar el ruido público que puede suscitar una denuncia ante la autoridad civil; a llegar incluso a la mentira o a tergiversar los hechos para no confesar la horrible realidad que se presenta”.
Enemigos «dentro de nosotros»
También describió que los “primeros enemigos están dentro de nosotros” e insistió en que no existe justificación “para no denunciar, para no desenmascarar, para no enfrentar con valor y contundencia cualquier abuso que se presente al interior de nuestra Iglesia” y en que los derechos de los “victimarios” no pueden anteponerse a los de las víctimas.
Por otro lado, indicó que el dolor y las consecuencias ya ocasionadas son tan inmensas “que nunca podremos decir que hemos hecho lo suficiente” y que es responsabilidad de la Iglesia trabajar para que los abusos no se vuelvan a producir, así como castigar y reparar los que sí se perpetren.
Y añadió que, incluso en los casos de prescripción civil o canónica de los delitos, la Iglesia tiene la obligación moral de “acoger, acompañar, reparar, sanar y consolar a las víctimas, porque las heridas nunca prescriben”.
Cumbre de protección de menores
Mons. Miranda hizo referencia a la cumbre de protección de menores —tras la cual él y otros 3 dirigentes de la CEM se reunieron con el Papa– para ratificar la ya citada posición de la Iglesia mexicana ante este problema y para pedir a los obispos y superiores que cualquier caso que aparezca en México sea procesado “como lo marcan los últimos documentos pontificios, a saber: Como una madre amorosa, y el motu proprio: Vosotros sois la luz del mundo; además de las leyes civiles de nuestra nación».
Después, el coordinador del Consejo Nacional de Protección de Menores, señaló que los obispos están llamados “más que nunca” a fortalecer los vínculos fraternos, “a entrar en un verdadero discernimiento comunitario, a actuar siempre con los mismos criterios y a apoyarnos mutuamente en la toma de decisiones”.